martes, 13 de noviembre de 2007

Juan Pablo

La historia que les cuento hoy habla poco de goles, remates o asistencias.
Sí, es una historia del equipo que nos late por dentro, pero sobre todo es una historia de amistad, de amistad mojada en el Atleti, forjada en nuestra grada, como tantas otras. De esta historia no esperen un final feliz. No lo tiene. Casi ningún final lo es.

Hoy les cuento la historia de Juan Pablo. Se lo presento con cuatro años, cuando su tía de Ávila se empeña en hacerle socio del Atleti, como a sus otros tres hermanos, como toda la familia. Un niño de barrio que crece yendo al fútbol los domingos, jugando, haciéndose mayor, que con 16 años ya empieza a salir con sus “colegas”, primero a la “Violeta” y luego a Malasaña, no podía ser de otra manera.

Les presento también al resto de integrantes de su pandilla, Paquito, Pepe “el Domínguez”, Juanjo “el polaco”, Jesús “el Feito”, Armando “el membrillo” y Luis Miguel “el Willy”. Con ellos empieza Juanpa a ir al fútbol en 1990. Mal estudiante, por aquella época se cambia al Colegio España donde coincide con los hermanos Punas, también del Atleti, como él, siempre a tope.
Y así se va escribiendo su historia. La de un chico más, que empieza a estudiar una carrera. Con música de Black Sabath, de Led Zepelling, de AC/DC..., con noches de marcha los sábados y goles los domingos.

Llega la final contra el Mallorca y Juan Pablo la disfruta como nadie, celebra ese gol de Alfredo como si le fuera la vida en ello. Vital y optimista, no quiere dar importancia a los cada vez más frecuentes dolores de cabeza, a que se le duerman las manos jugando al mus o a esa cojera cada vez más evidente y que achaca al fútbol.

Pero una noche, celebrando el final de la mili de su amigo Paquito se desploma y le tienen que ingresar. Pruebas y un diagnóstico demoledor. Un tumor cerebral maligno que operan inmediatamente pero que no pueden terminar de extirpar. Su esperanza de vida es corta, pese al tratamiento, pese a la quimioterapia... pero los médicos no tienen en cuenta una cosa: Juan Pablo no piensa morirse sin ver ganar la Liga a su Atleti del alma.

La recuperación de esa operación que le ha tocado puntos vitales es difícil y complicada, pero Juan Pablo se repone para celebrar en Neptuno, un año más, la victoria ante el eterno rival y el nuevo título de su equipo.
Los siguientes cinco años son la historia de una lucha contra el cáncer. Una lucha desigual en la que Juan Pablo batalla con la mejor de sus armas: sus ganas de vivir.
Si se tropieza y se cae, se levanta rápido con la mejor de sus sonrisas, como si nada hubiese pasado. Si alguien le pide su carnet para ir al fútbol le responde: “hazte socio, vikingo” y sus amigos se encargan de que no falte a ningún partido.

La temporada 95-96 es especialmente dura. Juan Pablo no puede ya subir las escaleras, pero sus amigos se lo echan a la espalda y le llevan a su localidad, camina con dificultad, le duele mucho la cabeza, y está prácticamente ciego. Pero eso no le impide disfrutar de cada una de las victorias de los Molina, Pantic, Caminero, Kiko..., cantando cada gol, aunque tengan que ser de nuevo los suyos los que le cuenten quien ha iniciado la jugada, cómo ha sido el regate y quien ha “mojado”. Pero el título no termina de concretarse y hasta tiene que llevarse el transistor a la Plaza Mayor, en medio de una "mascletá", por si su Atleti gana la liga en Tenerife.

Y así llega el último encuentro de liga, contra el Albacete. Carlos Peña se encarga de que toda la pandilla pueda ir a ese partido, pero en la puerta no les dejan pasar. Las entradas son de otras localidades... ¿cómo explicarle a ese portero con cara de circunstancias que han vivido mil partidos juntos?, ¿cómo contarle sus cinco años de lucha por ese partido, por esa tarde? Y se lo cuentan con lágrimas desesperadas hasta que les dejan pasar. Todos juntos.

Cuando marca el Cholo de cabeza todos buscan a Juan Pablo, todos le abrazan, todos lloran. Así celebran también el de Kiko, fundidos en un abrazo de felicidad, de lágrimas, de hermandad. El Atleti ha ganado la liga. La liga del Juanpa.
Todavía saca fuerzas para ir con sus hermanos a Zaragoza y cantar el gol de Pantic ante el Barcelona con la misma fuerza que aquel de Alfredo, unos años antes, antes de que todo empezase.

Juan Pablo fallece poco después, el 6 de febrero de 1997. Se ha salido con la suya. Ha visto al Atleti campeón de Liga y Copa, jugando la Champions. Ha ganado su batalla.
Sus amigos, aquellos que, destrozados, arrojaban sus insignias sobre su amigo el día de su entierro, todavía le recuerdan con mil y una anécdotas.Cada viaje, cada partido en el Calderón, cada gol es un recuerdo para él. A veces comentan lo “listo” que fue el Juanpa que sabiendo que iba a morir no espero a ver la travesía de su equipo en segunda, la sequía de juego, la pérdida de identidad. Juan Pablo se fue con aquel gran Atleti de orgullo, casta, coraje y corazón. Aquel Atleti que era como él. GRANDE.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Sólo aquello que es limpio y puro perdura en el tiempo, sólo aquello que es germinado por la semilla de la inocencia es respetado por los vientos del invierno, sólo lo que se escribe con tinta roja y se lacra con lágrimas secas por el recuerdo merece eclipsar lo mediocre.
Por aquellos que dieron lecciones sin ser maestros, por aquellos que nos inocularon el virus de un sentimiento y nos enseñaron a valorar lo que eso supone, por aquellos que hoy recordamos porque nos enseñaron a disfrutar…..y sobretodo por él y su gente, por lo que dejaron impregnado en esas gradas y por el valor de quien hoy le rinde homenaje y recoge ese testigo para que otros lo pasen a las nuevas generaciones, para que aprendan a ser atléticos, para que aprendan a ser personas. Allá donde estés nuestro mejor homenaje es no dejar de sentir aquello que un día te hizo ser el mejor de los nuestros.

Anónimo dijo...

Un relato entrañable. Un final triste, pero no tanto. Al final sobrevive la amistad y a la fortaleza humana.


tata polaca

Anónimo dijo...

Maravilloso tu artículo, Helena. Fijo que más de uno debe de andar llorando emocionado perdido ante la grandeza de quién lo escribe y, evidentemente, de la persona recordada. Porque, desgraciadamente, todos tenemos un Juan Pablo en la vida.

Yo tengo uno en particular. Mis tiempos locos del FA. Ya te puedes imaginar: viajes a go-gó, locura, desenfreno y pasión a raudales por lo que todos tenemos muy dentro de nuestro corazón, el Atleti.

Pero el Atleti no es solo los 11 tíos que salen al terreno de juego. No es el entrenador en exclusiva. No es, ni mucho menos, la mierda de dirigentes que nos representan hoy en día ... (Don Vicente Calderón aparte, obviamente, éste nos representará siempre, allá por dónde ande).

El Atleti somos tu, yo, tus colegas, los míos, los que nos escriben en nuestros bloqs comentando nuestras vicisitudes semanales ... Y, como buenos Atléticos que somos, también los llevamos muy dentro de nuestro corazón. Porque son parte muy importante del nuestro. Son parte de lo que más amamos en este mundo.

Mi caso es el de un chaval llamado Patis. Un tío simpático como pocos, siempre alegre, y que tenía una obsesión: animar a nuestro equipo allá por dónde fuésemos.

Con él, y con otros 2 colegas más, fundamos la Sección del Frente de los Devils de Carabanchel. Por supuesto, no es el estereotipo de Ultra en plan malote, rapado y demás, con el que siempre toda la peña tiende a enmierdar todo lo que huela a Frente Atlético. Es cierto que en el Frente hay de esos (algunos muy majetes, aunque cueste trabajo creerlo), pero también hay otra mucha gente (o había mucha otra peña) que merecían muy mucho la pena. Patis era de ellos.

El chaval tenía una especial fijación por mí, la verdad. Le caía muy bien, y, encima, tenía una curiosa teoría (demostrada mientras él vivía, es cierto) de que siempre que viajaba yo con ellos, el Atleti jamás palmaba. Siempre.

El caso es que, por casualidades de la vida, en aquella época esto resultaba así, la verdad.

La última vez que le ví, fue en el desplazamiento al campo del Betis, jugando en Segunda. Fuimos palmando 1-0, y, en el minuto 95 de la segunda parte de un partido infumable donde los haya, cuando ya dábamos todos por perdido en ese encuentro, penalti a favor nuestro, y empate del Petete Correa que ponía el delirio en nuestros rojiblancos corazones situados en ese extraño campo donde los haya denominado Ruiz de Lopera.

Él, una vez más, subió desde donde se encontraba con el Frente (a él le molaba estar más en primera línea, a mi me gusta ver el fútbol siempre desde más arriba, cuestión de andar siempre por anfiteatros viendo el fútbol, ¿No, Helena? ;-)) buscándome a mí, para fundirse en un fuerte abrazo enloquecido e indicarme su teoría:

- "¿Ves, Tomi? ¿Ves cómo siempre que vienes tu es imposible que el Atleti pierde?".

Fue la última vez que le ví. Poco después, me enteré por un tercer amigo común que había muerto atropellado por un malnacido en una discoteca de un pueblo de Toledo mientras estaba haciendo cola para entrar. Así, sin más. Así de jodidamente cruel puede llegar a ser esta ruleta rusa denominada vida o memez análoga similar.

Patis, yo he seguido viajando mucho, pero el Atleti ya no ha ido ganando tanto, ni mucho menos ... Los tiempos de Zaragoza, del doblete y demás, me temo que terminaron contigo ... Mira que si, al final, resulta que el crack por el que ganábamos los partidos eras tu, macho ...

PATIS SIEMPRE PRESENTE

Anónimo dijo...

pffff...

Pelos como escarpias y lagrimillas varias se han escapado al finalizar la lectura.

Anónimo dijo...

Impresionante, de verdad, Helena: uno, que ha vivido el drama del cáncer demasiado de cerca no ha podido evitar emocionarse leyendo esto. Un beso.

Anónimo dijo...

Impresionante, de verdad, Helena: uno, que ha vivido el drama del cáncer demasiado de cerca no ha podido evitar emocionarse leyendo esto. Un beso.

cochise dijo...

Por el Juanpa.
Por el Patis.

Por todas las madres que nos parieron.

S I E M P R E A T L E T I.-

Anónimo dijo...

Hola Hele, muchas gracias por contar está historia de mí amigo del alma JuanPa, para mí esto es un gran homenaje a un gran Atlético.
Como comprederas según escribo este comentario no puedo dejar de llorar y me vienen a la cabeza muchos recuerdos y momentos de mi vida que comparti con mí gran amigo.
Ya han pasado 10 años desde que nos dejó pero aún me acuerdo mucho de él, su imagen aparece en mi cerebro cada vez que escucho alguna canción que le gustaba (como la que has puesto en el blog), cada vez que voy a un concierto de Rock and Roll, cada vez que paso por algún garito de la zona de Bilbao y de Malasaña y sobre todo cada vez que veo un partido del Atleti.
Aún recuerdo como le eche de menos ese día que fui a Amsterdan a ver al Atleti contra el Ajax y esa dos finales de Copa del Rey, me hubiera gustado tanto tenerle a mi lado animando sin parar a nuestro Atleti.
Juanpa siempre vio al Atleti cuando eramos un equipo grande, muchas veces me imagino como hubiera reaccionado ante los 10 años de decadencia rojiblanca, estoy seguro que, con gran ironia, hubiese puesto a caldo a todos los miembros del Club, presidente, entrenador, jugadores, pero núnca hubiese dejado sólo al Atleti ni a sus amigos Atleticos, habria renovado todos los años.
Juanpa siempre estará grabado en mi corazon al lado del escudo del Atleti y si algún año, espero que muy pronto, ganamos la Liga me acordare siempre del año de la LIGA DEL JUANPA.
Muchas gracias Hele. Besos
Forza Atleti y Forza Juanpa per sempre.

Hele Atlética dijo...

Gracias a tí Paquito, por compartir tu historia conmigo y dejarme que yo la cuente.
Parece que fue ayer cuando Michel fallaba aquel penalti en el Bernabéu y como gritaba Juan Pablo y como lo celebramos todos.
Y doy gracias al destino también por darme un compañero de pupitre como tú, que haces que la palabra amigo cobre todo su significado.
Te quiero. Helena

Anónimo dijo...

Una historia triste, pero alegre a la vez. Tanto como la vida misma. Me alegro que viera ganar la Liga a su Atleti. Eso es afición. Se murió con una sonrisa de par en par.

un beso.

Anónimo dijo...

Y ganó, y ganó.
Pero no una liga y una copa que de esas ya tenía más incluso sin haberlas visto, porque seguro que era atlético desde el día que se fundó la institución aunque él naciera más tarde.
Y ganó, y ganó.
Pero no un abrazo sino miles, pero no una sonrisa al marcar un gol sino miles, pero no una celebración sino miles.
Y ahí ganó, ahí si que ganó.
Ese chico será más recordado que aquel gol por el que tanto suspiró sentir (ni ver, ni oir) o por el que podamos esperar nosotros.
No hay nada que te pueda separar más de alguien que morirte, ¿no?.
Pues Juan Pablo lo usó para unir, para buscar un objetivo conjunto sin mirar hacia atrás.
Qué bonito es cuando algo, en este caso el futbol, en este caso el Atleti, sirve para unir y alargar una esperanza.
Y como sé que para todos vosotros es un referente el Cholo...... ¡ Qué bueno que viniste Juan Pablo!, porque nunca te fuiste, y nunca te irás.

Kawol dijo...

No se si será cosa del gripazo o k será, pero me he emocionado.

Es increible lo que podemos luchar las personas por nuestros sueños, todos deberiamos aprender.

Gracias por compartirlo Hele.

Salu2

Sergio Medina dijo...

Una historia preciosa ¿Hay algo más bonito en la vida que ser del Atleti?

Kawol dijo...

Yo creo k no. YO estyo agradecido a mi abuelo y a mi padre de hacerme del Atleti.

Sin duda lo mejor que han podido hacer por mi.

Salu2

Anónimo dijo...

Joder Helena me dejas casi hecho polvo con tu relato, tengo todos los vellos de punta y el corazón encogido.

No tuve al gusto de conocer a JuanPa aunque sí te conozco a ti y a Paquito, así que me uno a vuestro sentimiento hacia él.

Este relato me recuerda a aquel spot del Atleti "el Atleti me da la vida".

Yo le debo mucho al Atleti, cosas que aun no he dicho a nadie y no sé si diré alguna vez, así que comprendo mucho de lo que cuentas.

No sé mucho de fútbol pero sí sé que ser del Atleti te hace diferente y orgulloso de serlo "aunque estemos en segunda!".

En fin un beso para tí Hele, un abrazo para Paquito y para JuanPa aunque no le conozca, y Forza Atleti

Anónimo dijo...

Pregunta Sergio si ¿hay algo más importante que ser del Atleti?.
Pues sí, tener amigos como Juanpa.
Muchos de sus mejores amigos eran vikingos, culés... que le querían como al que más, y que aún se emocionan recordándole.
Lo que voy a decir puede resultar poco correcto en este blog, pero dejaría, sin dudarlo, de ser del atleti (que lo soy y socio) por poder tener de nuevo a mi amigo Juanpa.
Lo que no sé es si Juanpa me dejaría.
Salud y AUPA ATLETI!!!

Unknown dijo...

Hola Hele.
Soy José Luis, uno de los hermanos de Juan Pablo, un amigo me hizo llegar ayer la entrada a este blog, siento no haber tenido acceso a él antes, para poder haberte dado las gracias en su momento.
Créete que rompí a llorar como un niño, pero no solo porque me mostrara por escrito, algo que he vivido y que a diario, tengo en mi pensamiento.
Lo que más me emocionó es que sus amigos y amigas tras diez años largos de su fallecimiento, le recuerden y le tengan en su corazón.
Quiero darte las gracias a ti y todos los que postearon comentarios, y estoy seguro que Juanpa, en ese cielo rojiblanco, se sentirá feliz, porque si una cosa apreciaba y cuidaba era la amistad.
De todo corazón de mi parte y de mis hermanos Javi y Jaime... Gracias.

Hele Atlética dijo...

Gracias a tí, José Luis. Tu también me has emocionado con tus palabras. Coincidí muchas veces con tu hermano en aquellas tardes de "La Violeta" y vimos juntos algún partido. He leído cartas suyas de cuando estaba en la mili,he visto un montón de fotos de él y puedo decirte que conozco a poca gente con tantos cojones como él tenía.

Un abrazo para toda la familia y muchas gracias de nuevo.