jueves, 30 de agosto de 2007

Mi Vicente Calderón.

Tenía doce años recién cumplidos y el carnet de socia había sido mi regalo de cumpleaños. Era un sábado de octubre y jugábamos contra el Barsa. Por el atleti, Pereira, Marcelino, Juanjo, Arteche, Quique Ramos, Marina, Manolo Agujetas, Pedraza, Hugo Sánchez y Rubio. Con el Barcelona venían Shuster, Marcos, Julio Alberto, Victor, Moratalla, Alesanco.
No recuerdo muchas cosas del partido, más allá del resultado. Un empate a uno con un gol de Hugo Sánchez de penalty y un gol postrero de Marcos, pero tengo grabadas muchas sensaciones de aquella noche: el color tan intenso del cesped bajo los focos y cómo resaltaban las rayas rojiblancas, recuerdo a mi padre fumando un habanos tras otro y contándome cientos de historias, recuerdo a toda esa gente que ese día conocimos y que llegaron a ser como de nuestra familia: al frutero, a Tomás y a su madre, la viuda, y sus hermanos -uno del Betis, otro del Bilbao, siempre discutiendo - a los chavales de Aluche, al cura que maldecía a los árbitros, al doctor que llegaba de Guadalajara y repartía recetas para todo el que las necesitase... con ellos fuimos a Lyon y a Zaragoza y a conocer el nuevo campo del Valladolid y a Sevilla cuando el campo del Betis era el Benito Villamarín y a Valencia, al Luis Casanova....
Luego las cosas debieron de ir mejor en casa porque nos cambiamos enfrente, a cubierto, como decía mi padre con orgullo, pero nunca olvidaré aquel trozito de grada. Todavía me llaman "la niña" cuando nos encontramos por el estadio y aunque han pasado 25 años nos seguimos riendo de cuando Mariano gritaba que a sus 57 años, si él marcaba a Maradona no se le movía o cuando su bota dió la vuelta al Metropolitano y volvió a sus manos con vino. Todas esas personas me enseñaron lo que es el amor por el ATLETI, más allá de los partidos, las derrotas, las alineaciones, las directivas...
El año pasado yo llevé a mi hija mayor por primera vez al Vicente Calderón, mi estadio. El Atleti jugaba contra el Betis, en el día de las Peñas, y de nuevo, ese día, el resultado fue lo menos memorable. Pero yo, como en su día hizo mi padre conmigo, le conté mis vivencias, todas las vividas en esa grada, en ese campo. Le narré cómo Kempes nos metió un gol desde el corner, cómo Futre hizo cinco regates imposibles para acabar marcando, le conté que yo vi el gol de Vieri desde la misma línea de fondo, desde dónde la enchufó Alemao aquel domingo, y porqué están esas flores en el corner...

Y así hubiera podido estar durante partidos y partidos. Porque desde la grada del Vicente Calderón aplaudí siempre a Pedraza (Mi Torres), vi cómo se las gastaba Arteche, me sorprendí cada vez que Tomás sacaba de banda y su saque era como un corner, conté los minutos para que Abel cumpliese su récord y lloré como Toni cuando bajamos a segunda. Porque un día les contaré que yo estuve el domingo que Torres debutó en primera o en aquel partido en el que Kiko hizo el arquero.

Pero ahora ya sabemos que todos esos recuerdos y los de tantos miles de atléticos se reducirán a escombros por el capricho de unos dirigentes y la complacencia de unos políticos, que tendremos que ponernos “el mundo por Peineta”, y que los indios ya no acamparán en la orilla del río...
Pero allí, en nuestro Vicente Calderón, se quedarán nuestros sueños. Allí se construirá un parque en el que cuando el aire meza los árboles se escucharán de nuevo los “uisssssssss” y cuando el viento sacuda fuerte, como en el corner del fondo Norte, hace 25 años, a alguien le parezca que están cantando GOL