domingo, 30 de marzo de 2008

Contundencias


Qué bien me vendría hoy una nefasta actuación arbitral, un par de penaltis inexistentes, algún gol en fuera de juego, quizás alguna expulsión o, al menos, que el Atleti se hubiera presentado en El Madrigal cargado de bajas. Algo. Una excusa, una explicación.

Pero no. No cuento con ella, no cuenten con ella. Como nos pasó en el Nou Camp, en la primera vuelta, ayer, esta vez frente al Villarreal, sufrimos una derrota sin paliativos, contundente.

El Atleti se queda cuarto, gracias a los puntos conseguidos en Sevilla, pero que Atleti más diferente al que hace ocho días se llevó la victoria en el Pizjuán. Le separan nueve puntos del tercer puesto y mantener la cuarta plaza va a requerir un esfuerzo titánico para una plantilla que nota tanto la falta de cada uno de sus hombres clave.

Ayer fue Simao el que con su ausencia demostró su importancia sobre el césped. Su evolución de las últimas semanas ha sido fundamental para crear juego de banda, oxigenar el centro del campo y, sobre todo, entregar balones a los de arriba para que inventen jugadas de gol. Ayer, Forlán, sin el portugués, no fue Forlán. Ayer, el Kun, sin Forlán, tampoco fue el de otros partidos.

Saltó el Atleti al campo con el propósito de siempre. Controlar el centro del campo, aguantar atrás, en la medida de lo posible y encomendarse a sus dos delanteros para hacerse con el partido. No salió. El Villarreal, un equipo físicamente mucho mejor, anuló completamente nuestro centro del campo, los de arriba estuvieron completamente desconectados y atrás, un nuevo fallo defensivo, supuso el primer tanto de los amarillos.

Perea se puso el disfraz de Pablo para cortar un pase de Rossi que se convirtió en una magnífica asistencia para que Cazorla la empujase a la red. Uno a cero. Pocos minutos después tampoco estuvieron finos en defensa, aunque el mérito hay que dárselo a este equipo, desde ayer segundo, que sabe muy bien de que va esto. Pim, pam, pum y ya estaban en el área para que Nihat hiciese el segundo.

Con un dos a cero en el marcador se fue el Atleti al descanso. Tenía pocas esperanzas ya de remontada, la verdad, aunque si lo había hecho el Arsenal con diez por la tarde ante el equipo que nos echó de la UEFA, si lo había hecho el Betis unos minutos antes de nuestro partido, ¿por qué no podía hacerlo el Atleti? No lo hizo, porque en vez de salir a reclamar su oportunidad de reivindicarse como un claro aspirante a los puestos de champions, bajó los brazos y se conformó.

Jurado no fue revulsivo. No fue nada, de hecho. El equipo, ni siquiera intentó un ataque desesperado que hubiera podido costarle más goles. Simplemente se conformó con el guión escrito por un Villarreal muy superior en todas las líneas y entregó el partido.

El Madrigal celebró el tercero haciendo la ola y no era para menos. Es admirable lo que ha hecho este equipo con tan pocas mimbres. Es el ejemplo a seguir en el fútbol español en el que tantos referentes se han perdido a cambio de estrellas de relumbrón. En una liga que ha comprado el pundonor y el orgullo con millones de euros, el Villarreal ha sabido construir un bloque que lucha, que juega al fútbol y que además lo hace bien. Ojalá ganen la Liga. Será señal de que no todo está perdido, que hay otras opciones, otros caminos. Esperanza para que otros equipos, que como el nuestro, han perdido su esencia, puedan reiventarse y volver a creer en la posibilidad de hacer honor a su historia en un futuro cercano. Una historia que recuerda que si una temporada no se ganaba ningún título, se calificaba como descalabro. Una historia que recuerda que quedar cuartos no era un logro, si no un pésimo resultado.

domingo, 23 de marzo de 2008

Corazonada de Champions

¡Qué tres puntitos!, ¡qué puntazo! Si ya se lo he dicho yo. No esperen nada de este equipo que para lo bueno y para lo malo les sorprenderá.
Ayer fue para lo bueno, qué grande. Viendo el juego de Sevilla y Atlético de Madrid en las últimas jornadas, sumando los puntos de esta segunda vuelta y, sobre todo, viendo cómo han crecido uno y otro después de su paso conjunto por Segunda División, pocos, muy pocos, se atreverían a aventurar un resultado positivo para los nuestros.

Enfrente, un Sevilla que se sabe de memoria los fundamentos del fútbol. El más capaz, a mi parecer, de hacer fútbol práctico y sencillo, y hacerlo bonito. De esos equipos que gusta ver en la tele. Un Sevilla que pese a las individualidades o, a lo mejor, gracias ellas, es un bloque compensado en el que los Navas, Capel, Kanouté, Luís Fabiano o el gran Alves brillan por igual.

Bajo esta premisa y con todo en contra, saltó el Atleti al césped del Pizjuán y se sobrepuso a la lógica para plantear un partido valiente y llevarse los tres puntos. Se sobrepuso, incluso, a jugar con un pijama azul pese a que la equipación contraria no podría confundirse con nuestras rayas rojiblancas ni en la tele de mi tío abuelo, que vive en un pueblo apartado de las montañas, donde renquea la señal hasta su monitor en blanco y negro. No se lo he dicho, pero mi tío abuelo es daltónico y miope, pero pese a todo, no confundiría el blanco madridista del Sevilla con la camiseta más bonita de la liga española que desde hace más de cien años luce el Atleti.
Y tiene que dar reparo saltar al campo con un pijama azul, aunque ya sean las diez de la noche. Pero hasta a eso se sobrepuso el Atleti, un equipo ayer, pese al pijama azul, sin complejos.

Dejó Aguirre a Cléber en el banquillo para dar entrada al joven Camacho como ya hizo frente al trascendental partido del Barcelona. Y el chico – diecisiete años tiene, apunten – volvió a hacerlo bien, seguro, con autoridad en los pases, en los robos y hasta en las faltas necesarias para destruir el juego del rival. También volvía Maxi al once titular tras su descanso ante el Levante. Y apareció el capitán cuando más se le necesitaba, para encauzar a los 17 minutos un partido en el que el Atleti ya había dejado ver sus armas, pero que podía decantarse hacia cualquiera de las dos porterías.

El Sevilla se quedó tocado ante este Atleti pujante y respondón que pudo marcharse al descanso con algún gol más en el marcador si Forlán hubiese metido esas que ayer falló y que no suele fallar.

Poco, muy poco, un par de minutos, tardó el Sevilla en igualar el encuentro tras el paso por los vestuarios. Se hacía “chico” el Atleti, mientras que crecían los sevillanos y aparecía el fantasma de Zaragoza. Pero no. Ahí estaba Agüero, el Kun, para ganarle la espalda a Mosquera y hacer que el gran pase de Antonio López se repita hoy en todas las televisiones.

Fue también el argentino, recuerden, el que tildan de tramposo, al que silban en todos los campos de España, el que siempre se tira a la piscina, al que le enseñan las tarjetas más inverosímiles, el que advirtió a Maresca que tirase la pelota fuera porque había un jugador tumbado en el suelo. El italiano reaccionó a lo Zidane, ese “caballero” del fútbol, rompiéndole la nariz de un cabezazo y auto expulsándose para frenar las esperanzas de remontada del Sevilla.

Y podría comentarles muchas más cosas del partido de ayer: la cómica salida en falso por alto de Abbiatti, la increíble conexión de Simao-Kun-Forlán-Maxi, la lesión de Raúl García, el gran partido de Antonio López o de Simao, el precioso detalle de De Las Cuevas en el descuento… e incluso lo más noticiable de todo, que Cléber no lo hizo mal los minutos que estuvo sobre el césped, pero déjenme que gaste mis últimos renglones para hablarles de esa nueva rivalidad entre el Sevilla y el Atlético de Madrid que tanto me disgusta.

Recibieron en el Sánchez Pizjuán ayer al Atleti como lo hace el Nou Camp al Madrid, San Mamés al Racing o Santo Domingo al Roquetas. Con odio. Es un odio nuevo el de estos dos equipos, surgido tras pasar ambos por una situación que en vez de unirles en la adversidad, les hizo enemigos para siempre. Una enemistad cincelada con desafortunadas declaraciones de un entrenador que ya no está, por actitudes de un presidente ya fallecido, de graves insultos por parte de las dos aficiones, de partidos siempre vibrantes con ánimos caldeados y muchos goles.
Tanto se había calentado el partido de ayer y tan mal se habían puesto las cosas que yo, que pienso que la prepotencia tendría que sustituir a la lujuria, en la nueva lista de pecados del Vaticano, tenía la secreta corazonada de que este partido era nuestro.

En un foro de Internet sevillista, uno de los más concurridos y participativos de España, se escribió una previa al encuentro que con el título “Yo a Champions, tu a Intertoto” (http://www.sevillagrande.com/previas.php?not_id=944), contenía tantas bravatas como vejaciones al rival. Un rival, nuestro Atleti, pequeño ahora, mal que nos pese, pero que por títulos e historia, por cosas de esas tangibles que se suman con los dedos de la mano, es Grande. Más que el Sevilla.

Ya le habían salido las declaraciones por la culata a Del Nido cuando pronosticó nuestra caída ante el Barcelona. Lejos de aprender la lección, se decantaron de nuevo por el insulto y la provocación, cuando hasta los menos inteligentes saben que ante un encuentro de estas características, es mucho mejor hablar sobre el campo, que quedar como un bocazas. Un bocazas sin Champions.

lunes, 17 de marzo de 2008

Ensayo antes de la hora de la verdad


Ayer se enfrentó al Atleti al último equipo de la tabla. Ayer ganó el Atleti a un equipo que no cobra, que no encuentra premisas para la motivación y que será de segunda en tan sólo unas semanas. Pero... ¿creen ustedes qué es el Levante el peor equipo que ha pasado por el Calderón?, ¿piensan qué este equipo es peor que el Bolton?, ¿Le juzgan mucho peor que el Valencia que nos apeó de la Copa?.

Yo creo que no. Es más, creo que es un equipo que jugó con dignidad, que sus jugadores pueden estar orgullosos del partido que hicieron, que no dejaron de intentarlo. Enfrente se encontraron a un Atleti que repitió sus mismos argumentos de partidos pasados. Notable arriba, regular en el centro del campo y aprobado raspado en defensa. Se llevó el gato al agua. El Atleti llegó seis o siete veces a puerta e hizo tres goles. El Levante, que tuvo tres o cuatro ocasiones, no supo aprovecharlas.

Aún así pueden sacarse algunas conclusiones al partido de ayer. ¿Son diferentes?. No. Son las mismas de siempre, pero yo se las cuento y ustedes me dicen lo que piensan.

Que Cléber Santana juegue en este equipo, habiendo descubierto todos el potencial de Camacho es igual de incomprensible que el misterio de mi cajón “come-calcetines”. Aguirre sigue alineándole con la misma confianza que yo los emparejo y los guardo. Pero cuando vas a buscarlos, nunca están... como Cléber. Ayer se dedicó a seguir al balón a medio metro de distancia, sin hacer ni un mero amago de cortar una jugada, de construir un poco de fútbol. Hace que Raúl García esté desparejado. Él, simplemente, no está.

Ayer, como premio a su labor de escapismo, el mister le regaló 90 minutos sobre el césped. Yo pienso que el mexicano lo hizo aposta (no quiero pensar mal) y que ante lo trascendental de los próximos choques, lo cómodo del resultado y la posibilidad de lesión o tarjetas, siempre es mejor repartir papeletas entre los que no aportan nada y no arriesgar con hombres clave.

Clave como fue ayer Simao. Hay que ver el portugués como ha ido asentándose, como lucha, como baja a defender, como se ha hecho con su banda, hoy titular indiscutible. En la otra banda, Luis García hizo de Maxi. Ni aportó más de lo que viene haciéndolo el argentino, ni desentonó, como tampoco lo hace el capitán.

Y atrás más de lo mismo. Estuvo muy bien Abiatti, como también lo estuvo Perea. Antonio estuvo en su línea, progresando, y Pablo, al menos, no tuvo despistes graves. Lo de Pernía, qué quieren que les diga, ni está ni se le espera. Yo ya no le espero.

Mágicos Agüero y Forlán. No es nuevo tampoco, ¿verdad? La pareja letal dio nuevas muestras de su facilidad para hacer gol. Fallaron ocasiones, fueron excesivamente generosos en otras, pero hicieron, con su juego, que nadie se arrepintiese ayer de acostarse a las doce de la noche. Es una gozada verles jugar, cuando el Atleti empieza atacando en el Fondo Sur, estas deseando que llegue el descanso para verles encarar, desmarcarse, combinar, regatear, asistir y marcar o provocar “uiss” y levantarnos de nuestros asientos.

Buenas fueron también las salidas de Camacho y Miguelito de las Cuevas. Que pena que se haya perdido en el Calderón la costumbre de hacer cánticos con los nombres propios de nuestros jugadores. Estos dos, al tiempo, merecerán que la grada coree su nombre con la misma alegría que al bueno de Reñones le dedicábamos el "muy bien, Tomás".

¿Y ahora? ¿Serán suficientemente buenos, los buenos y no tan malos, los malos?, ¿Qué Atleti veremos el sábado en Sevilla?, ¿Y frente al Villarreal?, ¿Arañaremos puntos en estas plazas?, ¿perderemos el cuarto puesto?, ¿Dará, en definitiva, la talla nuestro Atleti?
Oigan, que yo soy una mera cronista. Díganmelo ustedes. Les cedo la palabra.

domingo, 9 de marzo de 2008

Esto es todo, amigos


Me voy a repetir, se lo advierto. No esperen originalidad en la crónica, porque los pensamientos que la iluminan son tan recurrentes como la subida del pollo.

El Atleti, que hace tan sólo una semana, supo hacer lo increíble para ganar el partido al Barcelona, ayer se convirtió de nuevo en el "resucitador" oficial de la Liga, para dar aire a un Zaragoza que coqueteaba con el descenso. Sí, sí, ese Zaragoza que no había sacado ni un sólo punto en los últimos cuatro encuentros, ese Zaragoza de Luchín y de Gabi, ese Zaragoza que en toda la temporada no había remontado un partido.

Pero bueno es el Atleti, estadísticas a él. Aquí estamos para romperlas, para dar aire a quien lo necesite, para complicarse la existencia miserablemente. La lectura del partido no es original, ya les digo. Lo de siempre. Hay jugadores que dan la talla, que lo intentan, que se superan y que a veces les salen las cosas y otras no. Ayer, el Atleti de arriba tuvo oportunidades, algunas clarísimas y la bola no entró. Y luego hay otros jugadores que no suelen dar la talla y que a veces tienen partidos más grises y otras menos. Ayer, estos jugadores, de los que esperamos poco, no hicieron ni eso. El resultado ya lo saben.

Dos cosas más a comentar que no está el horno para aburrirles: Aguirre y el árbitro. Nuestro entrenador es desconcertante. Es capaz de tener una actitud valiente cuando nadie lo espera, otra temeraria, cuando parece desaconsejable y es tremendamente conservador cuando todos queremos que no lo sea. Lo es en sus planteamientos, en sus alineaciones y en sus cambios.

Sacó a Camacho contra el Barcelona, cuando Cleber podía ser alineado. Algunos, entre los que me encuentro, levantamos la ceja ante lo arriesgado de la decisión, con todo un Barcelona enfrente y un chaval joven y sin experiencia en primera. Salió bien. Y a mí, que no me gusta cocinar y no me siento a gusto entre fogones, si un día por casualidad descubro el secreto del pollo al limón, no duden de que repetiré ingredientes y receta, hasta que todos en casa tengamos un sospechoso color amarillo. Aguirre no.

Aguirre decidió ayer premiar el esfuerzo del chaval y el desahogo de Raúl García con él en el centro del campo, sacando a Cleber Santana y dándole al chico cero minutos. No me pregunten el porqué. No lo sé.

Para otras cosas, sin embargo, el mister es cabezón. Vayan bien o mal las cosas se ha aprendido que el cambio Reyes por Simao es lo que toca y no se salta el guión de ninguna de las maneras. Ni aunque Simao esté jugando bien, ni aunque esté defendiendo, ni aunque haya marcado un golazo, ni aunque en la otra banda, Maxi, no lo esté haciendo tan bien. Y no me sentaría tan mal, si el recambio fuese un "tío" que sabes que puede armártela al salir al campo, que puede ser resolutivo, no. Pero el que sale es José Antonio Reyes, que lo único que ha demostrado este año ha sido su indolencia y lo poco que le preocupa este equipo, lo poco que le enorgullece vestir esta camiseta.

Y ves a Pernía, a Pablo (que pena me das chico, no te sale nada bien), a Santana y a Reyes, sobre el campo y sabes que es imposible que cambie el rumbo, que si algo puede ir a peor, con ellos sobre el césped, irá peor.

Y aunque no me gusta mucho hablar de los árbitros, el colegiado ayer fue una gran ayuda para el Zaragoza. Acertó con el penalti cometido por Simao, pero dejó de señalar dos en nuestra área. La patada al Kun (no tengo claro si dentro o fuera del área) es más clara que el agua que bebemos. Que se quede sin pitar, es tan concluyente como que hay consigna para que este chico, que un buen día metió un gol con la mano, no vuelva a salirse con la suya.

Pero más que ésto, me molestó que Ramírez Domínguez señalase el final del partido cuando César, había estado dos minutos en el suelo, en pleno ataque del Atlético. No, no se crean que iniciando una jugada de ataque en nuestro campo, no se crean que Abiatti acababa de sacar el balón. En plena frontal del área contraria y con ocasión manifiesta de peligro. Ver para creer.

Con esto ya le han dado la excusa a nuestros dirigentes para hablar durante toda la semana. Y llegará el día del Levante y nos encontraremos en nuestro asiento una cartulina que diga "árbitros, basta ya". Yo la usaré como el día de Barsa para taparme la cara de vergüenza que se me pone cada vez que miro a mi derecha y veo a estos dos sentados en el palco. A ver si el señor Cerezo, la próxima vez que se encuentre con Villar, en lugar de jugar a posar con camisetas vergonzantes, puede preguntarle por que nos tratan como a un equipo mediocre y no nos respetan en ningún campo de España, Calderón incluido.

domingo, 2 de marzo de 2008

Increíble, esto es increíble

Que el Atleti le meta cuatro goles el Barça es algo tan increíble como que en el Calderón, habiéndole metido cuatro goles al Barça, se grite a su presidente que se marche de una vez. Las dos cosas ocurrieron ayer, las dos cosas me llenan de alegría, las dos cosas, pese a lo increíble del asunto, tienen su explicación.

Sobre el terreno de juego, la victoria se explica en un notable cambio de actitud, pero sobre todo en el nombre propio de tres jugadores que convierten a un equipo del medio de la tabla en un equipo capaz de ganar a cualquiera. Es tanta su presencia, que el Atleti, cuando falta uno de ellos, no digamos ya dos, se convierte en un barco sin timón, ni capitán.

Les hablo, ya saben ustedes, de un centrocampista y dos delanteros, les hablo de Raúl García, Diego Forlán y Sergio, el Kun Agüero. Los dos primeros son, de largo, los mejores fichajes de este año. Son tan buenas adquisiciones que si con ellos no hubiesen llegado jugadores como José Antonio Reyes, Cleber Santana o hace ya un año, el Sr. Fabiano Eller, justificarían, por si solos, la política de fichajes de este club.

Raúl García es el mediocentro. Es un tío incansable. Le ves disputando un balón cerca del corner del fondo norte y al instante está sobre la línea del centro del campo repartiendo juego o ayudando en tareas defensivas en la frontal del área del fondo sur, unos segundos después. Enorme.

Diego Forlán es uno de los jugadores más inteligentes que una ha visto vestir la rojiblanca. Un futbolista maduro, avispado, estratega. Un jugador generoso, tan importante llevándose a un defensa y abriendo pasillos despejados, como haciendo paredes, dando pases en profundidad o marcando goles increíbles. El suyo de ayer, de penalti, una lástima. Una lástima, sobre todo, porque no le debió parecer suficiente gol como para levantarse la camiseta y darnos una alegría a las señoras del fondo norte. Magnífico, Forlán.

Y luego está el Kun. Qué difícil encontrar adjetivos a la altura de este chico, qué difícil hablar de él sin buscar comparaciones con otros jugadores que fueron tan desequilibrantes como él. Qué difícil definir la sensación de verle coger el balón y tener la certeza de que hará una diablura, que dibujará una genialidad, que enmarcará un gol para el recuerdo.

Ayer se marcaron cuatro goles y estuvo presente en los cuatro. En el primero, sentando a Milito e inventándose un gol importantísimo que suponía el empate. En el segundo, asistiendo a su compatriota para que empujara el balón. Un gol que nos alegra tanto porque Maxi es de esos jugadores de los que más nos duele su bajo estado de forma. Un jugador querido, un buen tipo, alguien del que esperamos más, sin duda.
El tercero es un penalti, como muchos de los que le hacen y no se pitan, como el que ayer mismo no se pitó en la portería norte en las postrimerías del encuentro. El recurso de un defensa que no sabe ya como frenarle si no es a base de empujones o agarrones.
Y el cuarto… el cuarto es un gol de genio, de futbolista diferente que recibe un pase de su socio, regatea a cuantos contrarios se ponen por delante y marca un gol de esos de ver repetidos una y otra vez.

Pero además, estos tres futbolistas, de ausencia tan dolorosa, hacen que el resto mejore en su juego, positivicen su actitud. Porque ayer, relucieron tres, pero brillaron Simao, Perea, Valera e incluso el chaval Camacho que, sin hacer un partidazo, estuvo en su debut, a la altura del equipo ganador. Enhorabuena.

Y como les decía al principio, como escucharon ustedes, en el campo o en la tele, con esa victoria increíble se escucharon los gritos contra el palco.
Creo, no estoy segura, que nacieron en el fondo sur. Donde un Frente Atlético, mudo en el primer tiempo, demostró, en el segundo, que es el alma de este estadio, que es tan importante en el Calderón, como el Kun en este equipo.

Ya antes del encuentro, a las 7 de la tarde, medio centenar de aficionados se dieron cita en la puerta cero para hacer saber su descontento por la gestión del club. No protestaban, como he leído en la prensa, por el incidente de la camiseta, no. Allí se dieron cita para criticar los más de 20 años de gestión desastrosa y empequeñecimiento en lo deportivo. Unos pocos señores, algún bloggero, una señora estupenda en minifalda, periodistas, muchos policías y sobre todo, un grupo de chicos, muy jóvenes, que tienen más mérito que nadie.

Ellos son (grande, Javi One) nuestra esperanza, nuestra ilusión y nuestro futuro. Tienen más mérito que todos los demás porque ellos no han visto un Atleti distinto, sólo han vivido la dictadura gilista y, en su alforja, sólo llevan el “doblete”. Tienen más mérito porque protestan contra la mediocridad, sin haber visto jugar a Gárate, ni a Dirceu, ni a Arteche. Es un acto de fe. Estos niños del Atleti de Futre, tienen todo mi respeto, porque reclaman, sin saberlo, un Atlético que siempre salía al campo a jugar como este otro Atleti que ayer le metió cuatro goles al Barça.