Ya me encuentro mejor, amigos. No sé si por las muestras de cariño recibidas o porque la pareja de centrales griegos, trankimacín y citalopram, van haciéndose con el control del área pequeña.
Yo creo que es por lo primero, que sus mensajes de apoyo han resultado de lo más terapéutico y con la técnica esta de contarles mis lamentos he conseguido hasta salir en el blog de Carlos Fuentes. No se lo tomen a la ligera, oigan, que hacer una aparición, aunque sea como actor secundario, en el Rojo y el Blanco, tiene mucho más mérito que lo de “La Esteban” en Sálvame el pasado viernes. Que no es que no me esté dejando el finiquito en casa de la terapeuta, pero al menos no he tenido que pasar por el quirófano a retocarme la nariz y las bolsas.
La neuropsicóloga (es por no repetir lo de la terapeuta, que los cronistas no debemos utilizar las mismas palabras en tan sólo dos renglones de diferencia, pero es la misma persona no se vayan a liar) ha insistido mucho en el refuerzo positivo que suponen todos sus mensajes y la actuación estelar en tan emblemático blog.
Todos estos apoyos consiguen que mejore mi autoestima que, según Carmen (la neuropsicóloga, la que era la misma que la terapeuta, que es que se llama así) estaba por los suelos. Así que ayer mismo por la tarde me fui a ver a Bárbara. Esta es sólo peluquera pero aunque se horroriza cuando ve el estado de mis raíces consigue, por mucho menos dinero, una terapia mucho más efectiva que la otra (la de la terapeuta, hombre, que están hoy que no se enteran de nada).
Ahora estoy como Carmela Soprano, con las capas ahuecadas y en chándal todo el día. Yo es que quería haberme acercado hoy a la Junta de Accionistas del Atlético de Madrid. Había pensado que ya que estoy en paro y tengo tiempo para hacer cosas, pasarme por allí y escuchar las explicaciones que dan Gil y Cerezo de la caótica situación de mi equipo.
Le había pedido su acción a mi padre y había quitado la mía del marco en la que la tengo colgada, junto a una lámina de Modigliani y un mapa antiguo de cuando en Europa no había tantos países y Prosinecki jugaba con Yugoslavia y Belanov con la URSS. Pero resulta que me llama un amigo y me dice que ya puedo ir montando otros planes que para entrar en la Junta de Accionistas del Atlético de Madrid hacen falta al menos 2.906 acciones. Sí, como lo leen, 2.906 acciones, muchas más que para acudir a la Junta General del Santander, de Ferrovial, de Endesa o de todas ellas juntas.
Entonces pensé en mi carnet de periodista, que para eso paga una a la Asociación de la Prensa y es un pase que lo mismo me ha servido para aparcar en el IFEMA que para pagar menos en la Tate Gallery. Pues tampoco. Hasta los redactores del AS o del Marca tienen vetado su acceso a esta Junta en la que se deberían dar explicaciones de cuánto está pasando en la entidad.
Y ya no es sólo lo deportivo. A la penosa situación en la tabla, el traspaso de jugadores como Heitinga, las insólitas renovaciones, la anunciada salida de Maxi, los cambios de entrenador que no han servido para un cambio (a mejor) en el equipo… además está lo económico. Yo no soy de números pero me cuenta mi amigo Emilio, que de esto entiende un rato, que sólo en el ejercicio anterior hay unas pérdidas antes de impuestos de cerca de 28 millones de euros. Eso sin haberse gastado un duro en fichajes, habiéndose anunciado operaciones urbanísticas que traerían grandes beneficios al equipo y con los ingresos de haber estado en Champions, las televisiones, el campo casi siempre lleno. Y una alcanza a entender que el otro equipo grande de la capital, con el desembolso en figurines que ha hecho, esté endeudado hasta las cejas, pero ¿nosotros?, perdón, digo ¿ellos? Pues sí, señores, hay una deuda (Emilio dice el pasivo exigible de la entidad, pero eso no lo entiende nadie) de cerca de 500 millones de euros.
Pero ya les digo, tendremos que seguir tragándonos las explicaciones que nos quieran dar y mirando de reojillo a un terreno de juego que da muy malos pálpitos y que hace que los fantasmas de segunda, se nos aparezcan junto a los del Cuento de Navidad, en nuestras peores pesadillas.
Pero ya les digo, que estoy mejor. Y no es por el gol de Jurado, mire que son morbosos ustedes, ni por las meritorias paradas de Asenjo en el último partido (que ya saben que la gente de Palencia y de Albacete son mi debilidad). Es que estoy escuchando el sorteo de la Lotería de Navidad y que cuando acabe, como nos pasa con el Atleti, tendremos que decir con un lamento esperanzado "Esta vez tampoco. Otro año será."
Yo creo que es por lo primero, que sus mensajes de apoyo han resultado de lo más terapéutico y con la técnica esta de contarles mis lamentos he conseguido hasta salir en el blog de Carlos Fuentes. No se lo tomen a la ligera, oigan, que hacer una aparición, aunque sea como actor secundario, en el Rojo y el Blanco, tiene mucho más mérito que lo de “La Esteban” en Sálvame el pasado viernes. Que no es que no me esté dejando el finiquito en casa de la terapeuta, pero al menos no he tenido que pasar por el quirófano a retocarme la nariz y las bolsas.
La neuropsicóloga (es por no repetir lo de la terapeuta, que los cronistas no debemos utilizar las mismas palabras en tan sólo dos renglones de diferencia, pero es la misma persona no se vayan a liar) ha insistido mucho en el refuerzo positivo que suponen todos sus mensajes y la actuación estelar en tan emblemático blog.
Todos estos apoyos consiguen que mejore mi autoestima que, según Carmen (la neuropsicóloga, la que era la misma que la terapeuta, que es que se llama así) estaba por los suelos. Así que ayer mismo por la tarde me fui a ver a Bárbara. Esta es sólo peluquera pero aunque se horroriza cuando ve el estado de mis raíces consigue, por mucho menos dinero, una terapia mucho más efectiva que la otra (la de la terapeuta, hombre, que están hoy que no se enteran de nada).
Ahora estoy como Carmela Soprano, con las capas ahuecadas y en chándal todo el día. Yo es que quería haberme acercado hoy a la Junta de Accionistas del Atlético de Madrid. Había pensado que ya que estoy en paro y tengo tiempo para hacer cosas, pasarme por allí y escuchar las explicaciones que dan Gil y Cerezo de la caótica situación de mi equipo.
Le había pedido su acción a mi padre y había quitado la mía del marco en la que la tengo colgada, junto a una lámina de Modigliani y un mapa antiguo de cuando en Europa no había tantos países y Prosinecki jugaba con Yugoslavia y Belanov con la URSS. Pero resulta que me llama un amigo y me dice que ya puedo ir montando otros planes que para entrar en la Junta de Accionistas del Atlético de Madrid hacen falta al menos 2.906 acciones. Sí, como lo leen, 2.906 acciones, muchas más que para acudir a la Junta General del Santander, de Ferrovial, de Endesa o de todas ellas juntas.
Entonces pensé en mi carnet de periodista, que para eso paga una a la Asociación de la Prensa y es un pase que lo mismo me ha servido para aparcar en el IFEMA que para pagar menos en la Tate Gallery. Pues tampoco. Hasta los redactores del AS o del Marca tienen vetado su acceso a esta Junta en la que se deberían dar explicaciones de cuánto está pasando en la entidad.
Y ya no es sólo lo deportivo. A la penosa situación en la tabla, el traspaso de jugadores como Heitinga, las insólitas renovaciones, la anunciada salida de Maxi, los cambios de entrenador que no han servido para un cambio (a mejor) en el equipo… además está lo económico. Yo no soy de números pero me cuenta mi amigo Emilio, que de esto entiende un rato, que sólo en el ejercicio anterior hay unas pérdidas antes de impuestos de cerca de 28 millones de euros. Eso sin haberse gastado un duro en fichajes, habiéndose anunciado operaciones urbanísticas que traerían grandes beneficios al equipo y con los ingresos de haber estado en Champions, las televisiones, el campo casi siempre lleno. Y una alcanza a entender que el otro equipo grande de la capital, con el desembolso en figurines que ha hecho, esté endeudado hasta las cejas, pero ¿nosotros?, perdón, digo ¿ellos? Pues sí, señores, hay una deuda (Emilio dice el pasivo exigible de la entidad, pero eso no lo entiende nadie) de cerca de 500 millones de euros.
Pero ya les digo, tendremos que seguir tragándonos las explicaciones que nos quieran dar y mirando de reojillo a un terreno de juego que da muy malos pálpitos y que hace que los fantasmas de segunda, se nos aparezcan junto a los del Cuento de Navidad, en nuestras peores pesadillas.
Pero ya les digo, que estoy mejor. Y no es por el gol de Jurado, mire que son morbosos ustedes, ni por las meritorias paradas de Asenjo en el último partido (que ya saben que la gente de Palencia y de Albacete son mi debilidad). Es que estoy escuchando el sorteo de la Lotería de Navidad y que cuando acabe, como nos pasa con el Atleti, tendremos que decir con un lamento esperanzado "Esta vez tampoco. Otro año será."