miércoles, 28 de noviembre de 2007

Enhorabuena, has conocido a los casuals del Aberdeen. POR SERGIO CORTINA



Cuesta creerlo pero esta es la leyenda que ilustraba las tarjetitas de visita que dejaban los hinchas violentos del Aberdeen, los infames Aberdeen Soccer Casuals (ASC), hace unos cuantos años a los desgraciados rivales a los que les partían la cara.
Sacó esto a colación porque el próximo jueves el Atleti recibe justamente al Aberdeen y lo que, sobre la hierba, será a todas luces el esperado reencuentro de los colchoneros contra un laureado clásico de Europa, puede convertirse en un gran problema para la policía en los aledaños del Vicente Calderón.
El caso es que se esperan cerca de 3.000 escoceses sin entrada en Madrid y estos no serán precisamente como esos simpáticos bebedores de la Tartan Army que acompañan a la selección en sus desplazamientos.

Hablar de la historia de los Aberdeen Soccer Casuals es hacerlo de la génesis de un nuevo modo de entender el movimiento hooligan. Una moda que germinó en la Escocia de los primeros ochenta y contra todo pronóstico, no en Glasgow o Edimburgo sino justo donde nadie se lo esperaba, en la tranquila y costera Aberdeen. La ciudad pasó rápidamente de ser un apacible pueblo pesquero y textil a convertirse en la ciudad más próspera del país gracias al descubrimiento de petroleo en su costa. El codiciado oro negro , ya se sabe, trae puestos de trabajo y dinero inmediato y esas libras frescas cambiaron para siempre el aspecto de los hasta entonces, cabezas rapadas punk-styled al uso, hooligans del Aberdeen.

Ropa cara y marcas exclusivas llegaron al pueblo. Lacoste, Ellesse, o Levis sustituyeron a las bufandas, a las bomber y a los pantalones lavados con lejía en los armarios de los aficionados radicales que llenaban cada domingo las terraces del Pittodrie Stadium. Así nació el movimiento casual en Aberdeen, una tendencia que se extendió a las aficiones de medio mundo y que hoy en día tiene seguidores en las hinchadas de prácticamente todos los equipos. Zurrarse igual de fuerte pero vestidos con elegancia era la premisa de los ASC y de paso evitar las cada vez mayores medidas de seguridad de la policía escocesa mediante la técnica del camaleón. Esperemos que el jueves no la líen ni ellos ni los españoles.
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Sergio Cortina es autor del Blog http://www.lavidaendomingo.es/ . Su lectura es más que recomendable para cualquier amante del fútbol

lunes, 26 de noviembre de 2007

Dos Asambleas, Dos

El Domingo, qué casualidad, celebraron sus asambleas anuales dos grupos que aglutinan a mucha gente del Atleti. Tienen objetivos distintos y suelen mirarse con desconfianza pero, qué cosas, tienen en común mucho más de lo que ellos mismos imaginan.

Sus responsables reciben críticas de gente que no mueve ni un dedo, se llevan palos anónimos de tipos que suelen refugiarse tras un teclado y trabajan, mucho, por defender sus creencias. Por encima de todo les une su amor por el Atleti, cada uno a su manera.

A las once, puntual, comenzaba la asamblea de la Agrupación de Peñas del Atlético de Madrid en el Vicente Calderón, su casa. Sala llena, unas 150 personas y representantes de 43 peñas rojiblancas. Se rinden cuentas del trabajo realizado en el año, de los proyectos que se han quedado en la cuneta y de los pendientes de realizar. Se habla de los autobuses, de los desplazamientos, de los actos de hermandad entre peñas, de los aniversarios. Se da las gracias a toda la gente que ha hecho posible el proyecto, con su trabajo, con su dedicación, por cada minuto que han regalado.

Se insiste, una y otra vez, en que la asamblea es el foro adecuado para hablar, para pedir explicaciones y para expresarse. Los responsables de la Agrupación de Peñas recuerdan a los asistentes que están allí para escucharlos, que nacieron con el ánimo de unir y la celebración de esta reunión es tan sólo una prueba de ello.

Se preveía una Asamblea “movidita” pero las voces discordantes no llegan y la cita termina con el anuncio de la convocatoria de elecciones a finales de temporada, coincidiendo con el mandato estipulado en los Estatutos. Será el momento para que todos aquellos que no han estado conformes con esta gestión presenten una alternativa, para que todos los que se han llenado la boca con críticas e, incluso insultos personales y amenazas, demuestren su ilusión, sus ganas y sus ideas nuevas. Para que, si las Peñas así lo deciden, lleven a cabo su proyecto.

Lejos de allí, en un local del centro, se celebra la asamblea de la Asociación Señales de Humo. La gente llega en hora pero no se empieza hasta pasado un rato: el rato que tardan en saludarse, en presentarse, en recordar alguna anécdota, en preguntar por la familia y charlar un poco de fútbol. Se oyen apodos, y palmadas en las espaldas, y risas y algún grito de sorpresa. Algunos hace tiempo que no se ven, otros se ven a menudo. Algunos son jóvenes, otros ya no tanto. Predominan las canas, también hay muchas gafas; si alguien tenía la idea de que iba a ver a unos peligrosos hooligans pensaría que se había equivocado y se había metido en una asamblea de libreros. Pero es lo que tiene Internet, y la prensa, y los periodistas cuando quieren dar una imagen que no se corresponde con la realidad.

Empieza la asamblea y se habla de la actualidad de la asociación, de las cuentas y las cuotas y de lo que cuesta hacer frente a los gastos y de las mil y una maneras de ahorrar. Se habla de proyectos futuros, de editar libros relacionados con el Atleti, de organizar jornadas sobre su historia y su identidad. Se habla del estado de las demandas que ha interpuesto el Club contra la Asociación. El Club o más bien los dirigentes, posiblemente los únicos dirigentes del mundo que cargan contra sus propios aficionados por el simple hecho de defender su patrimonio. La rabia y el asombro de pasadas asambleas da paso a una sensación nueva, algo así como serenidad mechada de incredulidad, risa y resignación. En fin, es lo que tiene esta directiva, ya no les extraña nada.

Se pide moderación y respeto para los que no piensen igual, se hacen votos por controlar a aquellos que utilizan Internet para insultar a aquellos a los nunca se atreverían a insultar a la cara. Es curioso hablar de moderación entre gente tan moderada, pero se hace de todos modos. Saben que se ha ofrecido una imagen de ellos que no les corresponde, saben cual es la táctica de los que les quieren desautorizar y no quieren hacerles las cosas fáciles. Se oyen cosas tan cabales que da pena que no las escuche más gente.

Se habla de otros movimientos parecidos que empiezan a surgir en otros equipos españoles, en el Betis, en el Sevilla, en el Albacete, en el Zaragoza. También se habla del proyecto europeo de proteger a aquellos movimientos que intentan acercar los clubes a sus aficionados, separarlo de los intereses mercantiles, eliminar la corrupción que planea sobre ellos. Los ingleses lo tienen claro, en Bruselas van respondiendo, puede que haya esperanza. Los ojos brillan, parece que tanto trabajo tiene eco, hay más gente como ellos, no están solos. Alguien, por fin, parece entender que los clubes no son únicamente máquinas de hacer dinero para los que en los papeles figuran como propietarios, independientemente de que sean legítimos o no. Éstos olvidan y traicionan tradiciones y esencia, pero hasta los tecnócratas de la Comisión empiezan a hartarse de tanto cambio de horario y tanta camiseta indigna. Hay futuro o, al menos, eso parece.

Se habla de muchas cosas, pero en el fondo sólo se habla de una: del Atleti. El mismo Atleti que importa a otros, pero de otra forma. A ellos lo que les importa es el Atleti, pero el de verdad, el de siempre, no el sucedáneo que intentan colarnos los últimos años. El Atleti grande, el respetado, el que infundía admiración y miedo deportivo, también el excéntrico, el distinto, el único. El de sus padres, que no saben si será el mismo que vean sus hijos si las cosas siguen como últimamente y no cambia pronto la forma en que se lleva el club. Y por eso se reúnen en su tiempo libre a costa del tiempo con los suyos, por eso vienen desde todos los puntos de España y por eso invierten dinero y trabajo en intentar cambiar las cosas. Paradójicamente, unos pocos trabajan para que muchos que les ignoran, les atacan y hasta les ningunean, vuelvan a disfrutar con el equipo de todos, el mismo equipo que últimamente gestionan unos pocos como si sólo fuera suyo.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Una de esas veces

¿Hacemos autocrítica o disfrutamos de la victoria? Déjenme unos renglones para lo primero que luego ya acabaré como el Atleti, con alegría.

Desde luego a quien se le cuente que hemos marcado 11 goles en los tres últimos partidos jugados en casa no se creerá que hemos pasado apuros ante los distintos rivales que nos han visitado. Pero sí, ese alarde goleador se ha visto empañado por los 10 golitos que ha tenido que recoger Leo Franco del fondo de la portería.

Los errores en defensa vuelven a ser protagonistas y sólo la fortuna impidió que ayer el Valladolid volviese a casa con algo más de equipaje. Pero ya saben que la suerte es esquiva y si contra el Sevilla y contra los pucelanos se puso de cara, contra el Villarreal nos tocó salir del campo con cara, también, pero de tontos. Lo peor de todo es que los errores no se solucionan y todos somos conscientes de que cualquier equipo, con muy poquito, puede hacernos mucho daño.

A punto estuvo de hacerlo ayer el Valladolid. Un equipo con un centro del campo apañado, que sabe abrir el juego por las bandas y que pierde menos balones de los que recupera. Nada más.

El primer gol de los nuestros llegó muy pronto (20 minutos antes de que empiece el partido hay que ir apurando los botellines, porque este año hay que entrar puntuales al campo, que los goles llegan, cuando no has terminado ni de saludar al vecino). Como el día del Sevilla, abrió el marcador Maniche. El portugués (si ese que nunca hace nada, que no ayuda en defensa, que sale por las noches, que está gordo y que no vale para el Atleti) se marcó un partido “cierra bocas” y fue con Maxi el mejor del equipo.

El empate llegaba poco antes del descanso en el primer gran fallo de la defensa, que dejaba libre de marca a Victor para que el uno a uno subiese al marcador. Pero no iba a ser el último, claro que no. En los primeros compases del segundo tiempo Ze Castro despeja sin fuerza para dar un pase de amigo que permite al Valladolid ponerse por delante.

Sólo las ansias de triunfo de este Atleti, que no se conforma con ningún resultado adverso, todo hay que decirlo, y la calidad individual de los atacantes (que lujazo es ver jugar a Agüero en este equipo) hacía pensar que la balanza podría inclinarse otra vez de nuestro lado. Y vaya si lo hizo. Maxi culmina una bonita jugada para volver a poner la X provisional en el casillero. Y lo hace dos veces seguidas el capitán, porque entre medias Sesma vuelve a desbordar a Valera y Ze Castro vuelve a dejar a Llorente más sólo que la una para que remate a placer.

Y a partir de ahí, el descontrol total… Aguirre, al que solemos acusar de conservador, mete a Forlán y saca a Ze Castro, pone a Raúl García de central y baja a Maxi al centro del campo. Para mayor desquicie, el desafortunado debut de Valera tras la lesión acaba en expulsión por doble tarjeta amarilla.

- “Pues si con cuatro defensas, nos han metido tres goles… ahora con dos nos va a caer la del pulpo”, dice el cenizo de atrás. Pero no. Jurado se coloca de lateral y hasta el Kun baja a defender y defiende.

Y cuando ya se ha ido medio campo y el otro firma el empate, qué cosas, llega la victoria. Inesperada, creo que inmerecida, pero que sabe a gloria, señores. Que gritos, que abrazos, que alegrón… Una victoria fruto de la suerte, pero también consecuencia de que el equipo no se conformó con el empate y buscó el gol en todo momento. Y cuando algo se busca, a veces se encuentra. Ayer fue una de esas veces.

jueves, 15 de noviembre de 2007

EL OTRO JUAN PABLO, por María José Navarro




Querida Helena:

No todas acaban mal. Verás. El abonado 2.941 del Atleti también se llama Juan Pablo. Una tarde del 92 me explicó en un balcón de Rosales que le gustaba el sur de la ciudad porque, por la noche, parecía Manhattan. Y te juro que yo vi Manhattan aquella noche y muchas noches más.
Juan Pablo se hizo atlético tarde. A los nueve años. Ya sabes que las chicas somos más precoces en todo, y lo mío fue a los siete, ya ves tú, y lo cuento siempre como la gran hazaña que merece la pena en mi vida. Todo lo demás, es una sandez.

El Juan Pablo de ésta historia se hizo atlético gracias a Leivinha y a un robo de balón del brasileño a Iríbar que le comenzó a cambiar los lunes en el colegio. En un colegio de la calle Padre Damián desde el que, durante trece años, contempló unas gradas que no eran las suyas. Y un lado de la M-30 que no le gustaba. Porque a él siempre le fascinó atravesarla.

Juan Pablo y yo nos hicimos amigos gracias al Atleti antes incluso de habernos visto. Suele pasar, no es novedad. Tú trabajas en una oficina de Morata de Tajuña y en tu empresa hay un tío que es del Atleti en Camargo y tú no paras hasta que a ese tío le has dicho que te tiene para lo que sea. Pues lo nuestro fue así. Cuando llegué a Madrid fue mi primer compañero. El primer amigo que necesita verte a deshoras, el primero que hizo que ésta ciudad mereciera la pena. El primero que se ofrecía para todo. El primero que hizo de su casa la mía. El primero para muchas cosas, y el último para otras. Excepto, durante un partido del Atleti. Se reseteaba. Se resetea, el tío, de hecho.

Una tarde de agosto del año pasado me llamó. Me sorprendió mucho ver su nombre en la pantalla. Hacía tanto tiempo. Tanto. Que te lo quiero contar. Verás, es que, con este marrón, te acuerdas sólo de la gente que ha sido importante. Que tengo un melanoma. Y un linfoma también. Y quiero que tú lo sepas, porque, aunque no hablamos, hago memoria y tú estás siempre ahí. Tú sigues siendo importante.

Le mandé libros durante la quimio. Y música también. Y un sms todos los días. Durante seis meses. Unas veces había respuesta. Y otras no. Pero no importaba. Yo me lo imaginaba en la cama, preguntando por el Atleti. Cuando acabó el tratamiento, nos vimos. En el barrio del antiguo Metropolitano nos vimos. Se le habían caído las uñas. Y le dolían las piernas. Pero a mí me pareció que era él el que me consolaba con su abrazo. En la revisión le vieron otra mancha. Y le dijeron que se había reproducido. Me llamó desde un tren volviendo de Pamplona y ese día fue el primero( sí, otra vez el primero) que no pude trabajar. Un error médico, mecagüen.

Hace solo unas semanas volví a ver su nombre en la pantalla de mi móvil. Oye, que, ahora que estoy bien del todo, incluso de la cabeza, quiero que sepas que te quiero muchísimo. Y me puse a llorar en el 37 como si me hubieran atracado. En todos los partidos del Calderón nos llamamos. Ahora, además, le pido que se levante. Y me haga gestos desde la otra punta del campo para saber que está ahí. ¿Por qué es tan malo Maniche?, me manda. Y yo adoro a Maniche. Juan Pablo está ahí.

P.D. Gracias, Hele. Me invitas a tu casa y tengo la sensación de dejarla perdida. Baja tú la tapa de la taza que a mí se me olvida. Un beso enorme. MJ Navarro.

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María José Navarro es periodista. Trabaja en la Cadena Cope y es columnista del Diario La Razón.

martes, 13 de noviembre de 2007

Juan Pablo

La historia que les cuento hoy habla poco de goles, remates o asistencias.
Sí, es una historia del equipo que nos late por dentro, pero sobre todo es una historia de amistad, de amistad mojada en el Atleti, forjada en nuestra grada, como tantas otras. De esta historia no esperen un final feliz. No lo tiene. Casi ningún final lo es.

Hoy les cuento la historia de Juan Pablo. Se lo presento con cuatro años, cuando su tía de Ávila se empeña en hacerle socio del Atleti, como a sus otros tres hermanos, como toda la familia. Un niño de barrio que crece yendo al fútbol los domingos, jugando, haciéndose mayor, que con 16 años ya empieza a salir con sus “colegas”, primero a la “Violeta” y luego a Malasaña, no podía ser de otra manera.

Les presento también al resto de integrantes de su pandilla, Paquito, Pepe “el Domínguez”, Juanjo “el polaco”, Jesús “el Feito”, Armando “el membrillo” y Luis Miguel “el Willy”. Con ellos empieza Juanpa a ir al fútbol en 1990. Mal estudiante, por aquella época se cambia al Colegio España donde coincide con los hermanos Punas, también del Atleti, como él, siempre a tope.
Y así se va escribiendo su historia. La de un chico más, que empieza a estudiar una carrera. Con música de Black Sabath, de Led Zepelling, de AC/DC..., con noches de marcha los sábados y goles los domingos.

Llega la final contra el Mallorca y Juan Pablo la disfruta como nadie, celebra ese gol de Alfredo como si le fuera la vida en ello. Vital y optimista, no quiere dar importancia a los cada vez más frecuentes dolores de cabeza, a que se le duerman las manos jugando al mus o a esa cojera cada vez más evidente y que achaca al fútbol.

Pero una noche, celebrando el final de la mili de su amigo Paquito se desploma y le tienen que ingresar. Pruebas y un diagnóstico demoledor. Un tumor cerebral maligno que operan inmediatamente pero que no pueden terminar de extirpar. Su esperanza de vida es corta, pese al tratamiento, pese a la quimioterapia... pero los médicos no tienen en cuenta una cosa: Juan Pablo no piensa morirse sin ver ganar la Liga a su Atleti del alma.

La recuperación de esa operación que le ha tocado puntos vitales es difícil y complicada, pero Juan Pablo se repone para celebrar en Neptuno, un año más, la victoria ante el eterno rival y el nuevo título de su equipo.
Los siguientes cinco años son la historia de una lucha contra el cáncer. Una lucha desigual en la que Juan Pablo batalla con la mejor de sus armas: sus ganas de vivir.
Si se tropieza y se cae, se levanta rápido con la mejor de sus sonrisas, como si nada hubiese pasado. Si alguien le pide su carnet para ir al fútbol le responde: “hazte socio, vikingo” y sus amigos se encargan de que no falte a ningún partido.

La temporada 95-96 es especialmente dura. Juan Pablo no puede ya subir las escaleras, pero sus amigos se lo echan a la espalda y le llevan a su localidad, camina con dificultad, le duele mucho la cabeza, y está prácticamente ciego. Pero eso no le impide disfrutar de cada una de las victorias de los Molina, Pantic, Caminero, Kiko..., cantando cada gol, aunque tengan que ser de nuevo los suyos los que le cuenten quien ha iniciado la jugada, cómo ha sido el regate y quien ha “mojado”. Pero el título no termina de concretarse y hasta tiene que llevarse el transistor a la Plaza Mayor, en medio de una "mascletá", por si su Atleti gana la liga en Tenerife.

Y así llega el último encuentro de liga, contra el Albacete. Carlos Peña se encarga de que toda la pandilla pueda ir a ese partido, pero en la puerta no les dejan pasar. Las entradas son de otras localidades... ¿cómo explicarle a ese portero con cara de circunstancias que han vivido mil partidos juntos?, ¿cómo contarle sus cinco años de lucha por ese partido, por esa tarde? Y se lo cuentan con lágrimas desesperadas hasta que les dejan pasar. Todos juntos.

Cuando marca el Cholo de cabeza todos buscan a Juan Pablo, todos le abrazan, todos lloran. Así celebran también el de Kiko, fundidos en un abrazo de felicidad, de lágrimas, de hermandad. El Atleti ha ganado la liga. La liga del Juanpa.
Todavía saca fuerzas para ir con sus hermanos a Zaragoza y cantar el gol de Pantic ante el Barcelona con la misma fuerza que aquel de Alfredo, unos años antes, antes de que todo empezase.

Juan Pablo fallece poco después, el 6 de febrero de 1997. Se ha salido con la suya. Ha visto al Atleti campeón de Liga y Copa, jugando la Champions. Ha ganado su batalla.
Sus amigos, aquellos que, destrozados, arrojaban sus insignias sobre su amigo el día de su entierro, todavía le recuerdan con mil y una anécdotas.Cada viaje, cada partido en el Calderón, cada gol es un recuerdo para él. A veces comentan lo “listo” que fue el Juanpa que sabiendo que iba a morir no espero a ver la travesía de su equipo en segunda, la sequía de juego, la pérdida de identidad. Juan Pablo se fue con aquel gran Atleti de orgullo, casta, coraje y corazón. Aquel Atleti que era como él. GRANDE.

domingo, 11 de noviembre de 2007

¿Por qué no te callas?

Sí. Soy más “bocazas” que Hugo Chávez. Cada vez que hablo sube el pan. Pongo cero a tres en la porra, en un alarde de confianza, y acabo pidiendo la hora. Contra el Almería, señores, un recién ascendido.
Cuestiono a Leo Franco y se pone la careta de Monarca para exigir mi silencio a golpe de paradones. Penalti incluido. Critico a Pablo y a Perea y son de lo mejorcito del partido. Defiendo el fichaje de Reyes, pese a su pasado, y éste se empeña sobre el terreno de juego en demostrar… nada. Si insisto en que Raúl García hace una gran labor, pero que cuenta con un socio serio y solvente como Maniche, la ausencia del navarro nos deja en evidencia a los dos (al portugués y a la madrileña) y si me río del “speaker” del Madrid, éste canta cuatro goles.
Probaré suerte diciendo que Riquelme no tiene sitio en este equipo y que la cláusula del Kun es demasiado baja, a ver si vuelvo a quedar en ridículo, porque lo que me pide el cuerpo es no hablar de este equipo tan plano y sin alma que deprime al más optimista.
Pero habrá que comentar con ustedes el penalti tan tonto como innecesario de Seitaridis, la poquita chispa de Simao y Reyes en las bandas, el poco aporte del centro del campo y la soledad del Kun… ayer el mismo retrato de Torres, la temporada pasada: Más sólo que la una, breado a patadas, fabricándose solito las ocasiones y demostrando la calidad que atesora con sólo levantar la mirada.
Se echa mucho de menos a Forlán. No sólo como goleador, como apoyo del Kun, como fabricante de pases al primer toque, de creador de espacios. Se le echa de menos porque su presencia devolvería a Maxi a la banda, donde debe jugar.
Lo que está claro es que no hay recambios para muchas posiciones (Eller&Cléber sólo podrían suplir con garantías a algún dúo cómico del tipo Pajares y Esteso) y que nos pesan mucho las lesiones de los titulares. Con una temporada tan larga y pretensiones en las tres competiciones es incomprensible esta añoranza a estas alturas de la competición.
¿Y si entra la falta de Antonio López?... pues lo mismo. Hubiera sido un triunfo injusto, como el que conseguimos contra el Levante o como el empate del Lokomotiv. Confiemos en que el parón en la liga vuelva a venirnos bien, que se vacíe la enfermería y que volvamos a la senda del optimismo, de los goles y de las victorias y no a la de los lunes de mirada gacha y boca cerrada.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Queridos Pablo, Perea y Franco:


Ya sé que faltan dos meses todavía, pero acabo de llegar del Calderón y no tengo dedos en las manos para contar los regalos de toda la defensa y el portero del Atleti en los últimos partidos. Ante este seis de enero anticipado y vista la generosidad de la que estáis haciendo gala no me queda más remedio que escribir mi carta, no sea que me quede sin mis regalos cuando yo he sido más que buena durante todo el año… no he faltado ni a un partido, aplaudo hasta a Indi cuando trota por la banda, no insulto a los árbitros y compro lotería de todas las peñas (más no, por favor). Por este motivo me atrevo a pediros…

- Un portero con garantías. Que pena que debatiésemos hace unos partidos si Abbiati o Franco debían estar bajo los palos porque los dos parecían buenos. Y ahora estemos por decirle al Eibar que cuando le mandamos al Pichu Cuellar estábamos en modo “crucis” y que hagan el favor de enviarlo de vuelta. No es de recibo que un portero tan alto como Leo Franco no ataje ni un balón por arriba, no muestre su autoridad en el área. Pedirme un altavoz para él, o un cencerro como el de Harpo, para que la defensa sepa cuáles son sus balones y no se metan goles tontos.

- Una pareja de centrales que no sea un coladero. Que compense al equipo, que no se caiga en los momentos decisivos, que se anticipe a los rivales, que no deje vendido a su portero. Que no jueguen al tuya-mía para cedérsela sin rubor al delantero de turno. Que no se marque goles tontos en propia meta.

- Quiero dos laterales que cierren huecos, que suban la banda, que den buenos pases (si contra el Villarreal alguien vio a Seitaridis dar un solo pase correcto que me corrija).

El resto de integrantes del equipo están siendo chicos buenos. Se merecen todos los regalos que os pidan y muchos más. Gracias a ellos, que marcan muchos goles, los que regalamos tan tontamente no han pesado mucho más. Gracias a ellos acudimos ilusionados al Calderón: para ver goles, goles bonitos (olé, Simao), goles de cabeza del “bajito”, goles de guardar grabados junto a “que bello es vivir”. Para verlos todas las navidades.
Quisiera un poquito de suerte. Pero creo que el cupo de este año ya lo hemos gastado en Rusia y contra el Sevilla y me da reparo pedir más, pero como estáis tan dadivosos continúo con mi misiva.

- A Maniche y Raúl García, traerles un poco más de gasolina para que no les pese tanto el paso de los minutos y puedan colaborar, también pasado el minuto 70, en tareas defensivas.

- Un tarjetero para Reyes que sale a Amarilla por partido y el pobre, mira que lo intenta, no acaba de ser todo lo decisivo que se espera de él.

- Una carrerilla para Maxi… para el próximo penalti, ya verás como lo tira mejor.

- Un poquito de paciencia para el público. Que silbe lo que quiera, que yo lo comprendo, aunque no lo comparta (tampoco sé silbar, la verdad), pero que lo haga cuando el árbitro pite el final, no cuando sus silbidos todavía pueden poner más nerviosos a los dueños del manojo (de nervios, claro). Y sobre todo que miren a quién silban y que señalen con sus pitos a los culpables de esta plantilla tan descompensada.

- Para ellos, los culpables de esa descompensación, os quiero pedir: un billete para el Chad para Suso García Pitarch. Comentan que hay unos niños por allí que pueden llegar a ser grandes promesas del balón. A ver si va a echar un vistazo. Y para los otros dos, lo de siempre… Carbón, que os voy a pedir. Dejadlo en el palco, ya sabéis, que hasta dentro de unos años, como todos nosotros, no tenéis porque saber el camino de la Peineta.

Un saludo afectuoso de una chica del Atleti

jueves, 1 de noviembre de 2007

Conjurados (y con Jurado)

Ayer, por fin, lo tuve claro. Ya sé cuál es la principal diferencia entre este Atleti y el del año pasado. No, no miren al centro del campo que es verdad que está más serio y ordenadito, no obsevern tampoco a las bandas, mucho más expeditivas y no busquen a la pareja atacante para preguntarse si a Agüero le ha venido bien la llegada de Forlán. Omito, intencionadamente, a la defensa y al guardameta, que se han mantenido al nivel de la temporada anterior. Un nivel bajo, muy bajo.

La principal diferencia es que este Atleti sale convencido de la victoria. A ganar. Sus jugadores se lo creen, confían en sus posibilidades, no dan un balón por perdido y han convertido el Calderón en un fortín del que sólo han volado dos puntos, en la segunda jornada liguera.
Así salió ayer el Atleti al terreno de juego, conjurándose para la victoria. Es preciosa la imagen, la verdad. Pone los pelos de punta. Ver a los chicos, abrazados en el centro del campo, dándose ánimos, motivados, tan sólo unos instantes antes de que suene el pitido inicial. Y creo que ahí radica la clave de la mejoría del equipo, como un once, no sólo por la calidad de cada uno de sus jugadores.

El primer gol llegó muy pronto. Obra de un Maniche que ayer hizo casi de todo, la verdad. Fue una jugada extraña tras un penalti de Palop sobre Maxi, el portugués se encontró con un balón en su bota y una portería vacía. Remató.
Forlán se lesionaba dando la peor noticia de la noche y poco después el Sevilla empataba de falta. 1 a 1.

El Sevilla tocaba el balón, lo retenía, pero era el Atleti el que se adelantaba de nuevo en el marcador tras un remate, de cabeza, que cosas, del Kun Agüero, un tipo de poco más de 1.70m que ya lleva unos cuantos así. Con el de anoche, iguala su registro en la liga pasada. 6 goles. A esta media docenita súmenle los cinco de UEFA y todo el repertorio de técnica que cada partido se saca de la chistera para dejar embobada a la afición. Se lo vuelvo a decir, Sr. Gil, revise esa cláusula de rescisión, por favor.

Justo antes del descanso llegaba la jugada tonta de la noche, una de esas que luego salen en “youtube” para regocijo de los amantes de las caídas, las carambolas y los goles en propia meta. Así fue el de Ze Castro, adelantándose a la salida de Leo Franco para rematar un pase que no tenía ningún peligro. Incomprensible. Y ya lo siento por el chaval que estuvo ayer francamente mal, no sé si como consecuencia de esta acción o porque ya le viene de serie.

Camino del vestuario, los jugadores debieron de mirarse mal porque a la vuelta el juego se embarulló, las patadas volaron y el árbitro tuvo que tirar de amarilla para acabar con la bronca. El Sevilla atacaba dejando la sensación de que podía darnos la noche en cualquier momento y el Atleti respondía con una nueva genialidad de la conexión argentina. Agüero recogía un balón en la puerta del área y le regalaba a su compatriota Maxi un pase genial para que este rematase de volea. Espectacular.

El Sevilla no renunciaba a nada y amenazaba con el empate. El Atleti perdía tiempo y la grada pedía la hora. Para arañar minutos, Aguirre gastaba su último cambio. Jurado por Maxi, que se retiraba entre aplausos. El gaditano culminaba una jugada de Simao (bien también el portugués en los minutos que tuvo). Ese que cae tan mal a la grada porque lleva diadema y tiene un contrato que da derechos al Real Madrid, como si lo hubiese negociado él y no los del palco, marcaba su primer gol en el Calderón. Tenía que ser el gol de la tranquilidad pero a la postre fue el que dió los tres puntos, porque corría el minuto 90, pero todavía había tiempo para que el Sevilla marcase, Luis Fabiano mediante, y acabáramos, como siempre, pidiendo la hora angustiados.

Y así se acaba esta historia… con el Atleti conjurado y con Jurado, que suena igual pero no es lo mismo. El domingo, a las cinco, nuevo duelo contra otro equipo difícil, el Villarreal. Habrá conjura. Se lo juro.