lunes, 28 de abril de 2008

El enfado


Ayer me enfadé con mi padre. Fui a su casa a ver el partido y antes del minuto 5 ya me había arrepentido de no pagar los 12 euros.

Se pasó los noventa minutos refunfuñando contra cualquier jugador vestido con rayas rojiblancas. En el minuto uno sentenció con un “estos no juegan a nada” y antes del diez había arremetido contra ocho o nueve jugadores de la plantilla.

Tras el gol, Leo Franco fue el inútil; Luís García, el pufo; Maxi, el fundido; Camacho, el inconsciente; Forlán, el desaparecido; Pernía, el descerebrado… y así uno tras otro.

Ni el gol del Kun, que segundos antes también había recibido lo suyo, sirvió para aplacarle. Lo único que le arrancó una sonrisa en toda la tarde fue el recoge pelotas del Getafe que celebró efusivamente el gol atlético: “pobrecillo”, dijo, para proseguir con su cantinela... “pero míralos, son completamente indolentes, van cansados, ¿conjura?, pero si no corren, no pueden con las botas".

He visto miles de partidos con mi padre y estoy acostumbrada a su sambenito quejoso como telón de fondo. Está el sonido de la tele, con su penosa narración. Pedraza con sus comentarios que es como si tras 20 años escuchando rock te encuentras una carpeta de tu adolescencia forrada con un póster de Leif Garret del Superpop. Ese mismo rubor me produce escuchar hoy al que fue el ídolo de mis 15 años.
Luego está el Carrusel que nos dice que el Racing va perdiendo, que el Levante está en segunda, que alguien parece querer que Osasuna le acompañe. Y por último, mi padre, en estéreo, con sus frases cortas, su cabreo creciendo minuto a minuto: ¿cómo se puede echar tanto de menos a Simao?, ¿cómo puede estar tan fundido Raúl García, si sólo tiene 21 años?, esto es el mundo al revés, Pernía sacando un corner y Forlán despejando los del área contraria... Y así sigue y sigue y sigue.
Los minutos van pasando y ya estoy harta. Harta de que no hagan una jugada que le deje en silencio unos segundos, harta de desear que acabe la Liga, harta de pensar más en el Estudiantes o en la ascensión al Dhaulaguiri que en el Atleti, harta de estar harta.

D. Manuel sigue con su mantra: “y este tío no hace ningún cambio, se creerá que es un buen resultado”. Aunque luego tampoco le gustan los cambios que son objeto de aireadas protestas. Y en esto que Camacho hace un penalti, lo que le faltaba al chaval: “si es que no hay derecho, ya te lo dije el otro día con esa amarilla a los cinco minutos, este chaval va como loco”.

Así que cuando Leo Franco para el penalti me levantó del sillón y lo celebro como si hubiésemos marcado un gol de Champions.

- Vamos, coño, vamooooooos.
- No, si encima te parecerá un buen resultado.
- Hombre, papá, pues claro que me lo parece. Visto lo visto, qué quieres que te diga, que ya no aguanto más. Que el Getafe ha jugado la Copa del Rey y ha tuteado al Bayern. Que estamos jugando fuera de casa. Que ha perdido el Racing y ha empatado el Sevilla. Pues sí, me parece un resultado cojonudo.
- Eso sí que me da pena hija. Con que poquito te conformas.

Me siento despacio y acabamos de ver el partido en silencio. En cuanto pita el árbitro me despido con un beso y me marcho.

martes, 22 de abril de 2008

Conversación con Arteche


Todo el día hablando de Arteche, ¿Por qué no le llamas?, me dice un compañero a la hora del café. Me quedo pensando y me decido. Un amigo de la Agrupación de Peñas me consigue su teléfono en diez minutos y como una becaria en su primera entrevista marco despacio los números.

- Diga…
- ¿Buenos días, Juan Carlos Arteche?
- El mismo, contesta una voz grave.
- Mire soy periodista. Tengo un blog del Atleti y esta semana hemos estado hablando de usted y de aquel 4-3 frente al Betis en el Vicente Calderón.
- Ah, sí – se le nota sonreír.
- Tendría usted unos minutos para hablar de aquel Atleti y del de ahora.
- Claro, llámame en una hora que estoy reunido.

Y así lo hago. Arteche contesta despacio a mis preguntas, sin prisa, sin escatimar palabras, sin buscar tópicos, ni respuestas diplomáticas.

¿Aquel partido? Fue un partido muy complicado. El Betis fue superior. Pero a base de ímpetu y ganas, llegamos a levantarlo. Fue un partido ganado a base de orgullo. Hay muchos partidos que se ganan sin jugar bien, ¿sabes? Se ganan con orgullo y con la fuerza que da saber que estas defendiendo la camiseta del Atleti.
Arteche habla en presente, sigue pensando en el Atleti como su equipo del alma y cuando le pregunto por los jugadores actuales responde sin ambages, “los tiempos han cambiado y el fútbol es un reflejo de nuestra sociedad. No es que los jugadores salgan al campo sin ganas de ganar, es que la mentalidad es completamente diferente… Ahora, los jugadores llegan, están y se van. Es una consecuencia del mercado del fútbol. Antes si llegabas a un equipo como el Atleti, sabías que estabas en un Grande y tu sueño era quedarte y perpetuarte aquí”.
El capitán no culpa a los jugadores de este cambio de mentalidad, “no es culpa suya. Hay un mercado. Ellos van y vienen y necesitan referentes. Y en el Atleti, como en otros equipos, no se encuentran ese tipo de referentes. No hay jugadores de la cantera, gente de la casa que transmita a los compañeros la importancia que tiene este equipo, la importancia de vestir esa camiseta.”
¿Y la afición? “Yo si sigo pensando que la afición del Atleti es la mejor del mundo. Pero también tiene su cara mala por su poca exigencia. La afición tiene que exigir resultados a los jugadores y a la Junta Directiva.
En nuestra época si un año no quedábamos terceros, nos ponían a parir, nos exigían que estuviésemos a la altura. Ahora nos falta exigencia para decirles a los dirigentes que ya está bien. Cada año es lo mismo, nos venden su proyecto una y otra vez sin que los resultados lleguen y se debería pedir explicaciones. La afición tiene que decir de una vez por todas que ya está bien de vendernos la burra y que necesitamos resultados.. Se le debe preguntar a la Junta Directiva qué hace con todo el dinero que dicen que se han gastado. Ya está bien de vender humo y de caer siempre en lo mismo. Con todo ese dineral gastado no hemos conseguido nada.”

Así es Juan Carlos Arteche. Sin pelos en la lengua. Tan directo con sus palabras como lo fue sobre el terreno de juego. Un gran marcaje, un placer, capitán.

domingo, 20 de abril de 2008

¿Dónde estas, Arteche?


El 6 de noviembre de 1983 llovía sobre el Calderón, no había parado de llover en todo el día. El Atleti se enfrentaba al Betis con la obligación, como siempre, de ganar. No sólo por los dos puntos de entonces, no únicamente por enfrentarse a un rival teóricamente inferior… también porque el Atleti, como todos los años, aspiraba a quedar el primero, a ganar la Liga.
Aunque comenzó marcando Pedraza, antes del minuto 20, pronto empezaron a complicarse las cosas. Seguía lloviendo sin parar y, antes del descanso, con goles de Paco y Rincón, el Betis ya mandaba en el marcador.
La tarde amenazaba con volverse aciaga cuando Parra establecía el 1 a 3. Faltaban 40 minutos y todo parecía indicar que los verdiblancos se harían con el partido.


Ayer llovía sobre el Calderón, no había parado de llover en todo el día. El Atleti se enfrentaba al Betis con la obligación de ganar. No sólo por los tres puntos de ahora, no únicamente por enfrentarse a un rival teóricamente inferior… también porque en la grada había unos señores de Orense, porque Medina había venido con sus sobrinos desde Badajoz, o porque un autobús lleno de gente de Fuencaliente había hecho 350 kilómetros para celebrar el Día de las Peñas. El Atleti, en su enésimo “partido clave” de la temporada se jugaba asegurar la plaza Champions que le permitiría volver a codearse, como antaño con los grandes de Europa.
Pronto comenzaron a complicarse las cosas, Juande, antes de cumplirse el primer cuarto de hora, marcaba tras un rechace y aunque, el Kun empataba diez minutos después desde fuera del área, las cosas no tenían pinta de mejorar. Tras el descanso, Xisco de falta y Capi, aprovechando la escapada de Melli, ponían el 1 a 3 en el marcador. Faltaban 30 minutos y todo parecía indicar que los verdiblancos se harían con el partido.

El 6 de noviembre de 1983 la lluvia seguía arreciando, pero nadie se movía de sus empapados asientos de hormigón. El año anterior, los chavales del Fondo Sur habían creado una peña, que no paraba de animar. En el minuto 55, Mirko Votava recortaba las distancias y el Calderón no perdía la esperanza de asistir a una remontada histórica.

Ayer, tras una pequeña tregua, volvía a llover. El público abandonaba sus asientos, impotente. Desde el Frente Atlético, cada vez de forma más tímida, se seguía animando al equipo y los primeros pañuelos comenzaban a aflorar en la grada.
Pero nada, ni un solo detalle anticipaba que el partido no estuviese sentenciado.

El 6 de noviembre de 1983 había un jugador sobre el césped que se llamaba Juan Carlos Arteche. Un central, sí, de los de antes: seguro, contundente, una muralla. Un jugador que siempre, incluso una vez retirado, supo la importancia de vestir la rojiblanca, el orgullo de defender esos colores, la oportunidad de dejarse la piel en el campo porque jugaba en el Atlético de Madrid.
Suyos fueron los dos goles, en el 85 para empatar el partido y en el 89 para darle la vuelta al marcador que transformaron para la historia una tarde aciaga de lluvia en un episodio de épica y coraje.


Ayer se perdió el partido. No fue, como otras veces, por graves errores defensivos, tampoco es que los disparos de los normalmente atinados delanteros fuesen por centímetros, fuera de la portería. Ayer, el Atleti dio una muestra más de equipo agotado, sin gasolina, sin espíritu, sin confianza, sin ideas, sin creación de juego. Ayer el Atleti bajo los brazos y no apretó los dientes. Ayer no había ningún Arteche sobre el campo. Ya lo denunció Fernando Torres en unas declaraciones tan dolorosas como certeras: “en este equipo nadie te enseña lo que significa defender esa camiseta, nadie te explica la historia”.

El 6 de noviembre de 1983, Arteche, portada en la prensa deportiva al día siguiente, señalaba a la grada y celebraba el tanto de la victoria como si fuese el de la victoria en una final. El Atleti, aquella temporada, disputó la Liga hasta el final.

Ayer no me quedé a comprobar si los jugadores, con el pitido del árbitro, levantaban la vista del césped para mirar a su afición o volvían a hacer un nuevo desplante. Hoy la prensa no da importancia a la derrota, una más de este equipo. Cosas del Atleti, dicen.

jueves, 17 de abril de 2008

Bernardo Salazar: “Nos han robado el sentido histórico del Club Atlético de Madrid”


Bernardo Salazar (Madrid, 7 de mayo de 1942) es la memoria viva del Atlético de Madrid. Es coleccionista de recuerdos, tesorero de anécdotas, gerente de una forma de vida al alcance de unos pocos. Con Bernardo es difícil no hablar durante horas de fútbol, del Atleti. No hay comida, sin sobremesa eterna. Un café puede convertirse en toda una tarde.
Tiene una colección de más de 800 libros de fútbol y a él recurren los periodistas para preguntarle datos que no aparecen ni en la más completa hemeroteca. Puedes intentar pillarle y preguntarle por aquel partido que jugó Lobito Hernández. Pero no, recuerda aquel partido, la alineación, al equipo contrario y la trayectoria del utilero que estaba en el campo. Aún más, te embauca con una preciosa historia sobre el fútbol de entonces. Un fútbol en blanco y negro. Un fútbol en rojiblanco.
Bernardo se ha jubilado recientemente, pero su retiro laboral es algo testimonial. Su móvil suena constantemente, lleva en su maletín un nuevo proyecto editorial para AS, el guión para una película, folios llenos de tachones, textos editados, fotografías coloreadas...
Ahora se ha embarcado en la aventura del Gaudeamus, un foro que nos trae al presente la historia del Atlético de Madrid. Una gran historia cargada de títulos, de éxitos, de sonrisas, de tardes memorables. Una historia que contrasta con un presente que nos duele por su falta de brillo, por esa pérdida de identidad que se ha traducido en la creación de una marca y en la resta de un sentimiento. En la creación de un Sociedad Anónima Deportiva y en la desaparición de muchas otras cosas que conformaban nuestro equipo.
Bernardo quiere hacer justicia con ese pasado y por eso queda con nosotros para hablar de Gaudeamus y de su Atleti, por supuesto.
Quedamos con él en el café Gijón y el enclave no puede ser más oportuno. El establecimiento tertuliano más antiguo de Madrid hoy da menús a 11 euros. Los asientos de terciopelo rojo donde un día se sentaron Galdós y Cela y Fernando Fernán Gómez y Ana María Matute y el gran Joaquín Vidal hoy están gastados por el uso, descoloridos. Por los pasillos en los que Rafael Azcona recitaba sus poemas a cambio de un vaso de agua, hoy un camarero con prisas nos señala una mesa esquinada.

Pregunta - ¿Bernardo, recordar es volver a vivir?
Respuesta –
Si, claro que sí. Alguien decía que la memoria es la inteligencia de los tontos, pero debía de ser porque no tenía memoria. El que sabe es el que tiene memoria. ¿De qué te sirve haber vivido, si luego no puedes recordarlo?

P – ¿Y es la memoria uno de sus principales tesoros?
R –
Desde luego. Tengo una memoria, me atrevería casi a decir, privilegiada. Desde que era muy niño ha sido así. También es verdad que la memoria antes se cultivaba en el colegio… desde las tablas de multiplicar, a la lista de los reyes godos o las penínsulas y los ríos del mundo. 60 años después me sigo acordando.

P- Pongamos a prueba su memoria ¿Cuál es su primer recuerdo en rojiblanco?
R-
Pues a primeros de octubre de 1947, al volver esa primera semana al colegio, me llevaron mis tíos al Metropolitano a ver un Atlético de Madrid – Athletic de Bilbao. Empataron a uno y todavía, los jugadores, no llevaban número a la espalda, fíjate si hace años. Al día siguiente con mano temblorosa de niño de cinco años recorté la crónica de La Hoja del Lunes y la pegué en un cuaderno. Aún la conservo.

P – Han pasado muchos años, con cientos de partidos… toda una vida marcada por el Atleti ¿Qué ha perdido y qué ha ganado en esta historia de entrega?
R -
El Atleti siempre me ha dado muchísimas cosas. De entrada, y en momentos determinados, por supuesto la alegría cuando gana, pero además, me ha permitido conocer personas, viajar… Hubo una época, cuando ya empezaba a viajar y el Atleti a disputar torneos europeos, te ibas a Zagreb, a Bruselas –por desgracia-, a Moscú, a Hamburgo… Ibas viendo mundo y siempre coincidías con grupos de gente que conocías de vista, del campo, del colegio, del trabajo… pero que eran rojiblancos como tú y con los que volvías a estrechar lazos. Siempre el Atleti ha sido una parte importante de mi vida. La verdad es que a este equipo lo siento como algo propio, casi, casi, como a un miembro de la familia.
El sentimiento que tengo es enorme y además de pequeños a mis hijos también se lo he inculcado. Porque no deja de ser una tradición, ¿No? Como habían hecho mis tíos conmigo.

P- ¿Con sus buenos y sus malos momentos?
R -
Hombre, como todo en la vida… Soy capaz de rememorar montones de imágenes con los recuerdos de los éxitos pero también de las desgracias, de las tristezas…
Yo recuerdo haber llorado dos veces en el fútbol: una en el momento en el que Maguregui, en el año 56, nos marcó el gol que suponía que el Atleti perdiese la primera final de Copa que yo le vi jugar. Yo, que por aquel entonces tenía 15 años, cuando fue a sacar el córner Gainza, grité desde la localidad de Chamartín en la que me encontraba: ¡cuidado con Maguregui!, porque le vi completamente solo y justo Gainza le puso el balón en la cabeza y marcó, dándole la victoria al Athletic de Bilbao.

P - ¿Y la segunda vez?
R -
Bajando con mis hijos por las escaleras de mi localidad después de empatar aquel partido con el Sevilla. Habíamos descendido la semana anterior en Oviedo, pero bajando por aquellas escaleras me di cuenta que después de tantísimos años estábamos en Segunda División y no pude contenerme. Se me saltaban las lágrimas y mis hijos me decían "pero papá, si ya habíamos bajado la semana pasada", "sí, pero la conciencia de que estamos en segunda la tengo hoy". Fue el día que le tiraron los huevos al gafe aquel que tuvimos de portero.

P - ¿Y disfrutar?
R -
He disfrutado un montón de veces. Del primer 5-0 que le metimos al Madrid, un 3 a 6 en Chamartín, las copas que les hemos ganado, cuando estuvimos en Sabadell, en Sarriá o cuando ganamos la Liga en el Bernabéu. Todos esos recuerdos son impagables. Son momentos históricos. Luego lo piensas y dices ¿y por qué? Si esto al fin y al cabo no deja de ser más que un juego, once contra once, uno gana y otro no.
Pero si eres muy pequeño cuando te nace la afición y se te graba a fuego en el corazón, pues hasta que me muera lo sentiré así.

P - El Gaudeamus pretende hacer justicia con la historia del Atlético de Madrid. Su lema, "nuestra historia, nuestro orgullo", así lo atestigua. ¿Están pasado y presente del Atlético de Madrid más distantes que nunca?
R -
Se ha pasado por épocas mejores y peores. Se ha estado apunto de desaparecer y siempre al final ha surgido un "salvador" o "grupo de salvadores" y se ha salido adelante y se ha vuelto a sacar la cabeza. Lo que pasa es que los momentos actuales, prácticamente desde el descenso a Segunda, no se parecen en nada a todo lo anterior que yo he conocido. Desde el año 2000, son los 8 peores años que yo he vivido en toda la historia del Club Atlético de Madrid.

P - El otro día leí unas declaraciones de Petón en las que venía a decir que el Atleti tenía que ponerse al paso de su historia…
R -
Me parece que Petón se refería, entre otras cosas, a los colores de la camiseta tras la renovación del Atleti con su suministrador de prendas deportivas y pedía Petón que se mantuviese el rojo y blanco de la camiseta, con las rayas con su anchura normal, no como aquella con la que nos hundieron en Segunda División, que parecíamos más el Ajax que el Atleti.
Petón, al que conozco desde hace bastantes años y con el que me entiendo estupendamente bien, porque es otro enamorado del Atleti... he intercambiado opiniones muchas veces, algunas en desacuerdo, pero casi todas con la misma finalidad de compartir nuestros conocimientos, de aportar, de ayudar a mejorar la situación del Atleti. Petón es un personaje y yo, sinceramente, le quiero mucho.
Creo que efectivamente lleva razón, porque una de las cosas que nos han cambiado es el sentido histórico del Club Atlético de Madrid. El Atleti tiene una trayectoria, que ha sido variable, por supuesto, en función de muchas circunstancias, pero es que en la época actual la historia parece que no existe. Hace poco en la revista que nos entregan a la entrada del campo, al margen de los editoriales, que cada uno puede seguir la línea que quiera, pues nos han publicado una historia del Atleti que se parece a la realidad como un huevo a una castaña. ¿Quién será el indocumentado este al que han encargado que haga esas páginas?, ¿de dónde sacarán a esta "gentecilla"?, por no decir otro término peor, para escribir una historia que no se parece en nada a la que yo he vivido.

P - Es debate en el seno de la afición si es lícito silbar o no a los jugadores de su equipo. Usted, que como yo, habrá visto el césped del Calderón lleno de almohadillas, ¿qué opinión le merece este asunto?
R -
En contra de lo que decía el editorial del Forza Atleti del otro día, los que pagamos tenemos derecho a protestar. Si yo saco un abono para la ópera y en vez de venir Plácido Domingo me sacan a uno de esos que salen por la tele y que no saben cantar, tengo el mismo derecho a protestar. Lo que quiero es ver buen fútbol o escuchar buen canto. Yo creo que la afición es soberana. Hace años ya que las almohadillas no vuelan porque han perdido las virtudes para el vuelo que tenían las antiguas, pero sí creo que el público tiene que ser exigente y tiene que demostrar su exigencia. En mis tiempos, más juveniles, lo hacíamos mostrando el pañuelo y ahora se hace con cánticos y con otras fórmulas y sistemas y... yo no soy de los que canto en el fútbol, pero protestar, sí protesto, todavía con el pañuelo.

P - ¿Qué es más injusto silbar a Cléber Santana o no silbar a la persona que le ha traído?
R -
Silbar a Cléber Santana es una forma indirecta de silbar a quien ha traído a Cléber Santana. Si a todos y cada uno de los jugadores que fichamos, y que no tienen el nivel para jugar en este club, se les silbara, estaría claro que alguien tendría que tomar nota y reconocer que se está equivocando. De verdad es lamentable la serie de jugadores que están pasando por este equipo en los últimos tiempos.

P - ¿Se han quedado vacías de contenido esas palabras que decían que nuestra afición es la mejor del mundo?
R -
No hay una afición mejor del mundo. Las aficiones son todas muy parecidas, se ilusionan con los fichajes, se enardecen con los triunfos y se cabrean con las derrotas. Pero eso pasa aquí, en Sevilla, en Hong Kong y en Estados Unidos.
La afición del Atleti es quizás una de las más ignorantes del mundo. Cuando el Sr. Gil accede a la presidencia, los 40.000 socios abonados que tenía el club se redujeron a 12.000 y, por lo tanto, la mayoría de los que se dieron de baja eran veteranos, los que más sabían, los que conocían… y esos han ido siendo sustituidos, gracias a una serie de medidas, como la reducción de precio cuando se bajó a Segunda, por unas personas, muy de alabar, pero que saben muy, muy poquito y cuya exigencia como aficionados y sus conocimientos sobre quién puede representar a nuestro Club dejan mucho que desear.

P - Hemos hablado de la afición, de jugadores que no han dado la talla, hablemos ahora de los que sí la dieron ¿Qué siente usted cuando ve a Torres con la camiseta del Liverpool?
R -
La semana pasada vi el partido del Arsenal contra el Liverpool y yo, que soy del Arsenal desde niño, tuve en un momento determinado, el corazón muy dividido porque sólo por estar Fernando Torres en el Liverpool quise que ganasen. La fuerza que Fernando Torres ha dejado en mi corazón casi, casi, iguala a los 60 años de ser seguidor del Arsenal. Lo cual dice mucho a favor de Fernando Torres.

P - El próximo Gaudeamus Atleti se va a centrar en cómo ven al Atleti los medios de comunicación. Bernardo Salazar, pese a su estrecha relación con los medios, no se siente periodista, si no comunicador. A lo largo de los últimos años ha colaborado con AS y siempre ha intentado seguir el ideal que le inculcaron de la búsqueda de la excelencia, pero… ¿cree que la prensa deportiva sigue este mismo propósito?
R -
Sobre eso no quiero dar mi opinión, pero en muchas ocasiones me siento defraudado.

P - ¿A qué achaca la pérdida de espacio del Atleti en las páginas deportivas de los diarios?
R -
Yo creo que esto procede de los primeros años 90 cuando ciertos estudios de mercado revelaron a los empresarios que su target era el Madrid. Y a partir de ese momento, los que habían sido unos diarios deportivos de verdad, se convirtieron en unos órganos noticiosos de los seguidores del Real Madrid. Si para darle de comer a este público madridista se ocupan las primeras 10 ó 14 páginas del diario, el Atleti no aparece hasta la 20. De vez en cuando se encargan de darnos un dulcecito o una promoción de esas de la camiseta o el baloncito y así mantienen una reducida muestra de atléticos en su nómina de lectores. Pero todo eso viene, lamentablemente, de que el Atleti también se ha venido abajo, porque si esa campaña se hubiera pretendido hacer cuando el Atleti era campeón, y le disputaba la Liga al Madrid y se la ganaba, no nos hubiesen podido mandar a la página 22. Se hubieran quedado en la cuarta o en la tercera y hasta alguna vez ser portada.

P -Pasado, presente y ¿cómo ve el futuro del Atleti?
R -
Uf… qué difícil, qué difícil. Lo veo incierto. Hablan de una ciudad deportiva de la que no se ha puesto la primera piedra y antes de ponerse esa primera piedra ya se ha vendido una parte de terreno. Se habla de La Peineta para dejar el Calderón sin que todavía se sepa si vamos a ser olímpicos o no, si se va a poder hacer ese campo, si va a ser nuestro o no, en qué condiciones, de qué forma. Al final lo que hay es un proyecto que de vez en cuando y, cuando no hay nada que sacar, se resucita y aparece con alguna modificación, pero no hay ningún compromiso cierto y real ni del Atleti con el Ayuntamiento, ni del Ayuntamiento con el Atleti.
Y después… ¿se va a La Peineta?, ¿en qué condiciones?, ¿en alquiler?, ¿como propietarios?...yo todo esto no lo veo nada claro.
En el terreno deportivo, además, el Atleti está ahí, luchando por si mete la cabeza en la Champions, que se dice ahora, y lo veo complicado. Los tres primeros puestos son inalcanzables y el cuarto nos lo pueden quitar. Y el año que viene, la UEFA no me dice mucho, la verdad. Prefiero jugarla que no jugarla, pero no veo al Atleti con una verdadera estructura deportiva. Yo imagino que estos señores que se dedican a hacer marca y a firmar convenios y salen 40 veces en fotos con todo tipo de personajes, realmente, para ellos, ésto será muy importante para el desarrollo del Club, pero todo eso, si no eres el primero o el segundo, se va al garete. No hay mejor marca que ser el campeón.

P - Contésteme en pocas palabras ¿Un director técnico para el Atleti?
R -
No lo sé, tendría que estudiarlo. Pero sí le puedo decir que los últimos no han dado la talla.

P - ¿Un capitán?
R -
El más antiguo, como ha sido toda la vida.

P -¿Un entrenador?
Tampoco lo sé. Entre los últimos ha habido sabios y tontos, ignorantes extranjeros y nacionales, con buena fama y desconocidos, y ninguno ha sabido sacar al Atleti del pozo. Luego, si los ciento y pico jugadores que hemos tenido en el Siglo XXI, casi tantos, como en los 50 años anteriores, ni los 8 ó 9 entrenadores que hemos tenido, ni los directores técnicos, han sabido dar con la solución… pues, los únicos que siguen permaneciendo en estos ocho años son los dueños... a lo mejor hay que raspar ahí a ver que pasa.
Con esas palabras nos quedamos, Bernardo, muchas gracias.

domingo, 13 de abril de 2008

Cuestión de actitud



No sé si hemos perdido dos puntos o ganado uno. Da igual. El Atleti ha jugado fatal, como no puede jugar un equipo que aspira a conseguir plaza en Champions, y ha terminado dejando que el Valladolid empatase el partido en el descuento.

Un empate que escuece porque llega en fuera de juego, un empate que apena porque antes el Atleti había podido sentenciar el encuentro en claras ocasiones de Luís García y Forlán, un empate que duele porque quitando esas dos ocasiones y la del gol, poco más había llegado el Atleti al área contraria.

Las estadísticas de Digital + no dejan lugar a dudas. Mediado el segundo tiempo el Valladolid había creado el doble de ocasiones, había tirado a puerta el doble de veces y había tenido el balón en un 65% de los minutos disputados.

El Atleti volvía a entregar el centro del campo y la delantera a distanciarse cada vez más metros. Las bandas no funcionaron y el equipo volvió a mostrarse sin ideas.
Tampoco es muy entendible la actitud de los jugadores, conformados con el dominio del Valladolid como si con ellos no fuese la película. Si el día del Almería, alabábamos que con un seis a tres en el marcador, se siguiera presionando al portero y robando balones en todas las líneas, hoy el equipo ha sido excesivamente indolente y ha dejado jugar al contrario con toda facilidad. No hay derecho a que con un empate a cero en el marcador, Leo Franco pierda tanto tiempo en sacar el balón de portería. Tarjeta amarilla merecida. Esa no es la mentalidad que se supone a alguien que vista esta camiseta, aunque a estas alturas, hablar de mentalidades ganadoras y del significado de unas rayas rojas y blancas, suene a letanía cansina, a mantra gastado.

Me preocupa el bajón de Raúl García que lleva sin brillar unos cuantos partidos ya. Acostumbrados a su trabajo y, sobre todo, a su regularidad, hoy no ha estado. Tampoco lo ha hecho su acompañante, primero Camacho, luego Cléber, que entraba en el descanso tras perdonar el árbitro la segunda amarilla al canterano.
Simao ha sido, en mi opinión, discutible claro, el más entonado. Maxi poco ha hecho salvo el gol tras aprovechar un rechace a tiro de Forlán. El Kun y el uruguayo, tristes… y ¿qué más?, ah, sí, Reyes. Reyes, recibido con pitos por segundo partido consecutivo, ha estado bien por segundo partido consecutivo. Parece que pide más minutos y menos pitos. Veremos.

¿Y los de atrás? Como siempre. Mal, muy mal. Pernía ha sido un auténtico coladero para que un futbolista con nombre de emperatriz asistiera continuamente a un Llorente sin suerte. Ogbeche volvió locos a Pablo y a Perea y el empate llegó, ya saben.

En definitiva, que el equipo ha dado una imagen muy pobre en Valladolid. Una pena para los 3.000 atléticos que se han desplazado hasta allí, que se han mojado y se han dejado la garganta durante los 90 minutos. Escuchar sus ánimos por la tele ha sido lo mejor del partido. Una pena que el equipo al que han ido a ver no haya estado a su altura.

miércoles, 9 de abril de 2008

Nuevo insulto de Marca al Atlético de Madrid


Leer en la actualidad la prensa deportiva es un ejercicio difícil. Para los que amamos el periodismo y hemos apostado por esta profesión como una forma de vida es muy triste abrir las páginas de los diarios deportivos madrileños y ver en lo que se han convertido.

La principal fuente es Internet, donde las noticias llegan horas antes que a los diarios y donde prima la inmediatez sobre la calidad y veracidad de la información recibida.

Los periódicos cuentan con unas cuantas horas más para trabajar esta información, investigar, contrastarla, ofrecer distintos puntos de vista y facilitar al lector una visión global de la noticia. Pero no. En los periódicos volvemos a leer las mismas noticias sesgadas, interesadas, incorrectas y manchadas por intereses comerciales.

El seguidor del Atleti ha tenido que ver, además, como la información de su equipo aparece cada vez más cerca de las páginas de televisión, ninguneada, maltratada, olvidada. Nos hemos acostumbrado a encogernos de hombros y a pensar que esta situación coindice con la peor etapa deportiva vivida por el Club, convertido ahora en una marca. La gente llega a sospechar que las informaciones están compradas, que los medios ocultan o publican las noticias vendiéndose al mejor postor. Yo sé que eso no es cierto. Lo achaco a la desidia, a la precariedad de la profesión, a la búsqueda de la fuente más cómoda, más oficial.

Pero lo que no podemos consentir es que desde un periódico se nos insulte y se nos maltrate como hoy ha hecho MARCA en una de sus páginas de opinión.

http://img179.imageshack.us/img179/694/marcapa6kq6.jpg

Esta columna trasciende de la opinión para entrar directamente en el insulto, en la vejación a un club centenario con millones de aficionados en todo el mundo. Esta columna es una afrenta a todos los atléticos que tienen que leer como su autor desdeña y ridiculiza sus sentimientos. Muchos lectores han llenado el mail de MARCA (cartasaldirector@recoletos.es) con su protesta y su rechazo a este tipo de trato. Asociaciones como Señales de Humo no han tardado en reaccionar y hacer público su malestar enviando un comunicado a la redacción.

¿Y el Club?, ¿Y sus representantes? Espero y deseo que ellos que tienen trato directo con las personas que permiten que este tipo de artículos vean la luz reaccionen con la misma rapidez y contundencia y sepan reflejar la indignación de todos los que nos sentimos atléticos.

lunes, 7 de abril de 2008

De los niños de los seis goles y del resto de la afición


No hay estampa más bonita que el Calderón lleno de niños. Llegan de la mano de sus padres, con sus camisetas, algunos hasta se llevan el balón. Si les preguntas dicen que va a ganar el Atleti, lo afirman con seguridad, confiados, como si no existiera otra posibilidad. No les hables de alineaciones, ni del rival. No les importa si juega Cleber o Camacho, si Reyes vuelve a la convocatoria y no tienen ni idea de quien es Gil, ni Cerezo, ni Pitarch.

Así debe ser, desde luego. Ayer esos niños salieron felices del campo. Ayer, por ver sus caras, salí yo feliz del campo. Contarán a sus compañeros que vieron nueve goles, hoy en el recreo se pedirán ser el Kun y cualquier otro domingo les pedirán a sus padres que les lleven de nuevo al estadio.

Ese montón de niños que han visto a su equipo hacer seis goles son la mejor noticia del partido. Y a mí me gustaría ser niña para quedarme con esa visión y no hacer más lecturas, pero han pasado muchos años y este Atleti es muy distinto del Atleti de mi niñez.

También iba de la mano de mi padre, no con la camiseta, que entonces no se estilaba, si acaso con una bufanda de punto hecha en casa. Acudía, como ellos, con la seguridad de que el Atleti ganaría y pocas veces salía decepcionada. Ese Atleti tenía a hombres atrás como Marcelino, Clemente, Balbino o Ruiz. Ese Atleti tenía a gente en el centro del campo como Julio Prieto, Minguez o Marian. Ese Atleti no tenía grandes estrellas, se lo aseguro. Pero ese Atleti nunca hubiera dejado que un equipo como el Almería le empatase un dos a cero y le diese un auténtico baño de fútbol jugando con diez.

Todo se había puesto a favor… un gol de Antonio López, un penalti transformado por Forlán, el Almería con uno menos. Ayer todos los que no somos niños asistimos a un nuevo partido surrealista en el que cuando las cosas se ponen de cara y esperas ver la puntilla, te encuentras con que un equipo respondón te planta cara y todo se desmorona.
Empató el Almería con diez por dos veces y sólo una segunda expulsión por doble amarilla, desequilibró el encuentro a nuestro favor. Simao que ya había marcado de falta con la ayuda del portero visitante, puso el cuatro a tres en el marcador y el partido se acabó.

Todavía pasaron cosas insólitas, sí. Salió Cleber y le pitaron y no lo hizo mal. Salió Reyes en medio de una atronadora pitada y tampoco lo hizo mal, dio un pase de gol y lo intentó en otro par de ocasiones. En el corner del fondo norte, debe sentarse su familia, la Peña Atlética de Utrera, el gremio de hosteleros de Sevilla, y el staff de diez revistas del corazón. Qué calor, qué aplausos, qué volverse hacia atrás y preguntar a la afición ¿y ahora qué?, ¿ahora no os metéis con él? Insólito.

También lo sería que un delantero cuando su equipo tiene una ventaja en el marcador de tres goles, presione al portero contrario, diez segundos después corte un balón en su defensa y otros quince segundos más tarde de un pase de gol que finalmente no subió al marcador. Pero ese jugador es Sergio Agüero, el Kun y nada de lo que hace nos sorprende ya. Es un fuera de serie y sólo nos queda rezar para que los que nos traspasaron a un niño, no vuelvan a hacerlo con el otro.

Así que el Atleti ganó seis a tres. Los niños y los padres de los niños se lo pasaron de miedo. Los que aplaudieron, aplaudieron más que los que silbaron y los jugadores (menos Antonio López), como ya hicieron en Castellón, se fueron a la caseta sin un gesto de agradecimiento para esa afición que había visto como se ganaba un partido contra nueve contrarios. Esto no sólo es insólito, es intolerable y demuestra muchas más diferencias entre este Atleti de ahora y aquel otro en el que los jugadores se acercaban al fondo sur a devolver palmas y dar las gracias.

Esta afición dividida que silba a Cleber pero no al que le trajo, que recibe a Reyes con pitos y le indulta por una asistencia, que mira estupefacta a los catorce de la puerta cero… Esta afición que ha conocido a otro Atleti y aún así deja que esos catorce, sean catorce, es la que hoy tenemos. La de mañana estará formada por niños que un día vieron como su equipo le hacía seis goles a un Almería con nueve jugadores y salieron felices del campo.