miércoles, 24 de diciembre de 2008

SORDOS por María José Navarro


El Alcalde de Madrid y el Presidente del Atlético de Madrid han firmado el certificado de defunción del Estadio Vicente Calderón, al que la Uefa considera de cinco estrellas, esto es, la repera.

Que Cerezo no haya pensado en los que nos resistimos a las bondades del traslado no me extraña: ya estamos acostumbrados a que esgrima que el club es suyo para hacer lo que le parece sin contar con nadie, incluso a que nos llame despectivamente «nostálgicos» como si nos estuviéramos aferrando a una cajita de conchas con olor a chocolate rancio; si lo suyo es modernidad, seremos muchos los que nos instalemos inmediatamente en la nostalgia.

Mucho más chocante me parece que el Alcalde haya despreciado no sólo a los atléticos sino a los ciudadanos, ya algo acostumbrados a que nos meta en obras faraónicas sabiendo de antemano que no se acabarán bajo su mandato y conociendo, además, su gusto por considerar a los vecinos como incapaces para entender sus razonamientos. Gallardón ha llevado el acuerdo con un oscurantismo sospechoso y ni siquiera ha tenido a bien explicar los pormenores de una operación que incluye un parque para lavar conciencias y, de paso, un porrón de pisos de precio libre para estar en lo que estamos, amigos.

Gallardón va a ceder suelo público a unos señores particulares, o sea, a una empresa privada, eso para empezar. Para seguir, lo hace con Gil Marín, condenado por estafa por simulación de contrato. Lo hace sin haber preguntado qué piensan los que semanalmente pagan por sentarse en el Calderón y abocando al club a que se entrampe para los restos, aumentando su deuda.

El Atlético tendrá que pagar casi 200 millones de euros para ampliar La Peineta, pero si Madrid consigue los Juegos se verá obligado a jugar durante meses en un miniestadio en su nueva ciudad deportiva, hoy inexistente. Pagará también la pista de atletismo y su retirada, y el estadio no pasará a propiedad del club hasta 2017. Y luego podrá usarlo en cesión administrativa, es decir, usarlo pero no venderlo. Gallardón nos dice que salimos beneficiados porque estaremos en una ciudad cosmopolita y feliz, aunque impersonal, con el Atleti de embajador. Y no nos dice nada más.

A Cerezo no hay forma de votarle, casi ni de oponérsele. Al Alcalde, sí. Ojo.
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Artículo publicado en el Diario La Razón

domingo, 21 de diciembre de 2008

Celebraciones



Ver al Atleti celebrar sus goles es tan bonito como ver al Atleti marcarlos. De cómo los marca les hablan todos los días los periodistas en sus páginas. Tanto que una comienza a aborrecer las palabras pólvora, puntería, inspiración o pegada como justificación de todos las cosas buenas que le pasan al equipo. Esos goles confirman la calidad de cuatro jugadores que hoy saltan juntos al césped en nuestro Atleti. Una de las mejores delanteras de Europa.

Las celebraciones hablan de unas cosas y desmienten otras. Si Forlán (aunque una prefiera que se levante la camiseta, aunque sea un poquito) se quita el abrigo y lo lanza al aire cuando el Kun marca no debe de estar muy preocupado por esa insana competencia que algunos les han querido adjudicar. Si Maniche parece el más contento del equipo con los goles de sus compañeros no tiene mucho sentido seguir hablando de un jugador indolente que se borra y que sólo busca su lucimiento personal con alguna que otra filigrana hacia la cámara. Si Maxi busca a Banega, si el Kun busca a Maxi, si Sinama busca a l Kun, si todos se persiguen, si todos se abrazan, algo estará haciendo bien el entrenador que para algunos no prepara los partidos y para otros es tremendamente conservador.
El regreso de Maxi, la solvencia de Asunçao (el nuevo Costinha dije yo cuando le ví en su primer partido. Menuda visionaria), el aporte de Sinama, lo acertado de los cambios. Me gustó casi todo en este Atleti que no hace dos partidos iguales para desespero de los estrategas.

Puede servir esa unión para explicar el porqué el sábado se ganó al Espanyol dejando al Atleti en zona Champions para lo que queda de año. Un “todosauna” que hace que se lancen al ataque cuando el Espanyol empata aunque evidencie, una vez más, que cuando van por delante ceden el control al contrario sin volcarse en la sentencia. Unidad y compromiso que van de la mano con las estadísticas. Fríos números que hablan de que no habíamos marcado tantos goles a estas alturas de la temporada desde hace 50 años (dejen, dejen la pólvora), que llevamos 15 partidos sin perder (con 7 empates, no saquen la bufanda por la ventana) y que casi hace 10 años que no acabábamos la temporada con una victoria (este dato no aporta nada, pero ya que alguien se ha molestado en comprobarlo tendremos que hacerle la cobertura).

Así que se hartarán estos días de escuchar y leer titulares sobre “navidades rojiblancas”, no esperen mayor originalidad, que aunque ahora a los “puretas” les ha dado por recriminarnos que nos alegremos tanto por enseñar dorsal al Madrid, aunque sea por un puntito, es más que suficiente para que a nosotros, los simples, nos alegre estas fiestas tanto como esa posición de Champions y los duelos venideros contra Barça y Oporto en las otras dos competiciones. En todas estamos vivos. ¿Quién lo iba a decir?

lunes, 15 de diciembre de 2008

¿Y si soy yo la equivocada?


Pronto descubrí lo que era ir a contracorriente. Con ocho años ya me interesaba más un balón de fútbol que una muñeca, a los dieciséis mis amigas se iban a Aire y yo a Rockola, suspiraban por unos Martinelli y yo por unos jamshoes, escuchaban a los Hombres G y yo a los Ramones de Algete. En fin, supongo que todos los del Atleti nos hemos sentido así en alguna ocasión. Los bichos raros, cuando imperaba la “bajona” y los especiales, cuando remontaba la autoestima.

Cuando sientes que vas a contracorriente no hay nada mejor que refugiarte con los tuyos en ese emplazamiento estratégico en el que sientes que has encontrado tu lugar en el mundo. Ese sitio ha sido durante los últimos cinco lustros el Vicente Calderón. Ya no.

Ayer una esperaba que el Calderón dijese su última palabra respecto al impuesto traslado del estadio, que la gente que tantas veces había sufrido, saltado, cantado, gritado, aplaudido, hecho la ola al mismo ritmo que una, que acompasaron el latir de su corazón al mío… volvería a hacerme sentir orgullosa, propietaria legítima de un sentimiento de pertenencia. Como siempre, una de los nuestros.

Pero no. Ya no. Ayer yo creía que la gente gritaría indignada por el derribo del Calderón, que consideraría una afrenta el traslado, que cuestionaría los números, que reclamaría que se la escuchase, que pediría explicaciones airadamente, que desplegaría pancartas. ¿Cómo puede importarme a mí tanto y a los demás tan poco?

Posiblemente soy ya la equivocada, la que vuelvo a errar de bando, la incomprendida. No es posible que 50.000 personas, de los míos, piensen una cosa y sólo 200 otra. ¿Cómo es posible que mi idolatrado Gárate asista con complacencia a la firma del convenio de la vergüenza?, ¿puede alguien explicármelo?

¿Puede alguien explicarme cómo la mejor afición del mundo, la hinchada que en las buenas o en las malas jamás dejará a su equipo, puede consentir este despropósito?

Me siento tan distanciada de la gente que ayer gastaba silbidos en Luis García, que insultaba al Sevilla y al Marsella, que sonreía por la “racanería” de sacarle un punto al eterno rival que hoy no voy a hablar de la victoria que lo hace posible.

Hacer bromas sobre Nelson o la portada del Forza Atleti, decir que la camiseta del Betis no es del Betis, reseñar la recuperación de Maxi, la confianza en Asunçao o la solidez de Ujfalusi, reiterar cosas de pólvora y de pegada y especular con próximos resultados hoy no sirve para nada. Esa falta de comunión hace que hoy me sienta más ajena a un sentimiento que nunca me tuvo a contracorriente.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Pero qué pena

Hace ya casi año y medio escribí un texto sobre el Vicente Calderón que significó el comienzo de este blog. Después han venido muchas entradas, muchos comentarios, muchas tardes de charla sobre el Atleti, muchas palabras escritas y muchas más derramadas en los bares.

Ha sido un tiempo de reencuentros... Tommi, Adalberto, Paquito, Iván. De conocer a mucha gente nueva, a Nacho y los suyos del Matani, los ipunkrockeros, los amigos de Señales. Un año y medio repleto de fútbol y amistad contados en el blog. Hoy que escribo la entrada número 100 es un día triste.
Triste porque se firma la sentencia de muerte del Vicente Calderón y me es muy difícil pensar en otro lugar en el que haya pasado tan buenos ratos, durante tanto tiempo. Son ya más de 25 los años que llevo acudiendo cada 15 días a ese barrio tan lejos del mío, tan distinto... y me es tan difícil imaginarme en otro sitio, que me siento completamente desconcertada como aquel al que desahucian de la casa de toda su vida.


Hoy vuelvo a pegarles aquella entrada que fue el principio de toda esta aventura escrita. Y que hoy, con la sentencia de muerte del Calderón, cobra un nuevo significado para mí.

MI VICENTE CALDERÓN

Tenía doce años recién cumplidos y el carnet de socia había sido mi regalo de cumpleaños. Era un sábado de octubre y jugábamos contra el Barsa. Por el atleti, Pereira, Marcelino, Juanjo, Arteche, Quique Ramos, Marina, Manolo Agujetas, Pedraza, Hugo Sánchez y Rubio. Con el Barcelona venían Shuster, Marcos, Julio Alberto, Victor, Moratalla, Alesanco.

No recuerdo muchas cosas del partido, más allá del resultado. Un empate a uno con un gol de Hugo Sánchez de penalti y un gol postrero de Marcos, pero tengo grabadas muchas sensaciones de aquella noche: el color tan intenso del césped bajo los focos y cómo resaltaban las rayas rojiblancas, recuerdo a mi padre fumando un habanos tras otro y contándome cientos de historias, recuerdo a toda esa gente que ese día conocimos y que llegaron a ser como de nuestra familia: al frutero, a Tomás y a su madre, la viuda, y sus hermanos -uno del Betis, otro del Bilbao, siempre discutiendo - a los chavales de Aluche, al cura que maldecía a los árbitros, al doctor que llegaba de Guadalajara y repartía recetas para todo el que las necesitase... con ellos fuimos a Lyon y a Zaragoza y a conocer el nuevo campo del Valladolid y a Sevilla cuando el campo del Betis era el Benito Villamarín y a Valencia, al Luis Casanova....

Luego las cosas debieron de ir mejor en casa porque nos cambiamos enfrente, a cubierto, como decía mi padre con orgullo, pero nunca olvidaré aquel trocito de grada. Todavía me llaman "la niña" cuando nos encontramos por el estadio y aunque han pasado 25 años nos seguimos riendo de cuando Matías gritaba que a sus 57 años, si él marcaba a Maradona no se le movía o cuando su bota dio la vuelta al Metropolitano y volvió a sus manos con vino. Todas esas personas me enseñaron lo que es el amor por el ATLETI, más allá de los partidos, las derrotas, las alineaciones, las directivas...
Hace ya dos años llevé a mi hija mayor por primera vez al Vicente Calderón, mi estadio. El Atleti jugaba contra el Betis, en el día de las Peñas, y de nuevo, ese día, el resultado fue lo menos memorable. Pero yo, como en su día hizo mi padre conmigo, le conté mis vivencias, todas las vividas en esa grada, en ese campo. Le narré cómo Kempes nos metió un gol desde el corner, cómo Futre hizo cinco regates imposibles para acabar marcando, le conté que yo vi el gol de Vieri desde la misma línea de fondo, desde dónde la enchufó Alemao aquel domingo, y porqué están esas flores en el corner...
Y así hubiera podido estar durante partidos y partidos. Porque desde la grada del Vicente Calderón aplaudí siempre a Pedraza (Mi Torres), vi cómo se las gastaba Arteche, me sorprendí cada vez que Tomás sacaba de banda y su saque era como un corner, conté los minutos para que Abel cumpliese su récord y lloré como Toni cuando bajamos a segunda. Porque un día les contaré que yo estuve el domingo que Torres debutó en primera o en aquel partido en el que Kiko hizo el arquero.
Pero ahora ya sabemos que todos esos recuerdos y los de tantos miles de atléticos se reducirán a escombros por el capricho de unos dirigentes y la complacencia de unos políticos, que tendremos que ponernos “el mundo por Peineta”, y que los indios ya no acamparán en la orilla del río...Pero allí, en nuestro Vicente Calderón, se quedarán nuestros sueños.
Allí se construirá un parque en el que cuando el aire meza los árboles se escucharán de nuevo los “uisssssssss” y cuando el viento sacuda fuerte, como en el corner del fondo Norte, hace 25 años, a alguien le parezca que están cantando GOL

lunes, 8 de diciembre de 2008

El espejo

El Atleti se enfrentó el sábado a otro Atleti. Disputó un partido contra una versión de si mismo, llamada Sporting de Gijón.

Salió el Atleti y se miró al espejo. Un espejo con reflejos de equipo rojiblanco como el Atleti, sólo que los nuestros lucían de azul, de azul marino.

El Sporting se aprendió el guión de otros tantos Atletis que hemos visto actuar esta temporada y la anterior. Jugó bien y en ocasiones bastante bien. Salió con ganas y el arreón inicial se vio recompensado con un gol tempranero. Luego tuvo terribles fallos en defensa que el rival aprovechó y ya no supo sobreponerse. ¿Les suena?

Pues bien, este Sporting que ayer hizo de Atleti guardará su imitación en la carpeta de recuerdos que no se han vivido, porque ese guión interpretado es el que tantas veces ha puesto en escena el Atlético de Madrid.

¿Y el Atleti? El Atleti también jugó bien y en ocasiones bastante bien. Salió con ganas y no se arredró ante el gol tempranero marcado por Bilic. El Atleti, tiene una delantera terrible, de las mejores de Europa y esa fue la principal diferencia entre un equipo y otro. Marcó Agüero dos veces, la primera de chilena, la segunda antes del descanso. Forlán quiso hacer lo propio y anotó dos goles y entre medias de los dos tantos del uruguayo, Maxi también puso firma al cuarto tanto de la noche.

A estas alturas ya sabrán, si es que no lo vieron en la tele, que Asunçao jugó un partido muy serio, que Maniche no hizo nada y que nuestros chicos en defensa estuvieron como acostumbran. Irregulares. Mal.

Mañana juega el Atleti en Marsella y el espejo sobre ese césped reflejará un ambiente hostil como pocos. Jugará el Atleti con menos apoyos que cuando lo hizo a puerta cerrada frente al PSV. Se juega la primera plaza del grupo y dejar fuera de la UEFA a este equipo, algo que a ésta que les escribe, tarde y a destiempo le haría particularmente feliz.

Y luego llegará el Betis y el Barcelona en copa y no sabremos cuál será la imagen de nuestro equipo. La de la gran pegada de Gijón, la de los 20 minutos de pájara frente al Racing, la orgullosa de Anfield o la indolente de Soria. El juego de los espejos, ya saben.