lunes, 31 de agosto de 2009

Uno de los nuestros

Parece que el acuerdo con el Everton es inminente. Dice la prensa que a lo largo del día puede hacerse efectivo el traspaso de Johnny Heitinga al club inglés por 5,7 millones de euros. Y nosotros que estamos acostumbrados a que pase todo lo contrario a lo que la prensa dice, esperamos que hoy vuelvan a equivocarse o que los que mal dirigen el Atleti utilicen el último medio gramo de cordura que les queda.

El Atleti busca laterales, y a Heitinga que es central pero que ha demostrado su solvencia como lateral, se le busca acomodo en otro equipo. Económicamente tampoco se entiende la operación. Hace tan sólo un año se desembolsaron 10 millones de euros por el holandés y ahora puede irse por poco más de la mitad para gastarse más dinero en otro refuerzo de "garantías".

Los que ya le habían visto jugar en el Ajax o en la selección holandesa aseguran que este ha sido su peor año. Cosas de la adaptación a un nuevo equipo, sistema, ciudad e idioma. Y ahora, que el jugador empieza a sentirse cómodo se le quiere enseñar la puerta de atrás.

Pero al margen de la conveniencia técnica y económica, Heitinga es uno de esos jugadores que yo siempre quiero en el Atleti. Alguien con carácter, con empuje, con garra. De los pocos de la plantilla que no duda en recriminar al árbitro las decisiones que considera injustas. Es un jugador que no se arruga, a los que imaginas en un futuro con el brazalete de capitán, de los que quieres que esté muchos años en el equipo.

Empecé a sospecharlo cuando vi la despedida que le brindaron en su ex equipo. La despedida de un jugador al que echarás de menos, pero también la de una persona, uno de los tuyos, al que le deseas lo mejor. Supongo que la misma que le hubiéramos brindado a Torres de haber tenido la oportunidad de hacerlo.

Nick Bakker, forofo del Ajax, en la despedida de Heitinga escribió lo siguiente: “Para mí, y para muchos otros fanáticos del Ajax, Johnny era algo así como tener a un auténtico hincha sobre el terreno de juego. El chaval pasó por todas las categorías juveniles del club hasta llegar al primer equipo, con el que ha jugado siete años. Los que somos del Ajax hasta la médula y no nos perdemos ni un partido a domicilio siempre hemos tenido la impresión de que él nos entendía sin condiciones. Siempre hemos sabido que él compartía nuestra pasión por el club. La expresión de su cara cuando nos enfrentábamos al Feyenord era legendaria; la misma que intentábamos imitar en todos los partidos los que nos sentábamos en las gradas.

Sobre todo era él quien fomentaba la estrecha relación que lo unía a nosotros. Se ponía a nuestro lado cuando no jugaba y era uno de los pocos jugadores que, ganaran o perdieran, se acercaba a nosotros después del partido. Siempre se apuntaba al pecho con el pulgar, orgulloso de nosotros, orgulloso del club... Si no entraba en el equipo, sabía que tenía que entrenarse mucho más y esperar que le sonriera la suerte la próxima vez. No se escondía y nunca dejaba que su ego pudiera más que él. Jamás se le oyó decir: “¡Si no juego, me largo!”.

John Heitinga también escribe su propio blog y a los pocos días de estar aquí ya hablaba con más sentimiento atlético que muchos otros jugadores que llevan años en la plantilla. Escribía el holandés cosas como esta… “Tener tu propio hogar es un gran alivio y te ayuda a aclimatarte antes. También te sirve para aprender más rápidamente el idioma. Hablo el español cada vez mejor. Si tuviera que ir al banco, seguro que me haría un lío, pero me las arreglo estupendamente en la panadería.”

En la victoria o en la derrota, Johnny siempre daba la cara para explicar lo bien o lo mal que se sentía. Así fue tras la derrota contra el Barcelona, “todos nosotros somos responsables de lo ocurrido. Nos quedamos completamente vendidos. Los primeros diez minutos fueron un desastre. Cuando por fin llegó la segunda parte, sólo queríamos que se acabara aquello de una vez por todas. Únicamente conseguiremos sacudirnos el polvo de este batacazo con una victoria en nuestro próximo encuentro. A todos los equipos les toca jugar partidos malos, pero anoche viví una experiencia por la que nunca antes había tenido que pasar. Y que no deseo volver a vivir jamás."

Pero además, es de esas personas a las que se las quiere en el vestuario. Hennie de Regt, entrenador de Heitinga de los 13 a los 14 años, comenta una anécdota que se le quedó grabada y que destaca la condición del joven como un auténtico jugador de equipo y líder futuro...“Si llovía y alguno de los jugadores se había olvidado el impermeable, John hacía que todo el equipo saliera a entrenar sin impermeable”, recuerda De Regt. “Así conseguía ahorrarle al compañero olvidadizo el enfado del entrenador. John cuidaba del resto del equipo. Solía decir que la lluvia no tenía nada de malo y que no era un problema entrenar sin impermeables”.

Por todas estas cosas, no quiero que se vaya. Que se marche de esta manera, sin haber podido demostrar su grandeza y su capacidad para ser un gran futbolista en el Atlético de Madrid. Me comentan quien ayer tuvo la mala suerte de poder ver al Atleti que Heitinga no estuvo bien, sin embargo, somos muchos los que tenemos grandes esperanzas depositadas en este jugador. Su traspaso sería un mazazo. Uno más de los nos han demostrado que sólo piensan en extrañas operaciones, ingresos y comisiones.

Cuando Johnny se marchó del Ajax, un aficionado escribió lo siguiente en un foro de seguidores “Johnny, querido colega del barrio, teníamos la esperanza de que nunca nos abandonaras. Eras la imagen de Amsterdam, la alternativa al emblema que nos arrebataron. Y, a pesar de todo nuestro sentir, te merecías este fichaje más que nadie en este mundo. Nos has demostrado tu inmensa valía. Eres un auténtico ajacied. Se me saltan las lágrimas sólo de escribir estas palabras… Te echaremos mucho de menos y siempre te recibiremos con los brazos abiertos cuando quieras volver a nosotros. Cuídate mucho.”

Ojalá nosotros podamos escribir algo parecido de este jugador. Con tanto respeto y agradecimiento. Ojalá podamos escribirlo cuando se retire. Dentro de muchos años.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Un asiento de Champions


Cambiarse de localidad en el Calderón es como comenzar el curso escolar en un nuevo instituto. Que sí, que los asientos están igual de sucios arriba que abajo (no han debido de tener tiempo de adecentarlos un poquito), que los baños dan el mismo asco que los de una sala de macroconciertos, aunque los nuevos tienen mayor profusión de telarañas y algo más de variedad entre sus inquilinas…

Además todos sabemos que los especímenes que pueblan nuestra grada se repiten cada tantos metros cuadrados: el señor del puro, la señora que grita, los tres jevis que comparten porros, el gordo con la equipación de Puma, los dos hermanos de gafas que llevan los cascos puestos, el chico de Fuenlabrada que se come un bocata de 19,69 pulgadas repleto de salchichón, el entrenador frustrado o el calvo que tiene tirria a un jugador y desea compartirlo cada medio minuto con todo el estadio.

Pero aún así, aunque el escenario y el atrezzo sean parecidos, debutar en un nuevo asiento no deja de ser como enfrentarte a nuevos compañeros de pupitre que llevan juntos muchos años. Y sabes que si tienes suerte caes cerca de los jevis, los hermanos y el chico de Fuenla y si la tienes mala… el calvo, el entrenador y la señora te dan la temporada.

La verdad es que he tenido suerte. A mi derecha, se sienta Alberto, que aunque todavía no se ha hecho con la elástica de Asenjo y está preocupado porque en la página china donde las compra no tengan su nombre, en los primeros 10 minutos ya había compartido con todo el sector 214 su procedencia palentina y su debilidad por el nuevo portero, las pipas Facundo y el Cristo del Otero. Me ha prometido demostrarme matemáticamente porque el Fondo Sur y el Fondo Norte no pueden entonar el mismo cántico de forma sincronizada. Ya les contaré.

A mi izquierda una chica muy mona con una indumentaria muy inadecuada para un día de partido. Inadecuada para mí, claro, que el resto de la grada y su orgulloso acompañante la encontraban de lo más apropiado para este tipo de espectáculos. Delante otras chicas (cada vez más chicas jóvenes en el Calderón, qué alegría) y atrás, el típico grupo de amigos de toda la vida que tienen motes propios para cada jugador, que recuerdan anécdotas de sus partidos juntos y que nos marcan su territorio nada más llegar.

- ¿Asenjo?, ¿Asenjo os gusta?, pero si tiene el culo gordo. Perdón, tiene el culo muy, muy gordo.
- Bueno sí, es que mi amigo es de Palencia y nosotros entonces somos de Asenjo, pero también somos de Johny, de Maxi y de Raúl García (de lo de Jurado no digo nada, porque es el primer día y hay cosas que nunca pueden decirse los primeros días sin que puedas granjearte la desconfianza de los demás de por vida).
- Pues muy bien, chavales, nosotros somos también de Johny, pero también de Antonio López y Assunçao. Bienvenidos a este sitio, aunque en vuestros asientos caen todas las pipas de arriba y tenéis una gotera justo encima.
- Pues muchas gracias. No te preocupes que allí arriba también teníamos lo nuestro.


Y acaba de empezar el partido y a los cuatro minutos te das con ellos el primer abrazo de celebración. De esos abrazos que se dan en el fútbol… porque esto es como en la Iglesia que das la paz a la venerable ancianita de al lado, aunque sospeches que no riega sus plantas y es de las que se cuela en la cola del súper.

La verdad es que fuera del Calderón, nadie me ha abrazado así, con tanta efusividad y alegría. Ni siquiera mi padre cuando me saqué a la quinta el carné de conducir, ni mi madre cuando le anuncié que definitivamente me marchaba de casa. Abrazos que unen a la milf con el jevi y al chico de Parla (¿o era de Fuenlabrada?) con el señor mayor que remata el abrazo con una cariñosa colleja.

Y a los cuatro minutos ya te sientes como en casa, como si desde ese mismo asiento hubieses visto aquel gol de Alemao o llorado cuando nos eliminó el Sión.

El resto del partido transcurre plácidamente. Poco fútbol para comentar, lo suficiente para meternos en la Champions, la de verdad, la buena y garantizarnos tres nuevas noches europeas. Que algunos lo celebran como si fuese un logro más que una obligación, aunque bien pensado el chico ese del chándal (sí hombre, el de Fuenlabrada) no ha conocido otro Atleti que el que nos robaron los Gil, no es cuestión de avinagrarle su fiesta.

Y se ve un encuentro que certifica que con el once titular podremos ganar muchos partidos, pero que si no llegan refuerzos vamos a pasarlo mal. Un partido para que veamos que Heitinga puede dar mucho juego en el lateral. O para que podamos pensar que por fin llega a la portería un sucesor a la altura de Molina. O para que recemos por tener al Kun durante muchos años y siga marcando goles como el segundo de ayer.

Porque cuando menos te lo esperas. Termina el primer partido del nuevo curso escolar y abandonas contenta tu nuevo asiento, mientras los de atrás siguen bromeando, el señor apaga su puro y los dos hermanos de gafas se hablan por primera vez – ya en las escaleras- para comentar con profusas estadísticas y datos contrastados las distintas posibilidades que nos pueda deparar el bombo el próximo jueves.

Estamos en Champions. En un asiento de Champions.

lunes, 24 de agosto de 2009

Simao y la zona Cesarini



Toda la gente que ha conseguido dejar de fumar suele contarte cómo lo lograron. Lo hacen desde una atalaya de superioridad moral, del que se sabe mejor por haber conseguido lo que el resto de mortales apunta en su lista de “deberías” una y otra vez, y también, claro, para brindarte consejos y apoyo en tan difícil tarea.

Ya no es como antes que los hombres te contaban su mili y las mujeres sus partos, ahora lo que prima son las experiencias vitales de quien consiguió apartarse de tan terrible adición: “Ocho años sin fumar ya” o “un día dije que me fumaba el último Ducados y hasta hoy” o “nada, sin chicles ni mariconadas, el caso es echarle huevos”.

Y te relatan historias distintas con final feliz (los fumadores, claro, no solemos referirnos a nuestros continuos fracasos) y todos coinciden que es cuestión de pasarlo mal durante una semana y que a partir de entonces todo empieza a mejorar.

Así que ayer se cumplía una semana desde que dejé de fumar. En menos de media hora, en cuestión de minutos podría haber pronunciado el “llevo una semana sin fumar” y justo cuando entraba en la “zona Cesarini” y tras siete días de angustia, insomnio y mal humor le dije a mi amiga Tere que me dejase encenderle su LM. Un LM que nunca se llegó a fumar.

Descubrí hace poco que la zona Cesarini son los últimos minutos antes de que algo acabe, una especie de sinónimo de “in extremis”. La expresión fue acuñada por un periodista italiano que narraba las peripecias de un futbolista especializado en marcar goles en los instantes finales de los partidos. Luego la expresión trascendió del fútbol a otros deportes e incluso a otros ámbitos de la vida para que a los que nos gustan estas tonterías podamos usarla prácticamente a diario.
-Apaga la olla que los macarrones están en zona Cesarini.
O
-¿A qué hora sales de trabajar?
- En segundos, estoy en zona Cesarini

Renato Cesarini fue un futbolista italiano que se crió en Argentina y que consiguió triunfar en los dos países. En los años 30 vistió la camiseta de la Juventus y fue internacional con la selección italiana con la que consiguió la Copa del Mundo de 1934. Cuenta mi amigo Tacitus en su blog que en su regreso a Argentina llegó a jugar en River y que, más tarde como técnico, fue uno de los forjadores de aquella delantera de ensueño conocida mundialmente como la máquina.

Ayer por la noche, mientras fumaba con deleite en la terraza de la cocina me puse a reflexionar en los goles del Atleti conseguidos de esta forma, en zona Cesarini. Los dos del año pasado contra el Barcelona o el Villareal, el que le marcó Arteche al Betis en aquella remontada épica y muchos otros que no consigo recordar (ayúdenme ustedes)… Sin embargo, hay uno que no olvidaré mientras viva y es el que consiguió Simao en aquella primera fase de la Copa de la UEFA frente al rival que nos visita mañana.

El empate nos valía y ese gol sólo serviría para clasificarnos como primeros de grupo y esquivar a rivales más complicados (luego fue el modesto Bolton el que nos dejó en la cuneta, pero eso ya es otra historia). Sin embargo, lo recuerdo como uno de los goles más intensamente vividos por la grada, más coreados, más celebrados… más sentidos.

Tiempo de descuento. Falta al borde del área. Simao que se apresura a coger la pelota, la coloca despacio, mira hacia el cielo, dispara y el balón entra limpiamente por la escuadra sin que su portero pueda hacer nada. Un gol perfecto.

Mañana esos griegos del Panathinaikos que se fueron cabreados al vestuario hace dos años nos visitan de nuevo. Parece que traemos un buen resultado y que el equipo no está jugando mal. Faltan pocas horas para volver a ver fútbol europeo en el Calderón, estadio que también ha iniciado su particular cuenta atrás. Queda muy poco para escuchar de nuevo ese himno y ver a unos niños agitando una lona. Unos instantes para volver a sentir ese cosquilleo en el estómago y rezar por goles que como aquel de Simao conviertan una noche de fútbol en una noche de magia. Entramos señores, en zona Cesarini. En zona Cesarini para volver a disfrutar de lo que más nos gusta.

jueves, 20 de agosto de 2009

Rupturas y reencuentros


En octubre íbamos a celebrar nuestro segundo aniversario, pero hemos roto hace unos días. Ocho años juntos si contamos nuestra primera época, la que pasamos en Almería. La ruptura -como todas, supongo - está siendo traumática. Las primeras horas le añoraba continuamente, tras dos días pude echar unas manos de mus sin acordarme de él y ayer, tras superar el partido del Atleti sin tenerle permanentemente a mi lado supe que lo peor ya había pasado. Se lo he prometido a mis padres y a mis hijas. Con el Marlboro no vuelvo.

Y tiene mérito, se lo juro. Ver la primera hora de juego del Atleti sin fumar ni dormirse, no encenderse un cigarro para celebrar los goles y no salirse a la terraza para dar unas caladas furtivas cuando el vecino vikingo canta los goles de los griegos. Pero lo más difícil ha sido salir hoy a desayunar, ver la portada del Marca y no llevar un mechero con el que prenderla fuego. Que mande en portada un partido amistoso del otro equipo de la capital y no el primer partido de Champions de un equipo español es una afrenta más en la larga lista del periódico que maldirige el Sr Inda, aquel que destapaba los desmanes de los giles en El Mundo y que ahora hace el Marca más mediocre de su historia. Un diario que basa la información del Atleti en rumores infundados, notas de prensa impropias del becario más bisoño y lo que es peor… en hacerle el juego a una directiva, la atlética, tan nefasta como la que está al frente de ese periódico.

En fin, que también me había prometido no volver a escribir en el blog mientras no tuviera nada nuevo que decir y sin embargo aquí estoy. Que sí que todavía no he hablado de dinamita, pegada, delantera de lujo e incertidumbres en defensa. Pero denme unos renglones y les hago una crónica clavadita a la del Shalke o a la del Erciyespor turco aquel que nos tocó en suerte hace dos años.
Quizás el Atleti de ayer tuvo algo más, poco, que los destellos de los goles y se vio un equipo más conjuntado, algo más cercano en sus líneas. Con un Maxi (un gusto tener que esperar tan poco para cerrar tantas bocas) a la altura de su mejor versión y que sirvió de enganche con los dos de arriba además de encargarse de abrir el marcador. También me gustó el centro del campo con Raúl García y Assunçao repartiéndose perfectamente los papeles y las tareas. Y en defensa…. En defensa lo de siempre… si Antonio López estuvo bien y Ujfalusi francamente bien, Heitinga y Juanito tuvieron fallos de los que te hacen santiguarte y suspirar.

¿Qué más? Ah sí, que Asenjo apunta maneras de portero de los que me gustan de esos que pueden hacer una parada con total facilidad desplazándose un paso a la derecha pero que prefieren adornarla con una palomita espectacular que para eso han estado una hora colocado (bien colocado) bajo los palos sin salir en la tele. Y Jurado… ¿No le ven como más hecho?, como el vecino del primero que se iba a la mili y a la vuelta había crecido tres palmos y le había salido bigote. Pues eso, que en este blog declarado “juradista” desde siempre brindamos por el regreso del chaval y le deseamos la mejor de las suertes para convertirse en algo más que el mejor peinado de la primera división española, que no es poco.

Así que ya he validado el abono para el partido de vuelta y he pagado los 20 euritos del último desmán de los del palco que se hartan de decir en la prensa que este año se mantiene el precio de los abonos y luego nos cobran un encuentro que siempre había sido de los de no pasar por caja. Una vergüenza, señores. Pero que le vamos a hacer, no voy a ser menos que Gonzalito Miró y si él puede ir al palco griego como representante del Atleti, no me voy a quedar yo sin estrenar mi nueva localidad y reencontrarme con los amigos. Reencuentro con ustedes después de tanto tiempo, reencuentros en la grada, reencuentro con las ilusiones de siempre, todavía intactas y sin un triste Marlboro para encenderme. Elegí un mal día para dejar de fumar.