jueves, 28 de agosto de 2008

La fiesta empieza ahora


“Si mientras te vistes para ir al Calderón, enciendes el MP3 de forma aleatoria y la primera canción que suena es “The party starts now” de los Dictators, tiene que ser una buena señal. Hoy pasamos seguro”. Así de confiado se mostraba mi amigo Alberto cuando a las seis de la tarde de ayer llegaba a la “peña” para tomar las primeras cervezas de la tarde. ¡Qué tarde!.
Fue la de ayer una tarde de nervios, de supersticiones, de nudo en la garganta, de hormigueo en el estómago. Una tarde de cábalas, en la que intentas infundir la poca confianza que tienes al vecino de barra, mientras repites a todo el que se te acerca.

- Sí, sí, 3 a 1. Partido de trámite, estamos en Champions.

Y es como si a fuerza de recitarlo como un “mantra” empezases a creértelo, aunque en el fondo siempre coletea ese pesimismo al que nos ha abocado la historia y que late con la misma fuerza que otros sentimientos más alegres. Es inevitable.
Fue una tarde de sensaciones y una noche de sentimientos. Expectación con ese primer gol, nervios tras el dos a cero, desesperación con el bajón del equipo, alegría desbordada con el tercero y el cuarto y un gran orgullo con el pitido final. Pero más que orgullo, que también, es una sensación de alivio, de deber cumplido. Y la fiesta empieza en ese momento.
Muchos pensarán que todavía no hay nada que celebrar, que se ha hecho lo que se debía y con más dificultades de las precisas, pero a mí no me incordien, que yo ya tenía ganas de dar saltos, hacer la ola y hasta un trenecito por el hormigón. Y esa alegría contagiosa mientras la gente vacía los vomitorios cantando y baja por las escaleras riendo y llena las aceras y los bares y las terrazas de color rojiblanco es algo que no tiene precio para un equipo que lleva demasiados años ofreciendo amargura y resquemor.

Tiempo habrá para analizar los “pecados” de esta plantilla, las carencias heredadas directamente de la temporada pasada y que no han sido extirpadas... La inseguridad bajo los palos, los fallos en defensa, la precipitación en el centro del campo o la excesiva dependencia de la genialidad de los delanteros. Tiempo habrá ya digo, porque la temporada se antoja demasiado larga para una plantilla muy justa.

Pero hoy no es día para eso, si no para disfrutar de cada detalle único. De la camiseta recién estrenada, de la que se quita Forlán, de la gente que te da la enhorabuena por el regreso de Maniche como si fuese un familiar, del Fondo Norte gritando a Pernía que la pelota se va fuera, de los reencuentros, de la ovación a los hinchas alemanes a su paso por Pontones. Es magia, es el Atleti. La fiesta empieza ahora.