martes, 22 de diciembre de 2009

Peinada para la Junta


Ya me encuentro mejor, amigos. No sé si por las muestras de cariño recibidas o porque la pareja de centrales griegos, trankimacín y citalopram, van haciéndose con el control del área pequeña.

Yo creo que es por lo primero, que sus mensajes de apoyo han resultado de lo más terapéutico y con la técnica esta de contarles mis lamentos he conseguido hasta salir en el blog de Carlos Fuentes. No se lo tomen a la ligera, oigan, que hacer una aparición, aunque sea como actor secundario, en el Rojo y el Blanco, tiene mucho más mérito que lo de “La Esteban” en Sálvame el pasado viernes. Que no es que no me esté dejando el finiquito en casa de la terapeuta, pero al menos no he tenido que pasar por el quirófano a retocarme la nariz y las bolsas.

La neuropsicóloga (es por no repetir lo de la terapeuta, que los cronistas no debemos utilizar las mismas palabras en tan sólo dos renglones de diferencia, pero es la misma persona no se vayan a liar) ha insistido mucho en el refuerzo positivo que suponen todos sus mensajes y la actuación estelar en tan emblemático blog.

Todos estos apoyos consiguen que mejore mi autoestima que, según Carmen (la neuropsicóloga, la que era la misma que la terapeuta, que es que se llama así) estaba por los suelos. Así que ayer mismo por la tarde me fui a ver a Bárbara. Esta es sólo peluquera pero aunque se horroriza cuando ve el estado de mis raíces consigue, por mucho menos dinero, una terapia mucho más efectiva que la otra (la de la terapeuta, hombre, que están hoy que no se enteran de nada).

Ahora estoy como Carmela Soprano, con las capas ahuecadas y en chándal todo el día. Yo es que quería haberme acercado hoy a la Junta de Accionistas del Atlético de Madrid. Había pensado que ya que estoy en paro y tengo tiempo para hacer cosas, pasarme por allí y escuchar las explicaciones que dan Gil y Cerezo de la caótica situación de mi equipo.

Le había pedido su acción a mi padre y había quitado la mía del marco en la que la tengo colgada, junto a una lámina de Modigliani y un mapa antiguo de cuando en Europa no había tantos países y Prosinecki jugaba con Yugoslavia y Belanov con la URSS. Pero resulta que me llama un amigo y me dice que ya puedo ir montando otros planes que para entrar en la Junta de Accionistas del Atlético de Madrid hacen falta al menos 2.906 acciones. Sí, como lo leen, 2.906 acciones, muchas más que para acudir a la Junta General del Santander, de Ferrovial, de Endesa o de todas ellas juntas.

Entonces pensé en mi carnet de periodista, que para eso paga una a la Asociación de la Prensa y es un pase que lo mismo me ha servido para aparcar en el IFEMA que para pagar menos en la Tate Gallery. Pues tampoco. Hasta los redactores del AS o del Marca tienen vetado su acceso a esta Junta en la que se deberían dar explicaciones de cuánto está pasando en la entidad.

Y ya no es sólo lo deportivo. A la penosa situación en la tabla, el traspaso de jugadores como Heitinga, las insólitas renovaciones, la anunciada salida de Maxi, los cambios de entrenador que no han servido para un cambio (a mejor) en el equipo… además está lo económico. Yo no soy de números pero me cuenta mi amigo Emilio, que de esto entiende un rato, que sólo en el ejercicio anterior hay unas pérdidas antes de impuestos de cerca de 28 millones de euros. Eso sin haberse gastado un duro en fichajes, habiéndose anunciado operaciones urbanísticas que traerían grandes beneficios al equipo y con los ingresos de haber estado en Champions, las televisiones, el campo casi siempre lleno. Y una alcanza a entender que el otro equipo grande de la capital, con el desembolso en figurines que ha hecho, esté endeudado hasta las cejas, pero ¿nosotros?, perdón, digo ¿ellos? Pues sí, señores, hay una deuda (Emilio dice el pasivo exigible de la entidad, pero eso no lo entiende nadie) de cerca de 500 millones de euros.

Pero ya les digo, tendremos que seguir tragándonos las explicaciones que nos quieran dar y mirando de reojillo a un terreno de juego que da muy malos pálpitos y que hace que los fantasmas de segunda, se nos aparezcan junto a los del Cuento de Navidad, en nuestras peores pesadillas.

Pero ya les digo, que estoy mejor. Y no es por el gol de Jurado, mire que son morbosos ustedes, ni por las meritorias paradas de Asenjo en el último partido (que ya saben que la gente de Palencia y de Albacete son mi debilidad). Es que estoy escuchando el sorteo de la Lotería de Navidad y que cuando acabe, como nos pasa con el Atleti, tendremos que decir con un lamento esperanzado "Esta vez tampoco. Otro año será."

lunes, 14 de diciembre de 2009

Terapias


Me ha dicho mi terapeuta – ahora llaman así a los psicólogos- que tengo que escribir para acabar con la ansiedad que me sacude desde hace unas semanas.

- “Oiga, ¿y no podría mejor subirme otra vez la dosis de alprazolam? Es que me hace menos efecto que la infusión de hierbaluisa y melisa que me prepara mi madre”.

- “No, es que usted lo que tiene que hacer es descubrir los motivos que le causan esa ansiedad para así poder hacerle frente”.

- Maldita escuela conductista (esto no lo digo, pero lo pienso muy alto). “Bueno… ya sabe usted que me he quedado sin trabajo, la semana pasada fue mi último día y lo de la oficina del paro fue realmente traumático”.

- “¿Traumático?, hábleme de ello”.

- “Bueno, ya iba prevenida, no se crea. Me había tomado media pastilla antes de salir de casa pero en el autobús ya tenía palpitaciones y las manos frías. Pero es que al llegar allí tuve que ponerme media más bajo la lengua. Aquello era un depósito de gente sin alma. Mucha gente. Muy fea. Muy mal vestida. ¿Cómo quieren que no les despidan si llevan esos jerséis? Y la gente que te atiende… la gente que te atiende ha sido elegida a través de un minucioso casting con el único fin de hacer que la gente que allí concurre sume a su condición de parados, nuevos motivos para deprimirse. Tiene que formar parte de algún programa gubernamental para que no vayamos a cobrar el desempleo. Fíjese que hace un mes que no me tiño las canas y ni siquiera me había puesto ni una chispa de rimmel, pues aún así me sentí como Esmeralda cuando el Jorobado de Notredamme me indicó que me sentase, que tenía mal todos los papeles, que ya me podía ir y que no volviese por ahí, que esa oficina no me correspondía.

A esas alturas, la verdad, ya había renunciado yo mentalmente a cualquier emolumento del estado, que me claven antes astillas en las uñas, que me obliguen a escuchar un disco entero de Leonard Cohen, que sólo pueda comprarme lencería color carne en los próximos diez años… cualquier cosa mejor que volver por allí se lo juro.

Mire me encontré con el cuñado de una amiga, periodista también, parado también, del Atleti también y le tuve que pedir que me sacase a la calle. Me empezó a hablar del equipo y yo me eché a llorar. La cara de estupor de Lorenzo (que así se llama el cuñado de mi amiga) era un poema. Fíjese que panorama para él. En la puerta de la oficina del INEM con una chica con la que ha hablado dos veces en su vida y allí, llorando con desconsuelo”.

-“Hombre Hele, no puedes tomarte esto así. Si la crisis ya va remitiendo. Fíjate en mí que llevo ya dos años en el paro y hoy he venido a solicitar los 400 euros de ayuda”.

-“No, si no es eso Lorenzo, si mi trabajo se había convertido en un infierno. Es que estoy muy hundida”.

- “Ya, al principio es muy duro. Y lo nuestro, lo del Atleti, no ayuda. Pero piensa que a lo mejor estas ante tus tres últimos días de vacaciones seguidas en mucho tiempo. ¿Te gusta dibujar, hacer aerobic, tocar algún instrumento?”

-“No, antes tenía un blog y me gustaba escribir sobre el Atleti y leer lo que pensaba y escribía la gente, pero cuando las cosas se pusieron realmente duras en el trabajo tuve que renunciar a ello”.

- “Pues hombre, lo del Atleti no sé si va a ser una buena terapia, igual acabas más deprimida, chica…”
………………………………………............................

-“¿El Atleti le deprime?” (esta es otra vez la voz de la terapeuta, la psicóloga, ya saben. Es que no domino muy bien esto de las técnicas del flashback).

-“Ya veo que usted no sigue el fútbol”.

- “Hombre, fútbol, lo que se dice fútbol… el Atleti…” (esto no lo dice, pero lo piensa muy alto dada la curvatura de la comisura de sus labios) mientras que se limita a un mmmm, mmmm, indicándome que siga.

- “Pues mire, el Atleti está como yo. Con ansiedad, un poquito deprimido y con ataques de pánico. Eso ha dicho el entrenador que debe ser de su misma escuela”.

- “¿Escuela?”

- “Sí, vamos, que se sabe muy bien los síntomas, pero no da con la tecla para solucionarlo”.

- “Ya le digo que esto tiene que ser fruto de un intenso trabajo de conocimiento de uno mismo”.

- “Pues lo lleva claro, entonces”, digo yo haciéndome la despistada y regateando la propuesta de introspección que me lanza. “Mire tiene un portero que se siente obligado a poner de titular pero que está también un poco como yo”.

-“¿Deprimido, con ansiedad?”

- “No, gafado. El caso es que el chaval combina paradas de mérito con indecisiones impropias de un portero con el cartel que traía y las alabanzas que le dedica la prensa.”

- “Ahh, esto es interesante. ¿Se siente usted gafada?, ¿Cree qué lo que le pasa es ajeno a sus propias decisiones?”

- “Es que son decisiones incomprensibles, oiga. Las de Quique, quiero decir, que colocar a Ujfalusi como lateral, vale, pero ya como lateral izquierdo… que quiere que le diga. Y Valera en la otra banda, Perea, con el añito que me lleva de central y Juanito, que me da mucha pena, tan mayor, como yo y sin posibilidad de demostrar su oficio.”

-“¿Mayor? Se siente usted mayor. ¿Profundiza como le indiqué en su línea del tiempo?”

-“¿Línea del tiempo? Debe referirse usted al centro del campo. El tiempo que tardan en construir una jugada y el poco que tardan en aturullarse y perder los balones. Está el pobre Assunçao que lleva ya 8 tarjetas amarillas. Es que le dejan vendido. Y Jurado, fíjese que había empeñado yo mi credibilidad como bloggera con este chaval, que mi máxima ilusión era demostrar que tenía más fútbol que el “calesitero” de Iniesta. Y claro fútbol tendrá el chico, pero sangre… ya le digo que si sigue así la cosa en un par de crónicas tengo que dar mi brazo a torcer”.

-"¿Le cuesta dar su brazo a torcer?"

-“¿A mí o al Atletico?”

En ese momento la terapeuta hasta parece interesarse. Creo que el nombre de Assunçao, por su sonoridad, le ha hecho mover algún engranaje de su psique en el que no vamos a entrar y que ya tratará ella con su terapeuta. Me mira y me contesta, abriendo los ojos un poco más de la cuenta por primera vez en toda la sesión: “a los dos, a usted y al Atlético, les cuesta dar el brazo a torcer?”

-“Bien, me alegro de que me haga esta pregunta. No sé si a Forlán le pasa como a mí o si a mí me pasa como a Forlán. Supongo que no es la primera vez que un paciente le dice esto”

Ella suspira, intenta decirme algo, pero la interrumpo…

“Mire, Forlan el año pasado le pegaba desde treinta metros y el balón entraba. Yo antes, en el trabajo, redactaba artículos utilizando la técnica de la escritura automática, sin saber lo que decía exactamente, y a mi jefa le gustaban. Pero un día, al jefe de Forlán dejaron de gustarle sus escritos y a mí los balones que antes besaban la red comenzaron a írseme al segundo anfiteatro. Nada que Freud no haya analizado antes, ¿no cree?”

-“Vamos a dejarlo, creo que le voy a subir la dosis de Alprazolam”.

-¿A Quiqué?

-“No, a usted”

- “Ah, vale, a eso venía…”

lunes, 14 de septiembre de 2009

Jurado no fue a la manifestación

Miren que a las cinco menos diez ya estaba buscándole por las inmediaciones. Pero ni en la Puerta Cero, ni en las taquillas del Fondo Sur, ni entre los que se quedaron desplazados en el Norte. Cuando a las cinco y un minuto Alcalá ya hablaba en la SER de 100 o 150 seguidores, Jurado todavía no había llegado y ni siquiera cuando la cabecera de la manifestación doblaba por la entrada a los palcos privados y la cola no había llegado al bar el Doblete se había incorporado a la marcha.

Ya tienen excusa mis lectores, pensé cuando acababa el partido. Este esquirol no puede jugar en el Atleti. El resto lo saben ustedes. Abel hizo un guiño a este blog y por fin se decidió a darle minutos a Jurado desde el primer minuto. Eso sí, a cambio de semejante alegría nos privó de verle junto con Forlán y Agüero. Supongo que el cansancio del uruguayo y el desánimo del argentino tras los compromisos con sus selecciones era una excusa tan buena como otra cualquiera para no probar con los tres juntos.

A mí no me pagan por ser entrenadora, pero si los que se apropiaron indebidamente del club tuvieran a bien hacerlo, creo que mi prioridad sería ver de qué manera pueden jugar ellos y Simao sin que se resienta el funcionamiento colectivo. Algunos dicen que eso podría desequilibrar el equipo, pero ¿es de un equipo equilibrado sacar un punto de seis? Al final, por esas cosas que una nunca llegará a entender del todo, me temo que otro año más veremos cómo algunas descompensaciones en el centro del campo (Simao y Maxi no son precisamente una oda al rigor táctico) tienen mejor prensa que otras, y aquella frase de "el fútbol es una manta corta, si te tapas la cabeza te destapas los pies" nos puede coger con la cabeza y los pies a la intemperie, Jurado en el banquillo y la sensación de no haber puesto todo el talento junto, al menos una vez, para probar a ver qué pasa. Lo que algunos llaman ataques de entrenador y otros simplemente cobardía.

Pero bueno, hoy seguiré leyendo que no tiene sangre, que pierde muchos balones y que, lo que es peor, cuando los pierde no lucha por recuperarlos. El sábado fue el mejor y desde aquí volvemos a pedir una nueva oportunidad para el gaditano. Lo demás ya lo habrán leído ustedes en las crónicas, en los blogs, en los foros… que yo llego tarde una vez más y con pocas ganas de hablar de un Atleti que presiento que nos va a dar pocas alegrías este año, al menos sobre el terreno de juego. Fuera de él espero muchas cosas de ese otro Atleti que somos todos nosotros.

Que ya no seamos 14, si no 4.000, que el Frente Atlético, aunque sea con guiños, se sume a las reivindicaciones de la afición, que ya no se atrevan a quitar todas las pancartas, que la gente deje de mirarte como si fueras marciana porque exiges y recriminas al Palco o que el MARCA, pese al gol de Cristiano, encuentre un motivo para seguir hablando del Atleti, son síntomas de que algo está cambiando. Si esto se queda de nuevo en lo que pudo ser y no fue, será culpa nuestra. Sólo nuestra.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

La Agrupación, !qué decepción!


Siempre he tenido muy claro el papel jugado por la Agrupación de Peñas del Atlético de Madrid. Ser la voz de las peñas, representar a tantos colectivos, a tantos aficionados (en su mayoría de fuera de Madrid) no tiene que ser fácil. Y no debe ser fácil porque existe tal crisol de opiniones que unificarlas se antoja una tarea imposible.

Por eso siempre he respetado cuando la Agrupación no ha querido pronunciarse. Incluso cuando ese silencio parecía una ofensa, una omisión en la defensa de los aficionados que representan. En esas ocasiones, me he limitado a encogerme de hombros y a pensar que si hoy el autobús de mi peña aparca tan cerca del campo es gracias a ellos, que no debe ser agradable pasar tu tiempo libre en la cena conmemorativa de la Peña Atlética de Cartagena o tener que recordarles a los jugadores que aplaudan a la grada al final de los partidos y firmen cuatro autógrafos en los desplazamientos.

Y su razonamiento era claro. Representan a tanta gente que no pueden tomar un posicionamiento político en contra de una directiva, porque podrían no estar dando un reflejo veraz de lo que sus asociados piensan.

Sin embargo, en las últimas 24 horas, la Agrupación de Peñas ha lanzado tres comunicados a cada cual más surrealista, peor escrito y con más faltas de ortografía. El primero de ellos, para mostrar su apoyo a la gestión deportiva del club y anunciar su respeto a la manifestación del sábado como expresión democrática de una colectividad siempre y cuando no se haga en día de partido, por eso de no alterar a los jugadores, ya saben. El segundo para exigir a los medios la reproducción íntegra del primer comunicado y de paso recordar por dos veces que la manifestación convocada no está autorizada y el tercero para, esperen que me lo lea otra vez que no me ha quedado claro... Ah sí, el tercero, todo en mayúsculas creánselo, para justificar por qué no se habían puesto en contacto con las peñas antes de emitir el primer y el segundo comunicado y recriminar a los medios la cobertura que están brindando a las protestas convocadas.

Es decir, que escogen justo un momento como el actual, con la afición de uñas contra los dirigentes y los medios de comunicación dando más renglones y minutos de radio que nunca a esta corriente (bendito parón de Liga) para lanzar este “bastardo” mensaje de apoyo.

¿Y qué creen?, ¿Qué hablan de esos datos que ya conocemos? Sí, hombre, ya saben, los 14 años sin títulos, el descenso, la desaparición de las secciones, el desprecio a la cantera, los 200 jugadores, los 45 entrenadores… ¡Qué va! Justifican que dada la situación económica no se hayan hecho fichajes. Obvian las mentiras que se han contado, olvidan las promesas, los jugadores no vendidos, el rastrero traspaso de Heitinga.

Reflexionan sobre la escasa calidad de jugadores traídos otros años (¿por qué entonces no lo denunciasteis?) como justificación para la no llegada de otros nuevos a nuestra plantilla y se amparan en la deuda de la entidad (¿Por qué esta deuda?, ¿Por qué se dijo que se vendía a Torres o el Calderón para acabar con la deuda y ahora se defiende la venta de nuestro estadio sin que vaya a reportar ni un solo euro?, ¿Por qué esto tampoco se denuncia? ) para justificar la política de fichajes y traspasos.

En fin, que por todos estos motivos, los comunicados de la Agrupación de Peñas Atléticas han sido una auténtica decepción. Como representantes de las Peñas, de tanta gente, no deberían jugar con estas cosas, máxime cuando no representan el sentir de una afición que se está posicionando claramente (no hay más que ver las encuestas de los medios de comunicación) en contra de la directiva actual. Y a su lado, como voz comprometida, como representantes de la afición y no del club, deberían estar ellos.

Y denme medio minuto más para una última reflexión. ¿Y el Frente Atlético? Mientras todos se posicionan, incluso los que no deben, ellos se mantienen en silencio. Sé que actúan de forma autónoma y que serán ellos mismos los que habrán de decidir el momento y el lugar para pronunciarse. Pero, al mismo tiempo, creo que el grupo más importante de la afición, pierde una magnífica oportunidad de dar a conocer su sentir. Siempre han sido el único y verdadero motor de la afición dentro del estadio y como tal, se echa de menos que, fuera de él, no se pronuncien en defensa de los intereses del equipo que aman.

domingo, 6 de septiembre de 2009

HOOLIGANS DE CELULOIDE por Pablo Gasca de las Heras


Nada hay más aburrido que un fin de semana sin un partido del Atlético. Intentamos buscar alternativas a lo que para nosotros es normal. Pero cuesta. Y mucho. En el colmo de la desesperación bordeamos la locura: comidas eternas en casa de familiares, vamos al centro comercial con los críos, vemos ¿correr? el coche del Atlético de Madrid en no sé qué circuito de no sé qué fórmula... Y el tiempo, que nos vuela en el Calderón y aledaños, pasa más despacio que en Sildavia.

Aunque si no podemos ir al campo, ni ver a nuestro Atleti en la tele, sí podemos acudir al cine – en el caso que nos ocupa, en televisión – para pasar estas horas sin liga. Películas de fútbol hay muchas, pero la Dueña de esta casa me hace un encargo peculiar: Los aledaños de los estadios, las calles cercanas, los grupos de aficionados, los hooligans… así que, aunque son muchas las películas que trataron esta temática les destaco unas cuantas que, por un motivo u otro, me resultaron llamativas.

-Ultrà (Norte-Ultras-Sur en castellano): película italiana que nos cuenta las aventuras de un capo de los CUCS de la Roma. Aventuras en la calle, en la grada, amoríos y desamores. La película es mala. Pero mala de verdad. ¿Y por qué la destaco? Porque fue la primera que vi del tema. La primera pero no la última. Hasta tres veces y en tres idiomas diferentes (patrio, italiano y portugués) tuve la desgracia de verla en uno de tantos viajes interminables en autobús siguiendo a nuestro Equipo. Lo único que se puede destacar es el viaje en tren del grupo del Príncipe, así llaman al crack, de Roma a Turín.

-The Firm (El Firme): no confundir con la de Tom Cruise (aquí “La tapadera”). En mi opinión esta es la mejor película que se ha hecho sobre el tema del hooliganismo. La descubrí hace muchos años, una de tantas que ponía Telemadrid a la 01:35 am. Traumatizado por la anterior, no tenía muchas esperanzas. Me gustó y mucho. Nos cuenta la historia de los enfrentamientos entre diferentes grupos ingleses para abanderar la hinchada inglesa en la Eurocopa de Alemania 1988. Un joven Gary Oldman borda el papel de líder de los ICF del West Ham United. El director es Alan Clark, al que muchos conocerán de “Made in Britain”.

-Purely Belter (¡Qué pasada!): vamos a aparcar un rato el vandalismo. Muy buena y muy divertida esta comedia que conocí, sin querer, en los Renoir con tres espectadores en la sala: mi chica, un colega y yo. ¿Qué no haríamos por nuestro equipo de fútbol? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para conseguir el abono de temporada? Se irán sucediendo atracos, extorsiones, robos de coches. ¡Todo por el Newcastle United! El gran Alan Shearer aparece en un momento dado: genial el enfrentamiento entre la estrella futbolera y los dos protagonistas. El director, Mark Herman, haría tiempo después “El niño del pijama de rayas” (me lo acaban de soplar).

-Fever Pitch (Fuera de juego): ¿quién ha visto esta película y no se ha visto reflejado en Paul? Muchos, incluso, habrán tenido que lidiar con una Sarah. Estupenda la película y estupendo el concepto de vida de Paul: fútbol y música. El final nos cuenta aquel maravilloso Liverpool-Arsenal con la liga 88/89 en juego que en España seguimos por la Segunda. El Arsenal debía ganar por más de dos goles de diferencia y… ¿Terminará dejando Sarah a Paul?, ¿irá Paul a Anfield Road en el partido decisivo?, ¿ganará por más de dos goles el Arsenal? Véanla, en serio.

-The Footlball Factory (Diario de un hooligan): volvemos a los “gamberros”. Película “rara”. Me gustó mucho por su realismo, pero no su final exageradamente moralizante. Nos cuentan ahora la historia de un “segunda fila” de los Head Hunters del Chelsea. En el fútbol y fuera del fútbol. Cuenta con algunos golpes cómicos realmente maestros. Alguno de los actores (Frank Harper, por ejemplo) les sonarán de otras películas británicas.

-Green Street Hooligans (Defiende tu grada, creo que fue su traducción): anticipo en el cine de lo que hace poco sucedió entre las aficiones del West Ham United y del Milwall. La película parte de un error terrible: el actor principal, Elijah Wood. La historia tampoco es muy creíble: un estudiante estadounidense se convierte en tres días en jefe de unos malos malísimos del West Ham. La que lía es parda. Pero luego, al final... Se puede ver.

-There’s Only One Jimmy Grimble (El sueño de Jimmy Grimble): recomendable para ver con hijos, si los tienen, o sobrinos, en su defecto. Cuento infantil de los de antes pero en el fútbol. Un niño, apasionado del Manchester City, sueña con pisar algún día Maine Road. En el colegio tiene problemas con compañeros del United. Hay “brujas” y todo. Y un entrenador borracho (Robert Carlyle) ex-jugador del City. En el horizonte hay un torneo de fútbol con final en Maine Road. Pero el niño es muy malo jugando. Aparece la bruja y… Les ruego encarecidamente que la vean.

Y hasta aquí llegan mis “recomendaciones” para hacer más llevadera esta semana sin Atlético de Madrid. Alguna de ellas, además, les servirán para conocer un mundo diferente. Que las disfruten.

lunes, 31 de agosto de 2009

Uno de los nuestros

Parece que el acuerdo con el Everton es inminente. Dice la prensa que a lo largo del día puede hacerse efectivo el traspaso de Johnny Heitinga al club inglés por 5,7 millones de euros. Y nosotros que estamos acostumbrados a que pase todo lo contrario a lo que la prensa dice, esperamos que hoy vuelvan a equivocarse o que los que mal dirigen el Atleti utilicen el último medio gramo de cordura que les queda.

El Atleti busca laterales, y a Heitinga que es central pero que ha demostrado su solvencia como lateral, se le busca acomodo en otro equipo. Económicamente tampoco se entiende la operación. Hace tan sólo un año se desembolsaron 10 millones de euros por el holandés y ahora puede irse por poco más de la mitad para gastarse más dinero en otro refuerzo de "garantías".

Los que ya le habían visto jugar en el Ajax o en la selección holandesa aseguran que este ha sido su peor año. Cosas de la adaptación a un nuevo equipo, sistema, ciudad e idioma. Y ahora, que el jugador empieza a sentirse cómodo se le quiere enseñar la puerta de atrás.

Pero al margen de la conveniencia técnica y económica, Heitinga es uno de esos jugadores que yo siempre quiero en el Atleti. Alguien con carácter, con empuje, con garra. De los pocos de la plantilla que no duda en recriminar al árbitro las decisiones que considera injustas. Es un jugador que no se arruga, a los que imaginas en un futuro con el brazalete de capitán, de los que quieres que esté muchos años en el equipo.

Empecé a sospecharlo cuando vi la despedida que le brindaron en su ex equipo. La despedida de un jugador al que echarás de menos, pero también la de una persona, uno de los tuyos, al que le deseas lo mejor. Supongo que la misma que le hubiéramos brindado a Torres de haber tenido la oportunidad de hacerlo.

Nick Bakker, forofo del Ajax, en la despedida de Heitinga escribió lo siguiente: “Para mí, y para muchos otros fanáticos del Ajax, Johnny era algo así como tener a un auténtico hincha sobre el terreno de juego. El chaval pasó por todas las categorías juveniles del club hasta llegar al primer equipo, con el que ha jugado siete años. Los que somos del Ajax hasta la médula y no nos perdemos ni un partido a domicilio siempre hemos tenido la impresión de que él nos entendía sin condiciones. Siempre hemos sabido que él compartía nuestra pasión por el club. La expresión de su cara cuando nos enfrentábamos al Feyenord era legendaria; la misma que intentábamos imitar en todos los partidos los que nos sentábamos en las gradas.

Sobre todo era él quien fomentaba la estrecha relación que lo unía a nosotros. Se ponía a nuestro lado cuando no jugaba y era uno de los pocos jugadores que, ganaran o perdieran, se acercaba a nosotros después del partido. Siempre se apuntaba al pecho con el pulgar, orgulloso de nosotros, orgulloso del club... Si no entraba en el equipo, sabía que tenía que entrenarse mucho más y esperar que le sonriera la suerte la próxima vez. No se escondía y nunca dejaba que su ego pudiera más que él. Jamás se le oyó decir: “¡Si no juego, me largo!”.

John Heitinga también escribe su propio blog y a los pocos días de estar aquí ya hablaba con más sentimiento atlético que muchos otros jugadores que llevan años en la plantilla. Escribía el holandés cosas como esta… “Tener tu propio hogar es un gran alivio y te ayuda a aclimatarte antes. También te sirve para aprender más rápidamente el idioma. Hablo el español cada vez mejor. Si tuviera que ir al banco, seguro que me haría un lío, pero me las arreglo estupendamente en la panadería.”

En la victoria o en la derrota, Johnny siempre daba la cara para explicar lo bien o lo mal que se sentía. Así fue tras la derrota contra el Barcelona, “todos nosotros somos responsables de lo ocurrido. Nos quedamos completamente vendidos. Los primeros diez minutos fueron un desastre. Cuando por fin llegó la segunda parte, sólo queríamos que se acabara aquello de una vez por todas. Únicamente conseguiremos sacudirnos el polvo de este batacazo con una victoria en nuestro próximo encuentro. A todos los equipos les toca jugar partidos malos, pero anoche viví una experiencia por la que nunca antes había tenido que pasar. Y que no deseo volver a vivir jamás."

Pero además, es de esas personas a las que se las quiere en el vestuario. Hennie de Regt, entrenador de Heitinga de los 13 a los 14 años, comenta una anécdota que se le quedó grabada y que destaca la condición del joven como un auténtico jugador de equipo y líder futuro...“Si llovía y alguno de los jugadores se había olvidado el impermeable, John hacía que todo el equipo saliera a entrenar sin impermeable”, recuerda De Regt. “Así conseguía ahorrarle al compañero olvidadizo el enfado del entrenador. John cuidaba del resto del equipo. Solía decir que la lluvia no tenía nada de malo y que no era un problema entrenar sin impermeables”.

Por todas estas cosas, no quiero que se vaya. Que se marche de esta manera, sin haber podido demostrar su grandeza y su capacidad para ser un gran futbolista en el Atlético de Madrid. Me comentan quien ayer tuvo la mala suerte de poder ver al Atleti que Heitinga no estuvo bien, sin embargo, somos muchos los que tenemos grandes esperanzas depositadas en este jugador. Su traspaso sería un mazazo. Uno más de los nos han demostrado que sólo piensan en extrañas operaciones, ingresos y comisiones.

Cuando Johnny se marchó del Ajax, un aficionado escribió lo siguiente en un foro de seguidores “Johnny, querido colega del barrio, teníamos la esperanza de que nunca nos abandonaras. Eras la imagen de Amsterdam, la alternativa al emblema que nos arrebataron. Y, a pesar de todo nuestro sentir, te merecías este fichaje más que nadie en este mundo. Nos has demostrado tu inmensa valía. Eres un auténtico ajacied. Se me saltan las lágrimas sólo de escribir estas palabras… Te echaremos mucho de menos y siempre te recibiremos con los brazos abiertos cuando quieras volver a nosotros. Cuídate mucho.”

Ojalá nosotros podamos escribir algo parecido de este jugador. Con tanto respeto y agradecimiento. Ojalá podamos escribirlo cuando se retire. Dentro de muchos años.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Un asiento de Champions


Cambiarse de localidad en el Calderón es como comenzar el curso escolar en un nuevo instituto. Que sí, que los asientos están igual de sucios arriba que abajo (no han debido de tener tiempo de adecentarlos un poquito), que los baños dan el mismo asco que los de una sala de macroconciertos, aunque los nuevos tienen mayor profusión de telarañas y algo más de variedad entre sus inquilinas…

Además todos sabemos que los especímenes que pueblan nuestra grada se repiten cada tantos metros cuadrados: el señor del puro, la señora que grita, los tres jevis que comparten porros, el gordo con la equipación de Puma, los dos hermanos de gafas que llevan los cascos puestos, el chico de Fuenlabrada que se come un bocata de 19,69 pulgadas repleto de salchichón, el entrenador frustrado o el calvo que tiene tirria a un jugador y desea compartirlo cada medio minuto con todo el estadio.

Pero aún así, aunque el escenario y el atrezzo sean parecidos, debutar en un nuevo asiento no deja de ser como enfrentarte a nuevos compañeros de pupitre que llevan juntos muchos años. Y sabes que si tienes suerte caes cerca de los jevis, los hermanos y el chico de Fuenla y si la tienes mala… el calvo, el entrenador y la señora te dan la temporada.

La verdad es que he tenido suerte. A mi derecha, se sienta Alberto, que aunque todavía no se ha hecho con la elástica de Asenjo y está preocupado porque en la página china donde las compra no tengan su nombre, en los primeros 10 minutos ya había compartido con todo el sector 214 su procedencia palentina y su debilidad por el nuevo portero, las pipas Facundo y el Cristo del Otero. Me ha prometido demostrarme matemáticamente porque el Fondo Sur y el Fondo Norte no pueden entonar el mismo cántico de forma sincronizada. Ya les contaré.

A mi izquierda una chica muy mona con una indumentaria muy inadecuada para un día de partido. Inadecuada para mí, claro, que el resto de la grada y su orgulloso acompañante la encontraban de lo más apropiado para este tipo de espectáculos. Delante otras chicas (cada vez más chicas jóvenes en el Calderón, qué alegría) y atrás, el típico grupo de amigos de toda la vida que tienen motes propios para cada jugador, que recuerdan anécdotas de sus partidos juntos y que nos marcan su territorio nada más llegar.

- ¿Asenjo?, ¿Asenjo os gusta?, pero si tiene el culo gordo. Perdón, tiene el culo muy, muy gordo.
- Bueno sí, es que mi amigo es de Palencia y nosotros entonces somos de Asenjo, pero también somos de Johny, de Maxi y de Raúl García (de lo de Jurado no digo nada, porque es el primer día y hay cosas que nunca pueden decirse los primeros días sin que puedas granjearte la desconfianza de los demás de por vida).
- Pues muy bien, chavales, nosotros somos también de Johny, pero también de Antonio López y Assunçao. Bienvenidos a este sitio, aunque en vuestros asientos caen todas las pipas de arriba y tenéis una gotera justo encima.
- Pues muchas gracias. No te preocupes que allí arriba también teníamos lo nuestro.


Y acaba de empezar el partido y a los cuatro minutos te das con ellos el primer abrazo de celebración. De esos abrazos que se dan en el fútbol… porque esto es como en la Iglesia que das la paz a la venerable ancianita de al lado, aunque sospeches que no riega sus plantas y es de las que se cuela en la cola del súper.

La verdad es que fuera del Calderón, nadie me ha abrazado así, con tanta efusividad y alegría. Ni siquiera mi padre cuando me saqué a la quinta el carné de conducir, ni mi madre cuando le anuncié que definitivamente me marchaba de casa. Abrazos que unen a la milf con el jevi y al chico de Parla (¿o era de Fuenlabrada?) con el señor mayor que remata el abrazo con una cariñosa colleja.

Y a los cuatro minutos ya te sientes como en casa, como si desde ese mismo asiento hubieses visto aquel gol de Alemao o llorado cuando nos eliminó el Sión.

El resto del partido transcurre plácidamente. Poco fútbol para comentar, lo suficiente para meternos en la Champions, la de verdad, la buena y garantizarnos tres nuevas noches europeas. Que algunos lo celebran como si fuese un logro más que una obligación, aunque bien pensado el chico ese del chándal (sí hombre, el de Fuenlabrada) no ha conocido otro Atleti que el que nos robaron los Gil, no es cuestión de avinagrarle su fiesta.

Y se ve un encuentro que certifica que con el once titular podremos ganar muchos partidos, pero que si no llegan refuerzos vamos a pasarlo mal. Un partido para que veamos que Heitinga puede dar mucho juego en el lateral. O para que podamos pensar que por fin llega a la portería un sucesor a la altura de Molina. O para que recemos por tener al Kun durante muchos años y siga marcando goles como el segundo de ayer.

Porque cuando menos te lo esperas. Termina el primer partido del nuevo curso escolar y abandonas contenta tu nuevo asiento, mientras los de atrás siguen bromeando, el señor apaga su puro y los dos hermanos de gafas se hablan por primera vez – ya en las escaleras- para comentar con profusas estadísticas y datos contrastados las distintas posibilidades que nos pueda deparar el bombo el próximo jueves.

Estamos en Champions. En un asiento de Champions.

lunes, 24 de agosto de 2009

Simao y la zona Cesarini



Toda la gente que ha conseguido dejar de fumar suele contarte cómo lo lograron. Lo hacen desde una atalaya de superioridad moral, del que se sabe mejor por haber conseguido lo que el resto de mortales apunta en su lista de “deberías” una y otra vez, y también, claro, para brindarte consejos y apoyo en tan difícil tarea.

Ya no es como antes que los hombres te contaban su mili y las mujeres sus partos, ahora lo que prima son las experiencias vitales de quien consiguió apartarse de tan terrible adición: “Ocho años sin fumar ya” o “un día dije que me fumaba el último Ducados y hasta hoy” o “nada, sin chicles ni mariconadas, el caso es echarle huevos”.

Y te relatan historias distintas con final feliz (los fumadores, claro, no solemos referirnos a nuestros continuos fracasos) y todos coinciden que es cuestión de pasarlo mal durante una semana y que a partir de entonces todo empieza a mejorar.

Así que ayer se cumplía una semana desde que dejé de fumar. En menos de media hora, en cuestión de minutos podría haber pronunciado el “llevo una semana sin fumar” y justo cuando entraba en la “zona Cesarini” y tras siete días de angustia, insomnio y mal humor le dije a mi amiga Tere que me dejase encenderle su LM. Un LM que nunca se llegó a fumar.

Descubrí hace poco que la zona Cesarini son los últimos minutos antes de que algo acabe, una especie de sinónimo de “in extremis”. La expresión fue acuñada por un periodista italiano que narraba las peripecias de un futbolista especializado en marcar goles en los instantes finales de los partidos. Luego la expresión trascendió del fútbol a otros deportes e incluso a otros ámbitos de la vida para que a los que nos gustan estas tonterías podamos usarla prácticamente a diario.
-Apaga la olla que los macarrones están en zona Cesarini.
O
-¿A qué hora sales de trabajar?
- En segundos, estoy en zona Cesarini

Renato Cesarini fue un futbolista italiano que se crió en Argentina y que consiguió triunfar en los dos países. En los años 30 vistió la camiseta de la Juventus y fue internacional con la selección italiana con la que consiguió la Copa del Mundo de 1934. Cuenta mi amigo Tacitus en su blog que en su regreso a Argentina llegó a jugar en River y que, más tarde como técnico, fue uno de los forjadores de aquella delantera de ensueño conocida mundialmente como la máquina.

Ayer por la noche, mientras fumaba con deleite en la terraza de la cocina me puse a reflexionar en los goles del Atleti conseguidos de esta forma, en zona Cesarini. Los dos del año pasado contra el Barcelona o el Villareal, el que le marcó Arteche al Betis en aquella remontada épica y muchos otros que no consigo recordar (ayúdenme ustedes)… Sin embargo, hay uno que no olvidaré mientras viva y es el que consiguió Simao en aquella primera fase de la Copa de la UEFA frente al rival que nos visita mañana.

El empate nos valía y ese gol sólo serviría para clasificarnos como primeros de grupo y esquivar a rivales más complicados (luego fue el modesto Bolton el que nos dejó en la cuneta, pero eso ya es otra historia). Sin embargo, lo recuerdo como uno de los goles más intensamente vividos por la grada, más coreados, más celebrados… más sentidos.

Tiempo de descuento. Falta al borde del área. Simao que se apresura a coger la pelota, la coloca despacio, mira hacia el cielo, dispara y el balón entra limpiamente por la escuadra sin que su portero pueda hacer nada. Un gol perfecto.

Mañana esos griegos del Panathinaikos que se fueron cabreados al vestuario hace dos años nos visitan de nuevo. Parece que traemos un buen resultado y que el equipo no está jugando mal. Faltan pocas horas para volver a ver fútbol europeo en el Calderón, estadio que también ha iniciado su particular cuenta atrás. Queda muy poco para escuchar de nuevo ese himno y ver a unos niños agitando una lona. Unos instantes para volver a sentir ese cosquilleo en el estómago y rezar por goles que como aquel de Simao conviertan una noche de fútbol en una noche de magia. Entramos señores, en zona Cesarini. En zona Cesarini para volver a disfrutar de lo que más nos gusta.

jueves, 20 de agosto de 2009

Rupturas y reencuentros


En octubre íbamos a celebrar nuestro segundo aniversario, pero hemos roto hace unos días. Ocho años juntos si contamos nuestra primera época, la que pasamos en Almería. La ruptura -como todas, supongo - está siendo traumática. Las primeras horas le añoraba continuamente, tras dos días pude echar unas manos de mus sin acordarme de él y ayer, tras superar el partido del Atleti sin tenerle permanentemente a mi lado supe que lo peor ya había pasado. Se lo he prometido a mis padres y a mis hijas. Con el Marlboro no vuelvo.

Y tiene mérito, se lo juro. Ver la primera hora de juego del Atleti sin fumar ni dormirse, no encenderse un cigarro para celebrar los goles y no salirse a la terraza para dar unas caladas furtivas cuando el vecino vikingo canta los goles de los griegos. Pero lo más difícil ha sido salir hoy a desayunar, ver la portada del Marca y no llevar un mechero con el que prenderla fuego. Que mande en portada un partido amistoso del otro equipo de la capital y no el primer partido de Champions de un equipo español es una afrenta más en la larga lista del periódico que maldirige el Sr Inda, aquel que destapaba los desmanes de los giles en El Mundo y que ahora hace el Marca más mediocre de su historia. Un diario que basa la información del Atleti en rumores infundados, notas de prensa impropias del becario más bisoño y lo que es peor… en hacerle el juego a una directiva, la atlética, tan nefasta como la que está al frente de ese periódico.

En fin, que también me había prometido no volver a escribir en el blog mientras no tuviera nada nuevo que decir y sin embargo aquí estoy. Que sí que todavía no he hablado de dinamita, pegada, delantera de lujo e incertidumbres en defensa. Pero denme unos renglones y les hago una crónica clavadita a la del Shalke o a la del Erciyespor turco aquel que nos tocó en suerte hace dos años.
Quizás el Atleti de ayer tuvo algo más, poco, que los destellos de los goles y se vio un equipo más conjuntado, algo más cercano en sus líneas. Con un Maxi (un gusto tener que esperar tan poco para cerrar tantas bocas) a la altura de su mejor versión y que sirvió de enganche con los dos de arriba además de encargarse de abrir el marcador. También me gustó el centro del campo con Raúl García y Assunçao repartiéndose perfectamente los papeles y las tareas. Y en defensa…. En defensa lo de siempre… si Antonio López estuvo bien y Ujfalusi francamente bien, Heitinga y Juanito tuvieron fallos de los que te hacen santiguarte y suspirar.

¿Qué más? Ah sí, que Asenjo apunta maneras de portero de los que me gustan de esos que pueden hacer una parada con total facilidad desplazándose un paso a la derecha pero que prefieren adornarla con una palomita espectacular que para eso han estado una hora colocado (bien colocado) bajo los palos sin salir en la tele. Y Jurado… ¿No le ven como más hecho?, como el vecino del primero que se iba a la mili y a la vuelta había crecido tres palmos y le había salido bigote. Pues eso, que en este blog declarado “juradista” desde siempre brindamos por el regreso del chaval y le deseamos la mejor de las suertes para convertirse en algo más que el mejor peinado de la primera división española, que no es poco.

Así que ya he validado el abono para el partido de vuelta y he pagado los 20 euritos del último desmán de los del palco que se hartan de decir en la prensa que este año se mantiene el precio de los abonos y luego nos cobran un encuentro que siempre había sido de los de no pasar por caja. Una vergüenza, señores. Pero que le vamos a hacer, no voy a ser menos que Gonzalito Miró y si él puede ir al palco griego como representante del Atleti, no me voy a quedar yo sin estrenar mi nueva localidad y reencontrarme con los amigos. Reencuentro con ustedes después de tanto tiempo, reencuentros en la grada, reencuentro con las ilusiones de siempre, todavía intactas y sin un triste Marlboro para encenderme. Elegí un mal día para dejar de fumar.

martes, 10 de marzo de 2009

El empate


Fueron los únicos que acabaron contentos con el resultado del partido. Iván y Paula, Paula e Iván nos miraban con extrañeza cuando gritábamos, alzábamos los brazos, nos levantábamos del sillón, increpábamos al árbitro o cantamos los goles.

Iván dice que es de los dos equipos. ¿Se lo pueden imaginar? Primero del Madrid y un poquito menos así – dice juntando los dedos y guiñando sus ojos azules – del Atleti. Hace unas semanas, y previa autorización paterna, que con esas cosas no se juega, le hice socio infantil del Atleti y viene a algunos partidos con mi hija. También es socio del Madrid, no se vayan a pensar, y visita el Bernabéu un par de veces al año. Así que su padre y yo (que cuento con la complicidad de su madre, mi amiga Chusa) tenemos una lucha perpetua por hacer a Iván de nuestro equipo, de la que él, la verdad, pasa olímpicamente.

Paula no. Paula lo tiene clarísimo. Vive rodeada de atléticos. Su abuelo le cantaba el himno desde que era una recién nacida y paradójicamente, el 80% de los niños de su clase, con el profesor a la cabeza, son atléticos como ella. Paula que el año pasado salió llorando de casa de Iván, el día que el Kun Agüero marcó al principio del partido y el Atleti acabó perdiendo, el sábado parecía contenta. Cuando volvíamos a casa de la mano y yo todavía no sabía si estaba orgullosa, decepcionada, cabreada o esperanzada por lo que habíamos visto en la tele. Me apretó la mano fuerte y me dijo bajito que quería que el Atleti empatase. ¿Por qué, hija?, le pregunte extrañada. Porque así nadie se ha disgustado, me contestó cargada de razón.

Me miro en ella y me da un poco de vergüenza ver en lo que me he convertido. Que hoy, con un montón de amigos y compañeros en Liverpool estoy deseando que el Madrid quede fuera de Europa, mejor si es con gol de Torres. Espero que mi hija no herede ese antimadridismo porque eso significara que su Atleti, el que mañana se enfrenta al Oporto, pesa lo suficiente como para fijarse en el resto de equipos.

Y quiero que mañana salte al césped ese Atleti que remontó al Barça y que doblegó al Madrid. Deseo que la mordiente de los dos últimos partidos sea suficiente para ganar al Oporto y solventar la eliminatoria. Sería una fiesta y un orgullo para una hinchada que ya ha tenido demasiados disgustos y, después de todo, Iván viene al fútbol el próximo domingo. Ya saben lo que impresiona nuestra grada de fiesta y orgullosa, ¿no? Pues eso.

martes, 3 de marzo de 2009

Futbolistas ¿comprometidos?




¿Qué opinarían si se enterasen de que el cirujano que les va a operar mañana ha pasado la noche de “marcha” y se ha acostado a las siete de la mañana?, ¿y de un abogado que tuviese que defenderles en un juicio, del conductor que les lleva cada mañana al trabajo en un tren de cercanías o de la cuidadora que se queda al cargo de sus hijos en la guardería?...

¿Y qué ocurre en el caso de los futbolistas de nuestro equipo? Ellos no son responsables de nuestra vida, honor, seguridad o de la integridad de nuestros hijos, ¿verdad?

Sin embargo, los sueldos millonarios que cobran los que defienden una camiseta con nuestros colores engloban otras contrapartidas que van más allá de los goles que marcan sobre el terreno de juego. Son conceptos como profesionalidad, seriedad, respeto por la imagen del club y, en definitiva, compromiso con ese equipo en el que prestan sus servicios.

Un compromiso, que algunos de los integrantes de la plantilla del Atlético, y supongo que los de muchos otros clubes, no están dispuestos a asumir.

¿Es lícito que cuatro de nuestros jugadores tras la derrota contra el Valladolid y mientras en el Club se decide cesar al entrenador regresen a sus casas a las siete de la mañana? Quizás lo sea, igual ni entrenaban al día siguiente, pero a mí, qué quieren que les diga no me parece moral. Igual se piensan que en Boadilla o en Villalba o en cualquier pueblo de la sierra madrileña no hay atléticos que puedan reconocerlos, que merezcan su respeto. Pero ellos son así, les da todo igual. Póngame otra de lo mismo, oiga.

¿Cómo se acostaron ustedes después del partido de Oporto? Porque a mí me costó mucho conciliar el sueño pensando que era el último partido europeo que había visto en mucho tiempo. Pues sepan que mientras ustedes pasaban la noche en vela cuatro jugadores que disputaron ese encuentro hacían lo propio en un pueblo a 40 kilómetros de la capital. La única diferencia es que el motivo de nuestros desvelos y el de los suyos era bien diferente.

No es este artículo el sitio dónde dar nombres, ni señalar con el dedo pese a que estas dos salidas nocturnas, que seguramente no sean las únicas, estén completamente contrastadas. Saquen ustedes sus propias conclusiones a tenor del rendimiento de nuestros jugadores en el campo. Seguro que se equivocarán muy poquito. Me importa muy poco lo que hagan con sus vidas privadas y ni siquiera voy a jugar con el oportunismo de un mal resultado para hablarles de la “profesionalidad” de estos jugadores.

Les cuento esto ahora que hemos ganado a un Guardiola que se preocupa de llamar cada noche a sus jugadores para saber si ya se han tomado el Cola Cao. Lo denuncio ahora que preferimos dejar nuestras dudas de lado ante el inminente partido contra el eterno rival. Y lo hago desde la vergüenza que me da el hecho de asumir que son pocos, muy pocos, los futbolistas del Atlético que están comprometidos con sus compañeros, con su club, con los aficionados que los idolatran y, en definitiva, con el escudo que lucen en el pecho cada fin de semana.

Quizás la culpa sea de este fútbol moderno que ha hecho que los jugadores sean sólo empleados coyunturales de la empresa para la que trabajan de forma puntual, con el único vínculo de un contrato y una cláusula de rescisión que podrá romper un mejor postor. Quizás los culpables sean unos dirigentes que nos ponen en ridículo, sin necesidad, eso sí, de haberse tomado ni un vino. Quizás el culpable es el que ha hecho un atlético sin atléticos, sin madrileños, sin españoles. Quizás los culpables sean aquellos que no han sabido transmitirles la grandeza de estos colores, tal y como lo hicieron nuestros padres y nosotros lo hacemos con nuestros hijos.

Pero ya que no podemos exigirles que sean atléticos, como lo fueron Gárate, Arteche o Fernando Torres, sí podemos reclamarles que se comporten como tales. Con profesionalidad, respeto y compromiso por ese equipo, nuestro Atleti, que a nosotros nos da la vida y a ellos… a ellos les engorda la cuenta corriente.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Viejas aficiones, nuevas rivalidades



Una de las cosas que más disfrutaba cuando era pequeña eran los viajes con el Atleti. Cada año, la Peña Luis organizaba un desplazamiento y nos dábamos el madrugón para viajar en autobús y conocer un nuevo estadio.

Pucela, Valencia, Bilbao, Oviedo... no recuerdo gran cosa de las ciudades que visitábamos, ni de aquellos partidos que jugamos en Zorrilla, el Luis Casanova, San Mamés o el Tartiere, pero sí tengo grabado el ambiente de fiesta que vivíamos en cada uno de esos viajes.

Llegábamos a la plaza principal y nos bajábamos con nuestros gorros y bufandas rojiblancas para pasar las horas previas al encuentro paseando y visitando esas ciudades desconocidas para mí. Hablábamos con la gente, nos paraban por la calle y nos recomendaban los mejores bares donde degustar el plato típico o simplemente un menú más asequible en un sitio menos turístico.

Entonces no me chocaba el cariño y la simpatía que despertaba nuestra afición. Estrechaban nuestras manos, nos daban palmaditas, nos preguntaban por el equipo y nos decían que por favor, que esa tarde no les diésemos el disgusto y que dejásemos las victorias para los próximos partidos. Nunca tuvimos un problema. Nunca pasé miedo.

Recuerdo perfectamente cómo estuvimos con la afición de la Real Sociedad compartiendo bares y cánticos por el casco viejo de Zaragoza durante las horas previas a aquella final de la Copa del Rey. Hoy, sin embargo, 25 años después, mis hijas no podrán visitar Anoeta con una camiseta rojiblanca porque el hijo de otra persona fue vilmente asesinado en los aledaños de nuestro estadio, por el simple hecho de haber viajado para animar a su equipo.

Tampoco podrá ir a Sevilla, al Sánchez Pizjuan, porque un amplio sector de las dos aficiones se han inventado una rivalidad que nunca ha existido entre dos equipos que siempre se trataron con cariño y respeto.

Y si en nuestro fondo sur antes sólo se dedicaban canciones y burlas al incómodo vecino de la Castellana, ahora es el Sevilla el que despierta el odio y el desprecio. Internet ha contribuido a exacerbar este sentimiento nuevo y ya parece que el enconamiento entre las dos aficiones viene de siglos atrás, de alguna guerra disputada por un trozo de tierra. Pero no es así.

El pasado año, en un foro sevillista, escribieron un artículo incendiario para calentar el partido: “Yo a la Champions, tú a Intertoto”, se llamaba. En los foros colchoneros se correspondió con insultos y menosprecios. Ganó el Atleti y un aficionado de nuestro equipo recibió una brutal paliza que fue grabada con un móvil y colgada en un “youtube”.

Esta temporada las cosas no van mejor. Su peña ultra se encargó de traer a Madrid palos y bates de béisbol para los hinchas del Olimpique de Marsella y en cada partido del Calderón se les dedican unos cánticos que me da vergüenza reproducir. La violencia flota en el ambiente.
Esta semana en ese mismo foro de Internet se han dedicado a colgar fotos de aficionados del Atlético de Madrid y a humillar y reírse de todas esas personas. Gente mayor o chicas muy jóvenes, casi niñas, han sido insultados y sometidos a comentarios vejatorios, muchos de ellos de índole sexual. Aquí no se ha andado a la zaga, no se crean. Ayer llegué a leer en una página de atléticos que todos los sevillanos eran como los asesinos de Marta, la chiquita desaparecida y cuya trágica muerte se ha conocido esta semana.

Algunos justifican la violencia (o el racismo) en el fútbol, alegando que es sólo un reflejo de lo que vive nuestra sociedad. Pero yo creo que ha habido demasiada tolerancia y que desde los distintos Gobiernos y los propios clubes no se han hecho los gestos suficientes para acabar con ella.
Y ha llegado el momento de que todos nos paremos a reflexionar y acabemos de una vez por todas con esta locura antes de que el cuerpo de otro de nuestros hijos, sea cual sea el color de su bufanda, acabe desangrándose sobre otra acera cerca de un estadio.
No podemos permitirlo. En toda esta historia y, sin apenas darnos cuenta, ya hemos perdido demasiado. Y qué triste... hemos perdido todos.

lunes, 9 de febrero de 2009

Ni olvido, ni perdón



¿Cambió la actitud de los jugadores o simplemente tuvieron más suerte de cara al gol?, ¿creen que le estaban haciendo la cama a Aguirre o sencillamente es que el rival fue más asequible?, ¿les sorprendió Abel con algo más que la alineación de Antonio López en el carril izquierdo? Y lo que es más importante ¿creen que esta victoria apagará las voces de prensa y afición que por primera vez en muchos años se habían atrevido a mirar más arriba del banquillo?

Son muchas las preguntas que despierta este Atleti si uno no quiere conformarse con tópicos como lo del entrenador nuevo, victoria segura. Y son preguntas que se quedarán sin contestar al menos durante los próximos siete días. Porque sí, todos podemos elucubrar a estas alturas sobre si la disposición, tanto táctica como anímica, fue diferente, pero siempre nos quedará la duda de si ese gol tempranero de Agüero cambió todo el guión de los noventa minutos.

El Atleti volvió a ser ese equipo efectivo de finales de 2008, que no es un Barcelona, ya saben, pero que sí cuenta con unos señores capaces de resolver cualquier partido. No me hagan empezar de nuevo con la pólvora y la dinamita y la puntería que eso ya nos lo sabemos todos.

El caso es que marcó Agüero después de seis semanas y lo hizo Forlán, por partida doble, y sin grandes celebraciones, después de cuatro. Dijo Abel ante los medios que el equipo había asimilado sus ideas, pero eso tendrán que demostrarlo ante el Getafe y ante los difíciles compromisos que se avecinan. Que sí, que hubo más presión y el equipo se plantó más adelantado, pero durante todo el segundo tiempo volvimos a ver pérdidas de balones en pases sencillos, juego aéreo que siempre controlaba el rival y despistes en defensa que sólo el acierto de Leo Franco evitó que acabasen en gol.

Sin embargo, lo que más me inquieta es que se frene esa corriente de denuncia de los medios iniciada hace bien poco y en sospechosa coincidencia temporal. Si el equipo va bien, todo va bien; estamos a dos puntos de la Champions, no hay que desestabilizar a la plantilla, ¿les suena, no? Y eso es lo que me daría mucha pena, que los matorrales impidiesen de nuevo ver la presa, que el humo no dejase adivinar dónde está el fuego o que el buen tiempo hiciese olvidar lo mal preparados que estuvimos ante el último temporal.

Pero es que hasta a mí, que me acusan de corporativista con los compañeros de los medios, me ha sorprendido su dedicación durante esta semana. Los minutos en los programas de las doce, las columnas en la prensa, el lenguaje común, los argumentos al descubierto. Con malos resultados, con el cese de un entrenador, sí... pero también lo que hemos vivido tantas otras veces, incluso con un descenso a segunda, sin que se haya levantado una voz, sin que haya pasado nada.

Y si las protestas ya no se limita a los “catorce” de siempre y se extienden en la grada, si ya no somos sólo los “bloggeros” los que les hablamos a ustedes de apropiación indebida, de nefasta gestión o de afrenta a nuestra historia, si la denuncia abandona el territorio de los foros para llegar a la opinión pública, una se queda con la sensación de que se ha ganado mucho más que tres puntos. Y sería una pena que esos tres puntos, los primeros de Abel, los que tan bien nos vienen, los que nos acercan hacia nuestra zona legítima, frenasen esa corriente que vale mucho más que tres, treinta o trescientos puntos. Yo estaré en la puerta cero el próximo domingo, ¿Y ustedes?

lunes, 2 de febrero de 2009

2 de febrero, Groundhog Day

Hoy se celebra el día de la marmota. Una costumbre tradicional del pueblo de Punxsutwaney, en Pennsiylvania, en la que cada dos de febrero se intenta predecir la duración del invierno por el comportamiento de la ya famosa marmota Phil, inmortalizada en la película Atrapado en el tiempo.

Muchos seguidores del Atlético de Madrid solemos resumir con esta frase, “el día de la marmota”, la situación de nuestro equipo. Pasan los días y nada cambia. Se relevan los entrenadores, cambian los jugadores, se bautizan los proyectos y todo sigue igual. Triste, frío, mediocre y gris, muy gris.

Cuenta la historia que los inmigrantes alemanes llegados a Pennsylvania confiaban en este método para saber cuando tenían que cultivar sus tierras. Si la marmota al salir de su guarida en invierno veía su sombra, en un día soleado, se asustaba y volvía a su hibernación por seis semanas más. Si no había sol y por tanto no veía su perfil sombreado, pensaba que ya había llegado la primavera y salía confiada de su madriguera.

Se asomó ayer el Atleti a repetir el guión de las últimas jornadas, no le gustó lo que vio y decidió seguir invernando durante todo el partido, tal y como ha estado haciendo desde principios del nuevo año. Sin embargo, ayer la afición, que otras veces se ha conformado con el comportamiento del equipo y se ha ido a casa meneando la cabeza, silbando a Pernía o pidiendo la dimisión de Aguirre, por primera vez rechazó el guión establecido y decidió que con marmota o sin ella, el invierno en el Atlético de Madrid ya dura demasiado.

Ayer, una afición aterida de frío y fiel como pocas, gritó por fin contra los verdaderos culpables, ya no de la actual marcha del equipo, si no de la transformación de lo que era el Atleti, nuestro Atleti, en un ente amorfo sin personalidad, ni carácter.

Más de 100 personas lo cantaron desde la puerta cero, miles se volvieron al palco para pedir responsabilidades, el Frente Atlético cambió sus “lololos” por “fueras del Calderón” y los medios de comunicación recogieron por primera vez en muchos meses la sensación de hartazgo del aficionado atlético.

El Groundhog Day tiene poca base científica, la verdad. Según el Nacional Geographic la marmota sólo ha pronosticado el final del invierno correctamente el 28% de las veces en 60 años.

Pero a mí, que quieren que les diga, esto me parece un paso de gigante en la lucha que muchos hemos hecho nuestra para conseguir que nos devuelvan a nuestro equipo, que dejen de hacer negocio con nuestros sentimientos los que se hicieron con ellos de forma indebida.

Doy por buena la derrota, si con eso se consigue que algo cambie, que no volvamos a vivir una y otra vez el guión escrito por los que nos mal dirigen. Es muy duro decirlo, pero hoy por hoy, si perder partidos significa que la gente se conciencie y que los medios se hagan eco, si eso puede forzar a los dueños a vender la propiedad conseguida ilegítimamente, según reconoció el Tribunal Supremo, si eso supone su marcha... bienvenidas las derrotas.

No me gusta perder ni a las chapas, pero ya les digo que antes de que el equipo desaparezca bajo los mandos de dos que lo quieren mucho menos que nosotros, prefiero un Atleti en mitad de la tabla, sin ellos, que otro campeón de Champions con Cerezo y Gil Marín levantando la Copa.

Feliz Día de la Marmota

lunes, 26 de enero de 2009

José Manuel Jurado y un Atleti sin él


Igual se pensaban que yo era la típica periodista partidista y ventajista que estaba esperando a que José Manuel Jurado hiciese un gran partido para lamentarme de su ausencia en nuestro centro del campo. ¿Sí? Pues han acertado.

Hoy Jurado acapara los titulares de la crónica de la victoria del Mallorca sobre un Valencia contra el que el Atleti no ha podido. Firmó dos goles, uno de ellos de esos que si lo marca Robben o Messi lo estaríamos viendo hasta el día del juicio final, y propició el otro al forzar un penalti que transformó Martí.

Mientras, el Atleti sacaba un empate en Málaga mostrando las mismas carencias (por no decir vergüenzas) de las últimas jornadas. Nuestro equipo volvió a demostrar que le falta un “tío” en el centro del campo encargado de crear juego, de abrir el balón a las bandas, que no tenga miedo de avanzar unos metros con la pelota controlada y que regale asistencias a los dos de arriba, ayer completamente desconectados del resto del equipo. Y pudo ganar el Atleti si se hubiera transformado alguna de las ocasiones clarísimas con las que contó, si Maxi se hubiese dejado caer en el área tras un penalti "de libro", si hubiese entrado la última de Antonio López.

Dice mucha gente que José Manuel Jurado no es jugador para el Atleti, que precisamente un partido como el que hizo ayer demuestra que es un hombre para un Mallorca, un Racing o un Recreativo. Esto es lo que más me sorprende porque si una lee la pléyade de jugadores que han desfilado por nuestro equipo, se topa con nombres que no valen ni para el primera más modesto.

¿Acaso creen que Jurado aportaría menos en nuestro equipo que Maniche?, ¿le ven menos dotado que Banega?, ¿sospechan que está en peor forma que Raúl García?
Otros nunca le perdonaron al chaval gaditano que recalase en la cantera blanca antes de llegar al Atleti a través de una de esas “operaciones” a las que nos tienen acostumbrado las mentes pensantes de nuestro equipo.

Sin embargo, Jurado ha dado muestras sobradas de ser un jugador que sabe estar. Raramente tarjeteado, celebrando los goles de sus compañeros como los propios, nunca levantando la voz ante sus numerosas suplencias, nunca reclamando más continuidad en su juego o una posición distinta en la que se encontraba más a gusto, marchándose del Atleti sin esbozar un sólo reproche...

Ayer mismo José Ramón de la Morena le entrevistaba en El Larguero y le preguntaba por su paso por el Atlético de Madrid y su falta de respuesta a las expectativas creadas cuando militaba en el Castilla. Era quizás la noche para reivindicarse después de lo demostrado en Son Moix. Pues no, nuevamente no buscó excusas en terceros que justificasen su situación y se dispuso a mirar adelante confiando en que la suerte, hasta ahora esquiva, le acompañe en el futuro más inmediato.

No se preocupen que al próximo año aplaudiremos a José Antonio Reyes cuando se acerque al Fondo Norte a sacar un corner. Quique Flores no cuenta con él y ayer dejaba claro en El Marca que ha vuelto a las andadas y que no es el mismo de principios de temporada. Nos venderán al utrerano, eso sí, rehabilitado y besándose el escudo, como la solución a nuestros problemas. Mientras, leeremos nuevas crónicas con titulares elogiosos para ese chico tímido de Cádiz, que como tantos otros, no pudo triunfar en nuestro equipo. El mundo al revés.

martes, 13 de enero de 2009

Opiniones, sentimientos y el nuevo Atleti



Me gusta pasarme a diario por el foro de opinión atlética de Señales de Humo. Allí encuentro, a gente que sabe mucho de fútbol y futbolistas, capaces de debatir durante cuatro páginas las ventajas e inconvenientes de un determinado sistema de juego o las cualidades de un chaval de la cantera al que siguen en el Cerro del Espino.

Y lees textos excelentes firmados por un tal Panadero Díaz o Pereira o Leivinha o Mendoza o Kiko o Futre. Pseudónimos (nicks, como se dice ahora) de viejas glorias atléticas bajo los que se discuten con pasión las actuaciones de determinado jugador, el sistema de Javier Aguirre o las alineaciones elegidas para enfrentarse al equipo de turno.

Pero sobre todo me gusta estar en esa casa, porque encuentro a gente que se siente como yo. Ciclotímica, bipolar, vehemente... en la victoria y en la derrota. Gente que reacciona y se expresa tal y como yo me siento cuando encadenamos quince partidos sin perder o cuando se da una pésima imagen, como la de los últimos tres partidos.

Y una que se encuentra, ya saben ustedes, en pleno proceso de desarraigo con la afición atlética, que no entiende ni que el fondo sur bote con una tonadilla alegre cuando perdemos 1 a 3 con el Athletic, ni que el resto del campo grite enfurecido el “Aguirre, vete ya” y no dediquen uno sólo de sus pitos a los verdaderos causantes de tanto desatino, pues me siento identificada con las cosas que allí se dicen, (se postean, se dice ahora) pero sobre todo con las sensaciones que genera nuestro equipo.

La pasada semana tras la casi segura eliminación de la copa del Rey alguien escribió un mensaje (topic, se dice ahora) titulado “no aguanto más”. Se trataba de una reflexión, probablemente en caliente, sobre las repercusiones de los 20 años de “gilismo” en su estado de ánimo, tras 25 años como abonado y mirándose en el espejo de su hijo que por primera vez no había querido ir al fútbol.


“Pero de camino al campo, solo una vez más entre tantos extraños con bufanda del que era mi equipo, me invadió una tristeza infinita, estaba pensando en dejarlo todo, en dejar el equipo de mi abuelo, del que fue socio, todavía conservo su carnet, el equipo de mi padre, del que fue socio, ya no va al campo, el equipo de mi hermano fallecido del que fue socio, el único equipo que he tenido en toda mi vida. La única razón que me mantenía atado a este equipo sucedáneo se había esfumado. A finales de año no renovaré mi abono, ni el de mis hijos, después de tantas generaciones de atléticos han conseguido separarnos de esta pasión, les podría perdonar todo el daño económico y social que han hecho al club, pero esto es un ataque directo a mi familia y nunca se lo podré perdonar.”

Me impresionó profundamente el mensaje de esta persona (forista, se dice ahora) y las reacciones en cadena que provocó, de unos relatando también su desánimo y cansancio, su sensación de pérdida y de lucha injusta, mientras que otros reflejaban su rechazo a las nuevas modas que pueblan nuestras gradas, a las consecuencias del fútbol moderno que tanto nos alejan del deporte que amamos.

En medio de la amargura alguien apuntó que pese a todo esto, no podía pasar sin el Atleti. Les transcribo sus palabras de forma textual... “En mi caso, dejar mi abono, mi localidad, mi asistencia al Calderón partido tras partido, me produciría una muerte en vida. Me convertiría en una especie de zombi. No, pese a que el club y la afición del Atleti del siglo XXI ya no se parecen a los que yo conocí de pequeño, no podría hacerlo. No sé cómo explicarlo, pero este club, esta camiseta rojiblanca y este escudo han marcado tanto mi vida que sería prácticamente imposible para mí dejarlo a un lado.”

Y poco a poco, algunos fueron contando qué les llevaba al Calderón cada domingo. Los que vivían lejos y hacían un esfuerzo, los que provenían de una tercera generación de atléticos, o en los que ese sentimiento había nacido de forma espontánea, incluso en la más absoluta soledad. Y es en ese momento cuando me sentí tan terriblemente identificada con ese grupo de gente que conseguía en un margen muy pequeño de tiempo transformar su hastío en esperanza, su cansancio en ilusión.

Muchos de nosotros, los que lo tuvimos fácil porque en nuestra familia eran rojiblancas hasta las sábanas y mamamos el sentimiento desde la cuna, conocimos a un Atleti capaz de lo mejor. Perdía partidos, claro, pero tenía la garra y el coraje para enfrentarse ante el más grande y plantarle batalla. Ese Atleti mañana saldría al Nou Camp a llevarse la eliminatoria.

Yo le pido a este otro Atleti que no deje que el niño que no quiso ir al fútbol, el hijo de un forero llamado “Luiqui”, no tenga abono la próxima temporada. Que ese niño no crezca sin conocer a ese equipo, que nos hizo diferentes y, en ocasiones, tan felices.

miércoles, 7 de enero de 2009

Ti-ti-ti-ritando


Los días de Reyes ya no son como los de antes. Que sí, que me apetece mucho leer el último de Murakami y el “Grown up wrong” de los Real Kids tiene una pinta estupenda, pero no es eso.

Me tienen que reconocer que no es lo mismo ir a la tienda, pagar tus regalos, envolverlos y colocártelos en la zapatilla que cuando era Melchor el que te sorprendía, aunque no acertase tanto.

Con el Atleti pasa un poco lo mismo. Quieres poner la misma cara de sorpresa que cuando ves tus regalos junto al árbol pero en el fondo es tan previsible como lo que vas a encontrar debajo de los papeles de colores.

En una tarde noche como la de ayer, pero de aquellos años en los que otros eran los encargados de mantener tu ilusión, si mi padre me hubiese llevado al fútbol, mi madre hubiese refunfuñado mucho y al final me hubiese puesto el pijama bajo la ropa, me hubiese preparado un termo con colacao y un bocadillo de tortilla y me hubiese despedido con un beso, ajustándome la bufanda de lana.

Ahora, que soy yo la que se despide con un beso cuando sale de casa para ir al fútbol, cada vez encuentro menos motivos para estar en esa gélida grada, sin pijama, sin colacao y sin bocadillo de tortilla.

Fútbol tampoco. Al menos por parte de los nuestros. Aunque no es plan de volver con la cantinela de siempre de que si Pernía no es Tomás, ni Maniche es Votava, ni nadie tiene ya los huevos de Arteche o el orgullo de Marina.

Ni la indolencia frente al Valencia, ni la impotencia frente al Barcelona, ni la pésima imagen que da este equipo en el que cuesta tanto reconocerse. Ni siquiera el resto de aficionados con un comportamiento impropio de esta hinchada. Y no lo digo por los aplausos a Messi – merecidísimos, por cierto- que tengo la suficiente edad para haber visto al Calderón en pie aplaudiendo a Kempes sin que nadie cuestionase su atleticismo.

El caso es que ayer me sorprendí un par de veces entre tiritonas preguntándome a mi misma qué estaba haciendo allí, qué me había empujado a dejar a mis hijas con sus juguetes nuevos y marcharme al Calderón a pasar frío y penalidades. ¿Y saben qué?, que cada vez tengo menos respuestas a esa pregunta y que aunque luego sufro amnesia y dos victorias y un empate me ponen como una moto, empiezo a cuestionarme si no ha llegado el momento de acabar con esta relación que me hace pasarlo tan mal.

Porque tengo claro que mientras sigan Cerezo y Gil Marín al frente de este equipo, podré poner cara de sorpresa, pero ya no me engañan con su timo recurrente y descarado. Que son ya muchos años escribiendo la carta en agosto pidiendo la bici nueva y descubriendo en enero que, un año más, te han traído un saco de carbón.